Aprendiendo de los mejores inversores de la historia: Philip A. Fisher

Quién era

El inversor estadounidense Philip Arthur Fisher es considerado como uno de los mejores inversores de la historia y uno de los padres de la teoría moderna de la inversión.

Sus teorías, enunciadas hace casi 60 años, todavía son materia de estudio en las escuelas de inversión, y están relacionadas con el value investing, aunque con algunos matices, ya que Fisher se centraba en empresas excelentes, según sus 15 puntos, y se basaba en diferentes fuentes de información, incluida la rumorología (vamos, que, de alguna manera, ¡le encantaba el chismorreo!).

Estudios y trayectoria profesional

fisherNacido en 1907, estudió en la conocida Universidad de Stanford. En 1928 comenzó su carrera como analista de seguros, y en 1931 fundó su propia compañía de inversión, Fisher & Company. Fisher se especializó en empresas innovadoras, impulsadas por el I+D, siempre en la búsqueda de las mejores empresas a precios razonables.

Era una persona reservada, que concedió muy pocas entrevistas y era muy selectivo con los clientes con los que trabajaba.

Fuente: wikipedia

Libros publicados

No era muy conocido hasta la publicación en 1958 de su libro más famoso, Acciones ordinarias y beneficios extraordinarios (o los inversores conservadores duermen bien), editado en España por Deusto, a partir del cual fue ya considerado como uno de los gurús de la inversión.

Además del anterior, publicó también Caminos hacia la riqueza a través de las acciones ordinarias (Paths to Wealth Through Common Stocks), en 1960, disponible en inglés.

Estrategias de inversión

Fisher creía en la inversión a largo plazo. Fallecido en 2004, su inversión más famosa la hizo en 1955, cuando adquirió acciones de Motorola, que en aquel entonces era fabricante de radios, y la mantuvo hasta su muerte (¡49 años!).

Esto no significa que se limitase a dejar pasar el tiempo pasivamente sin observar la evolución de las empresas. Antes al contrario, estaba dispuesto a vender si observaba cambios negativos en las perspectivas de la compañía.

Pero para Fisher, si se había hecho bien el análisis previo antes de invertir y no cambiaba drásticamente la situación, esto no tenía por qué suceder, por eso afirmaba que el mejor momento para vender una acción es “casi nunca».

Inversión en crecimiento

Fisher basaba la inversión en un análisis previo de las empresas, a través de información que se puede conseguir desde diversas fuentes, en algunos casos externas y en otras, preguntando directamente al personal de la empresa.

Para él, esta investigación previa era lo realmente importante, ya que, tal y como decía, “las acciones buenas son extremadamente difíciles de encontrar. Si no fuera así todo el mundo las tendría”.

Por esa misma razón, Fisher no creía en una diversificación excesiva, sino en dedicar el tiempo a encontrar empresas excepcionales a precios razonables y realizar importantes inversiones en ellas.

Como se puede ver en los puntos que aparecen a continuación, hay información que sólo se puede conseguir hablando con los que están dentro. Esto diferencia a Fisher de otros inversores, ya que tuvo muy en cuenta la importancia de utilizar todas las fuentes de información a su alcance para conocer mejor los entresijos y las posibilidades de futuro de una empresa.

Todo esto lo plasmó en 15 puntos:

  • ¿Ofrece la empresa productos o servicios con el suficiente potencial comercial como para hacer posible un incremento considerable de ventas durante al menos varios años?

Si se espera que la inversión sea rentable durante años, la empresa debe tener potencial de crecimiento para responder a mercados grandes y en desarrollo.

  • ¿Está la dirección decidida a seguir desarrollando productos o procesos que seguirán aumentando todavía más los potenciales de ventas?

La empresa debe estar renovándose constantemente, pues los productos que actualmente le proporcionan sus beneficios podrían dejar de hacerlo en el futuro.

  • ¿Qué eficacia tienen los esfuerzos de I+D de la empresa en relación a su tamaño?

Fisher daba mucha importancia a la Investigación y Desarrollo, como motor de la innovación y, por tanto, del futuro de la empresa.

  • ¿Tiene la empresa una organización de ventas por encima de su media?

Sin duda, un aspecto fundamental; si la empresa posee este aspecto conseguirá comercializar mejor sus productos y obtener un margen superior.

  • ¿Tiene la empresa un margen de beneficio que merece la pena?

Por supuesto, no sólo importa el crecimiento que pueda tener, la compañía tiene que ser suficientemente rentable. De nada sirven los incrementos de ventas si los beneficios no crecen de manera acorde.

  • ¿Qué hace la empresa para mantener o mejorar los márgenes de beneficio?

Lo que importa a Fisher no son los márgenes que obtiene en la actualidad, sino los que puede obtener en el futuro.

  • ¿Tiene la empresa un personal óptimo y unas excelentes relaciones laborales?

Un aspecto que no suele ser tenido en cuenta por muchos inversores. Con unas buenas relaciones laborales habrá empleados más contentos y productivos, y menos conflictividad.

  • ¿Tienen los directivos de la empresa una excelente relación entre ellos?

Si una buena relación entre los trabajadores es importante, un buen ambiente entre los directivos es vital.

  • ¿Tiene la empresa la suficiente capacidad directiva?

A menudo, las pequeñas empresas comienzan únicamente con el empresario o un pequeño equipo dirigiéndolas. Pero a medida que crecen, es imprescindible que se doten de un equipo profesional y con capacidad directiva.

  • ¿Qué calidad tienen los análisis de costes y los controles de contabilidad de la empresa?

No hay ninguna empresa que aguante el éxito durante largos períodos sin un análisis de sus gastos lo suficientemente pormenorizado y preciso.

  • ¿Hay otros aspectos del negocio, de alguna manera específicos del sector determinado, que puedan dar pistas al inversor sobre lo excepcional que pueda ser la empresa en relación a sus competidores?

Este punto es un “cajón de sastre”, donde Fisher da cabida a cualquier otro asunto que pueda tener importancia para que el desempeño de la empresa sea excepcional (por ejemplo, la gestión de los alquileres, de los créditos…).

  • ¿Tiene la empresa una previsión a corto o a largo plazo en relación a los beneficios?

Hay empresas que intentan maximizar el beneficio a corto plazo, mientras que otras prefieren ir aumentando su potencial para incrementar las ganancias a largo plazo. Por supuesto, Fisher prefiere estas últimas.

  • En el futuro previsible, ¿requerirá el crecimiento de la empresa la suficiente financiación de capital para que el mayor número de acciones entonces en circulación cancelen el beneficio de los accionistas actuales por este crecimiento anticipado?

Fisher se refiere a si el crecimiento de la empresa va a necesitar ampliaciones de capital que diluyan a los antiguos accionistas (en cuyo caso no resulta interesante invertir en ella), o será capaz de autofinanciarse.

  • ¿Habla la dirección libremente sobre sus asuntos cuando las cosas van bien, pero se cierra en banda cuando aparecen los problemas y decepciones?

Todas las empresas, incluso las gestionadas excelentemente, sufren a veces bajadas de los beneficios o descensos en la demanda de sus productos. En esos casos, conviene que la directiva tenga un plan de actuación y lo afronte de cara; el inversor debería huir de aquellas compañías que denieguen u oculten las malas noticias.

  • ¿Tiene la empresa un equipo directivo con una integridad incuestionable?

Si no se puede confiar en la integridad y la honradez del equipo directivo, mejor no invertir en esa empresa.

Philip A. Fisher y Warren Buffet

Warren Buffett, el más importante inversor de la actualidad, y uno de las personas más ricas del mundo desde hace años, declaró que Fisher, junto con Benjamin Graham, son sus maestros.

En alguna ocasión, Buffett ha explicado: “Soy un 15% Fisher y un 85% Graham”.