A pesar de que ya se han empezado a apreciar algunos signos de recuperación, todavía nos queda un largo recorrido para salir de esta crisis. Algunos economistas, entre ellos el premio Nobel Paul Krugman, han bautizado a este período como la Gran Recesión, estableciendo un paralelismo con la Gran Depresión que asoló la economía mundial desde 1929 hasta la II Guerra Mundial.
Los antecedentes de la crisis
Conviene recordar que las crisis en la economía suelen producirse cíclicamente, y esto es un fenómeno que se ha constatado en la práctica desde hace mucho tiempo. A pesar de que algunos expertos se atrevieron a calificar el próspero período posterior a la II Guerra Mundial como “el fin de los ciclos económicos”, nos ha tocado vivir diversas crisis en estas últimas décadas. Veamos a continuación algunas de las más importantes.
Las crisis del petróleo
En agosto de 1973, los países de la OPEP decidieron no exportar crudo a las naciones que habían apoyado a Israel en la guerra del Yom Kippur, incl<uyendo a Estados Unidos y otras economías desarrolladas. El crudo duplicó su precio, pasando de 1,80 dólares por barril en 1970 a 3,65 dólares en octubre de 1973.
La cotización fue subiendo progresivamente hasta unos 16 dólares, cuando las hostilidades entre Irán e Irak, que desembocaron en la guerra entre estos países (1980-1988), dispararon la cotización hasta los 35 dólares, en la conocida como segunda crisis del petróleo.
Tras 20 años cotizando en el entorno de los 25 dólares, a partir de 2003 se inició una nueva escalada de precios, que culminó con un precio récord superior a 140 dólares en verano de 2008, para luego caer a 40 en diciembre. Algunos denominan a este período como tercera crisis del petróleo, iniciada a raíz de la invasión de Irak, pero magnificada por algunos movimientos especulativos en los mercados de futuros.
En todos los casos, el rápido incremento de los precios del crudo desencadenó una elevada inflación, que conllevó un descenso de la actividad en los países afectados.
La crisis financiera asiática
En la década de los noventa, los países del Sureste asiático progresaban a elevados ritmos, lo cual atraía grandes flujos de inversión extranjera. Las economías crecían más de lo que lo hacía su productividad, de manera que se generaron burbujas especulativas, entre otras, en el sector inmobiliario y en la Bolsa. En 1997 la devaluación de la moneda tailandesa provocó una serie de devaluaciones en cadena en otros países que conllevaron la retirada de fondos por parte de los inversores, generando un círculo vicioso que produjo suspensiones de pagos y problemas de liquidez en toda la zona. Fue considerada la primera “crisis de la globalización”.
La crisis de las empresas.com
La “burbuja.com” fue ocasionada por una confianza desmesurada en el desarrollo de los valores relacionados con la tecnología. Entre 1997 y 2000 el índice tecnológico Nasdaq multiplicó por cinco su cotización, basándose en muchos casos en expectativas de muy difícil cumplimiento, ya que se llegaban a valorar en miles de millones de euros empresas con facturaciones bastante reducidas y pérdidas abultadas. Como ejemplo, la empresa Pets.com se gastó 11,8 millones de dólares en publicidad con una facturación de 619.000. En marzo de 2000 el mercado tecnológico comenzó su desplome, regresando rápidamente al entorno de los 1.000 puntos, perdiendo unos cinco billones de dólares por el camino.
En España tuvimos el caso paradigmático de Terra, que inició su cotización el 17 de noviembre de 1999 a 11,81 euros, y ese mismo día cerró a 37, alcanzando un máximo de 157 euros en febrero del año 2000. En abril de ese año, Terra compró el portal estadounidense Lycos por 12.500 millones de dólares, y lo vendió en octubre de 2004 a una empresa coreana por apenas 540 millones de dólares (435 millones en activos y otros 105 como precio de transferencia). La compañía dejó de cotizar en julio de 2005.
Crisis de 2008
En el verano de 2007 comenzaron las primeras dificultades en los mercados financieros con la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Allí se concedieron infinidad de préstamos hipotecarios a personas que, ante cualquier eventualidad económica, iban a tener muchas dificultades para pagarlos. Además, estas hipotecas se titulizaron y se vendieron en paquetes, junto con otras de más calidad, a bancos de inversión de todo el mundo, lo que provocó que, tras los primeros impagos, la crisis se extendiera con rapidez de manera global.
En 2008, la quiebra de dos grandes bancos de inversión estadounidenses, como Bear Stearns y, sobre todo, Lehman Brothers, provocó el caos en los mercados financieros de todo el mundo, con el consiguiente desplome de las Bolsas y la intervención de los gobiernos y de los bancos centrales para tratar de frenar el desplome de la economía.
Lo que comenzó como una crisis financiera se convirtió en un cataclismo en la economía real, de manera que se entró en un círculo vicioso de aumento del desempleo, incremento de la deuda pública y caída del PIB, en un entorno de deflación que hace aún más difícil salir de este escenario.
Cuál es la situación actual
Algunos países han logrado revertir en parte estas circunstancias. Diversas naciones rozan teóricamente el pleno empleo, como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o la República Checa. La economía crece con relativa fuerza en Norteamérica, mientras que Europa parece que comienza a despegar suavemente, a partir de las medidas de estímulo establecidas por el BCE. Otras áreas económicas, como el sudeste asiático o Latinoamérica, están padeciendo el enfriamiento de sus economías y turbulencias de diversa índole.
En cualquier caso, las cifras globales esconden otra realidad más dramática. En Estados Unidos, por ejemplo, se calcula que viven once millones de personas “sin papeles”, que carecen de muchos derechos. Además, muchos trabajadores se deben conformar con un empleo o varios a tiempo parcial (y, por lo tanto, no figuran en las listas de desempleados), cuando querrían trabajar a tiempo completo. También existe entre un 5% y un 7% de personas que no buscan trabajo, por lo cual tampoco figuran en las listas.
Por su parte, Alemania, el motor económico de la Unión Europea, presenta el nivel de empleo más alto de su historia, con más de 41 millones de trabajadores, pero el volumen de trabajo total se sitúa en cifras de 1991, ya que muchos de los empleados lo son a tiempo parcial, con una implantación masiva de los llamados minijobs, que ocupan a más de siete millones de personas.
En España la situación es peor que antes de la crisis para una parte importante de la población. Nuestro país cuenta con una de las tasas de paro más altas de los países desarrollados, por encima del 20%. Además, aproximadamente dos millones de desempleados no cobran ningún tipo de prestación, y los españoles en situación de pobreza alcanzan el 29%, según el INE.
A pesar del crecimiento del PIB en los últimos años, éste todavía se sitúa en niveles inferiores a los de 2008 y, además, está peor repartido, ya que España se sitúa hoy en día entre los países con mayor desigualdad de Europa, junto con Grecia y Letonia. Además, la Deuda Pública ha aumentado enormemente, hasta situarse en el 100% del PIB, y la hucha de las pensiones se ha reducido a la mitad.
¿Cuándo saldremos de la crisis?
A la vista de algunos de esos datos, se puede decir que España y otros países han salido de la recesión, pero no de la crisis. Para ello se necesita que la recuperación del empleo sea real (y no a través del reparto del trabajo), de manera que se consiga la reactivación de las clases medias.
Como hemos visto, la historia nos enseña que las crisis en economía son cíclicas. Esto quiere decir que también se saldrá de ésta, y su duración dependerá también de las medidas que se están tomando para contrarrestarla y de la efectividad de las mismas, así como de los efectos cruzados que tienen las acciones de los diversos actores económicos (por ejemplo, estamos viendo hoy en día las consecuencias de los cambios en la política económica china, la guerra de las divisas, la partida geoestratégica que se juega en el mundo del petróleo, etcétera).
En el caso de España, algunos economistas calculan que la salida real de la crisis se puede producir entre 2018 y 2020, mientras que otros más pesimistas estiman que puede estar entre 2026 y 2027.