Quién era
Benjamin Graham es considerado como el padre de la inversión en valor o value investing.
Fue, además de un destacado inversor, profesor universitario y escritor de algunos de los libros más alabados por los expertos. Además de otros volúmenes menos conocidos, escribió Security analysis (Análisis de seguridad), en colaboración con David Dodd, y publicado en 1934; y, sobre todo, El inversor inteligente, considerado por muchos como la biblia del inversor.
Además, es considerado por Warren Buffett como uno de sus maestros, ya que el oráculo de Omaha se considera “un 15% Fisher y un 85% Graham”.
Estudios y trayectoria profesional
Nació en Londres, en 1894, pero se trasladó a Nueva York con su familia cuando apenas tenía un año.
A los 20 años, se graduó en la Universidad de Columbia, y tres departamentos le hicieron una oferta para incorporarse a ellos. Sin embargo, prefirió iniciar su carrera en Wall Street, primero como administrativo de una firma de negociación de bonos y más tarde como analista.
Después de un tiempo, alcanzó la categoría de socio y poco después pasó a dirigir su propia sociedad de inversión.
A pesar de las graves pérdidas que provocó la Gran Depresión en Wall Street entre 1929 y 1932, Graham prosperó buscando y seleccionando oportunidades de inversión.
Entre 1936 y 1956, año en que se retiró, su sociedad Graham-Newman Corporation alcanzó una excepcional rentabilidad anual del 14,7%.
Principios y estrategias de inversión
Graham combinaba su gran visión financiera con un trabajo muy minucioso a la hora de realizar sus análisis y con buenas dosis de sentido común. Pero no sólo esto, sino que seguía una serie de principios, que siguen siendo perfectamente válidos hoy en día:
- Una acción no es simplemente una cotización en una Bolsa de valores, sino que es una participación en un negocio real (por lo tanto, le interesaba conocer a qué se dedica la empresa y cuáles son sus perspectivas futuras).
- El mercado oscila constantemente entre un optimismo exagerado (que hace que las acciones estén muy caras) y un pesimismo injustificado (que hace que estén muy baratas). El inversor inteligente “simplemente” tiene que vender a los optimistas y comprar a los pesimistas.
- Cuanto mayor sea el precio que se pague, menor será la rentabilidad que se obtenga.
- Por mucho cuidado que ponga, ningún inversor puede eliminar el riesgo de equivocarse. Por ello, Graham establece uno de sus conceptos clave, el margen de seguridad: si no se paga un precio excesivo por una inversión, se reducen las posibilidades de cometer un error.
- Otro de los secretos de Graham es la disciplina inversora. Graham creía en la inversión a largo plazo, lo cual implica que, en ocasiones, tenía que ver cómo momentáneamente sufría pérdidas (que incluso podían durar varios años). Pero si se ha hecho un análisis adecuado de la empresa y ésta “tiene valor”, hay que esperar a que el mercado abandone su pesimismo y lo reconozca.
¿Cómo seleccionar las acciones? Graham da una serie de pautas bastante razonables, pero que exigen un trabajo previo de análisis por parte del inversor:
- Tamaño adecuado de la empresa: no quiere decir que haya que invertir únicamente en blue chips, pero sí que es preferible que tengan cierto tamaño.
- Un balance sólido: Graham indica varias pautas, tales como que el activo circulante sea al menos el doble que el pasivo circulante, que la deuda a largo plazo sea menor que el patrimonio neto…
- Estabilidad del beneficio: que haya obtenido beneficios por lo menos en los últimos diez años.
- Historial de dividendos: que haya pagado dividendos en al menos los últimos veinte ejercicios.
- Crecimiento del beneficio: que el beneficio por acción se haya incrementado al menos un tercio en los últimos tres años.
- Que la ratio PER sea inferior a 15.
- Que la cotización no supere más de 1,5 veces el valor contable.
Una acción que cumpla todos estos criterios es recomendable para los inversores defensivos o prudentes, según Graham. Como se puede ver, encontrar acciones que los cumplan todos puede depender del estado en el que esté el mercado, pues si existe mucha euforia, será complicado encontrar valores tan sólidos que cumplan, por ejemplo, los dos últimos apartados.
El margen de seguridad
Probablemente, el margen de seguridad es el concepto central de las teorías de Graham.
Un inversor a largo plazo puede sufrir pérdidas por comprar una acción de buena calidad a un precio demasiado elevado, o por comprar una acción de baja calidad, aunque estuviera a un precio (que parecía) bueno —esta segunda situación es la más peligrosa, para Graham—.
En ambos casos, el inversor no ha tenido un margen de seguridad adecuado. Graham lo definió en una conferencia que dio en 1972 como la diferencia entre el porcentaje de beneficios de una acción (al precio que se pagó) y el tipo de interés de las obligaciones (para entendernos, de la Deuda Pública).
Por ejemplo, si adquiero una acción a 10 euros, y esta empresa tiene unos beneficios de un euro por acción, tendría, en principio, una rentabilidad del 10%.
Si el tipo de interés que puedo obtener con la Deuda Pública es del 2%, el margen de seguridad con el que cuento al comprar la acción es de un 8% (la diferencia entre ambas).
Esto quiere decir que, aunque me equivoque y finalmente la rentabilidad que obtenga con la acción no sea del 10%, tengo ese margen de seguridad, que reduce las posibilidades de que la inversión no sea más rentable que la otra alternativa.
Y si adicionalmente he tenido en cuenta todos los criterios anteriormente comentados, las posibilidades de error se reducen mucho más.
Frases célebres
Es famosa la parábola de Benjamin Graham sobre el “señor mercado” (Mr. Market), para explicar el sinsentido de algunas cotizaciones, ya que el mercado, como se decía antes, oscila entre el pesimismo y el optimismo.
Graham explica que es como si tuviésemos una empresa a medias con un socio, el señor mercado, que cada día nos hace una oferta distinta para comprarnos la empresa, en función de su estado de ánimo.
Además, tiene unos cambios de humor bastante grandes (casi diríamos que es bipolar), con lo cual, en ocasiones ofrece precios astronómicos (está eufórico) y en otras, precios ridículos.
Por eso, según Graham, lo que hay que hacer no es dejarse llevar por el estado de ánimo de Mr. Market, sino aprovecharse de él.
Otras frases célebres de Benjamin Graham son:
- La tarea del Señor Mercado es facilitarle precios; la de usted es decidir si le resulta interesante hacer algo respecto de esos precios. No tiene que hacer operaciones en el mercado simplemente porque éste le ruegue incesantemente que lo haga.
- Incluso el inversor inteligente necesitará una considerable fuerza de voluntad para dejar de seguir a la multitud.
- Las personas que no pueden controlar sus emociones no son aptas para obtener beneficios mediante la inversión.
- Las pérdidas realmente horrorosas se producen siempre después de que el comprador se olvidase de preguntar cuánto costaba.
- Usted no tendrá razón ni se equivocará por el hecho de que la multitud no esté de acuerdo con usted. Tendrá razón porque sus datos y su razonamiento sean correctos.
- Las pérdidas más importantes de los inversores suelen provenir de la compra de activos de baja calidad en tiempos de bonanza económica.
Otros grandes inversores: André Kostolany