La tasa rosa: ¿Por qué ser mujer sale tan caro?

La discriminación que sufren las mujeres en algunos ámbitos es un asunto que viene de lejos. Las mujeres cobran menos que los hombres a igualdad de puestos, situación que no sólo se produce en España, sino en toda la Unión Europea, aunque con notables diferencias entre los países, como podemos apreciar en el gráfico:

tasa rosa

Mientras en países como Eslovenia o Malta, la diferencia es pequeña (aunque también existe), la media de la Unión Europea se sitúa en el 16,1%, en España alcanza el 18,8%, y en otros cinco Estados, entre ellos, Alemania, supera el 20%.

Además de esta divergencia en cuanto a los ingresos para empleos similares, las mujeres tienen más dificultades para acceder a un puesto de trabajo (actualmente, su tasa de desempleo es del 22,5%, frente al 19,4% de los varones), y también para alcanzar puestos de dirección, de manera que, por ejemplo, sólo hay tres al mando en las empresas del IBEX 35, o un 26% si tomamos como referencia las medianas y grandes empresas españolas, según los datos del informe Women in Business 2016.

La tasa rosa

A mayores de todo lo anterior, las mujeres deben hacer frente a la llamada tasa rosa, que hace que tengan que realizar desembolsos superiores a los que efectúan los hombres en productos o servicios muy similares. No es, pues, un impuesto, aunque en la práctica funciona de manera parecida.

¿Tiene sentido que se le cobre un precio superior a alguien por el hecho de ser mujer? Aparentemente, no (de hecho, de ser así, sería discriminatorio e iría en contra del artículo 14 de la Constitución). Sin embargo, en la práctica, esto sucede más a menudo de lo que parece:

  • En el caso de las peluquerías, la diferencia es llamativa (incluso, superior al 100%), no estando justificada por la longitud del cabello, ya que se produce aunque la mujer tenga el pelo corto o el hombre lo tenga largo.
  • Los productos de belleza (cremas, perfumes, y otros artículos similares) tienen un diferencial en contra de las mujeres, a pesar de contar con formulaciones muy parecidas.
  • Las cuchillas y los geles de afeitado tienen un precio superior para las mujeres (habitualmente con diferencias entre el 5% y el 10%, e incluso superiores).
  • También sucede a menudo que los guantes para fregar son más caros cuanto menor es la talla (algo que, en principio, no tendría mucho sentido).
  • En algunos casos, servicios como el de tintorería resultan más caros si la prenda que se lleva para limpiar es de mujer.
  • En muchas ocasiones, se observan diferencias a la hora de adquirir ropa, para productos similares de la misma marca.
  • Por el contrario, resulta difícil encontrar productos que sean más caros para hombres.

Cuánto cuesta la tasa rosa

Como indicábamos, este es un asunto de repercusión internacional. La Universidad de California realizó un estudio que cifraba en unos 1.400 dólares el sobreprecio que deben abonar las mujeres anualmente.

Por su parte, el diario británico The Times cifraba la diferencia en un 37% de media en artículos como productos de aseo y cuidado personal, e incluso en juguetes.

¿Tiene alguna justificación el sobreprecio?

Algunos fabricantes arguyen que es una cuestión de oferta y demanda. Por ejemplo, en el caso de la cosmética, como son artículos más demandados por las mujeres se les aplica un precio superior. Sin embargo, en el caso de las cuchillas de afeitar, el argumento que ofrecen parece el contrario: como se produce mayor cantidad para hombre, son más baratas para éstos.

La explicación, en muchos casos, está en los análisis de mercado que realizan las marcas, estudiando cuánto está dispuesto a pagar el consumidor, de manera que en los artículos que detectan que las féminas están dispuestas a pagar más, se incluye un sobreprecio, sin que éste responda a mayores costes ni a una inversión superior en marketing.

¿Qué se puede hacer contra la tasa rosa?

  • En algunos casos, resulta útil comparar precios, pues no todos los establecimientos o todas las marcas aplican esas diferencias, o no lo hacen de la misma manera.
  • Además, puede ser interesante confrontar esos productos con sus homologables masculinos. ¿Realmente hay que pagar más porque la maquinilla, el cepillo de dientes o el neceser sea rosa? ¿Y si lo compro de otro color?
  • En otras ocasiones, es posible que las diferencias sean difíciles de solventar, y habrá casos que realmente encubran una discriminación, por lo que es bueno hacer valer nuestros derechos como consumidores. Por ejemplo, la asociación francesa Georgette Sand lleva un tiempo denunciando las diferencias que se encuentran en los supermercados, y ha reunido 50.000 firmas para conseguir que la Asamblea francesa investigue el tema. Por otro lado, en Dinamarca se declaró como ilegal que el precio del corte de pelo de mujer sea superior al del hombre.





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