A comienzos de 2020, la economía mundial parecía mantener perspectivas de crecimiento moderado, según diversos análisis. Por ejemplo, el Banco Mundial estimaba un incremento del PIB para este año del 2,5%, similar al de 2019 y al que se preveía para 2021. Y atención, porque este crecimiento previsto de la economía mundial ya estaba por debajo del 3,0% alcanzado en 2018 o del 3,2% de 2017, a causa de las tensiones ocasionadas por el Brexit y por la guerra comercial entre China y Estados Unidos. La crisis del coronavirus de Wuhan, sin embargo, ha provocado un vuelco mucho mayor en las previsiones, que nos podría retrotraer hacia la recesión, o hacia una crisis duradera. Coronavirus, ¿será el fin de ciclo económico?
Los ciclos económicos
La economía se mueve habitualmente por ciclos. Hay fases alcistas, en las que se expande y se crea empleo, y fases bajistas, en las que la economía se contrae y aumenta el paro.
Ha habido crisis poderosas y duraderas en el tiempo, que se extienden a lo largo de varios años, como la famosa Gran Depresión iniciada en 1929, la Gran Recesión o crisis financiera iniciada en 2007-08, o incluso la llamada crisis del petróleo de 1973. Y otras con una duración mucho más limitada, que apenas pasan de ser una recesión más o menos pasajera.
En ocasiones las fases están claramente definidas, mientras que en otros casos, se mezclan diversos factores que conllevan cambios en la situación, sin que ello suponga un cambio de la directriz general —de la misma manera que a veces las acciones rebotan o se toman un respiro, dentro de una tendencia global bajista o alcista—.
Los períodos bajistas pueden ser más o menos breves, ocurre normalmente cuando están ocasionados por un factor concreto y limitado. Por ejemplo, durante la crisis del SARS ocasionada en 2003, el impacto en la economía china fue del 1,1%, del 2,5% en Hong Kong o de solo el 0,1% en Estados Unidos, según Giles Moëc, economista jefe de Axa.
La crisis originada por el COVID-19
Aunque el origen sea similar, el actual COVID-19 se aleja mucho del SARS en cuanto al impacto económico. Este ocasionó menos de 800 muertos —mientras que ahora la cifra se multiplica por 500— y la economía mundial está más globalizada, por lo que el impacto se prevé muy superior.
Si tomamos como referencia la Gran Depresión iniciada en 1929, esta se extendió hasta finales de los años treinta o incluso principios de los cuarenta. Lo peor de la crisis se sitúa en los primeros años. En 1932, el PIB de Estados Unidos había bajado un 27%, la producción industrial un 50% y el sistema bancario se derrumbó.
A partir de 1932, con la elección de Roosevelt se comenzó a mejorar con la implantación del New Deal, pero el nivel de producción industrial no se recuperaría hasta 1940. Y ello «gracias» al estallido de la II Guerra Mundial.
Hoy en día, la ciencia económica ha avanzado mucho —a base de aprender de la experiencia—, y se conocen los efectos de la aplicación de la economía keynesiana, como herramienta para paliar el déficit de actividad privada.
Instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya informan de que la pandemia puede producir la peor crisis financiera de la historia a nivel mundial. Y es que en este caso no solo está afectada una zona geográfica, un área económica, o un determinado tipo de economías (avanzadas, emergentes…), sino que el parón se nota a escala planetaria.
El FMI calcula una caída del PIB mundial del 4,9% para este año, lo que sería el mayor descenso desde que la economía inició una nueva era tras la II Guerra Mundial. Por ponerlo en perspectiva, según los datos del FMI, el PIB mundial se mantuvo en positivo incluso en los peores años de la crisis del petróleo, y solo se quedó en negativo en 2009, en plena Gran Recesión, pero con una bajada mucho menor, del 0,5%.
Además, hay que tener en cuenta que la previsión de inicios de año del FMI era un crecimiento del 3%, por lo que la caída total que prevé respecto a esta situación es de casi un 8%. Según el Fondo Monetario Internacional, las más afectadas serán las economías avanzadas, como la de Italia (-12,8%), España (-12,8%), Francia (-12,5%), Alemania (-7.8%), o Estados Unidos (-8,0%), mientras que las economías emergentes, especialmente las asiáticas, podrían sufrir una contracción de su PIB en torno a un 3,0% este año.
¿Estamos ante un cambio de ciclo económico?
Los gobiernos y las diversas instituciones están comprometiendo cantidades de dinero multimillonarias para tratar de minorar los efectos ocasionados por el coronavirus.
Como dice la sabiduría popular, «después de la tempestad viene la calma». Igual que los períodos alcistas no son ilimitados, las descensos tampoco. El FMI pronostica que en 2021 la recuperación será en forma de V, con una subida del PIB mundial del 5,8%.
Datos: Fondo Monetario Internacional. Fuente: epdata.es
Esto también dependerá, en parte, del posible descubrimiento de una vacuna, en el que se están invirtiendo grandes esfuerzos y enormes cantidades de dinero, o de un tratamiento que permita paliar los síntomas y la mortalidad de la enfermedad.
De momento, a falta de estos remedios —o incluso si los hay— esta pandemia podría afectar a la forma de relacionarse de las personas, de las instituciones y de las empresas, provocando grandes cambios a nivel mundial.
La industria del turismo está siendo y puede ser una de las grandes afectadas a largo plazo, por aspectos como el temor de los viajeros, la creación de corredores «seguros» entre zonas con poca incidencia del virus, etcétera.
Pero no es la única. La escasez de material sanitario ha incentivado el debate acerca de la importancia de la fabricación nacional en un mundo tan globalizado. Esto se extiende no solo a este tipo de productos, ya que muchas empresas e incluso algunos gobiernos se plantean cómo traer la producción de nuevo al interior del país, después de muchos años fabricando en países asiáticos.
Las consecuencias de estos cambios a nivel global son imprevisibles, pero en los próximos tiempos conviene estar pendiente de estos movimientos, que podrían recrudecer la guerra comercial —todavía latente— entre las grandes potencias.
Incluso, a la hora de invertir, es importante estar atento a estos cambios; porque si se producen grandes variaciones en las relaciones comerciales a escala mundial, el peso y el dinamismo de las distintas áreas económicas podría modificarse.
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