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Red flags o trucos contables, antes de apostar por una empresa

Red flags o trucos contables

A la hora de invertir en una empresa, es interesante analizar previamente sus cuentas, para ver cuál es su situación y qué podemos esperar de ella en el futuro. De hecho, esta es una de las bases del análisis fundamental, una de las principales ramas de la inversión, y la que siguen algunos gurús de la materia, como Warren Buffett, Benjamin Graham, Philip Fisher o Peter Lynch. En el siguiente artículo hablaremos de las Red Flags o trucos contables.

Sin embargo, puede ser no suficiente. En ocasiones sucede que empresas que aparentemente tienen unas cuentas brillantes esconden en realidad prácticas oscuras que les permiten ocultar sus deudas o inflar sus beneficios, por ejemplo.

Casos paradigmáticos, como el de la compañía energética estadounidense Enron, a comienzos del siglo XXI, o en nuestro país los protagonizados más recientemente por Pescanova o Gowex, llevan a pensar que es difícil discernir hasta qué punto las cuentas de la empresa reflejan una imagen fiel. Y así sucede en muchos casos, pero en otras ocasiones, hay señales de que las cuentas están maquilladas, para ofrecer un aspecto más bonito.

Qué son los red flags contables

Red flag significa bandera roja, por lo que es un sinónimo de advertencia, de peligro. Los red flags contables serían pues, alertas, señales de posibles fraudes.

Es importante reseñar, no obstante, que el que exista alguna señal de este tipo no quiere decir que necesariamente haya habido una mala práctica, sino que sirve como aviso de que podría suceder.

También es cierto que, cuanto más grande sea una empresa, hay menos posibilidades de que existan algunas de estas malas prácticas, por diversas cuestiones: tienen mayores controles internos, auditorías externas, mayor control por parte de Hacienda, de la CNMV si cotiza, etcétera. En cualquier caso, hay diversas situaciones que hay que revisar con lupa cuando se analizan las cuentas de una empresa, como son, por ejemplo:

Compras de otra empresa: cuando una compañía adquiere otra, lo hace con unas expectativas acerca del beneficio que puede obtener en la operación, por incrementar su mercado, por ahorros en costes, al compartir ciertas áreas, etc. Pero conviene analizar si estas expectativas son realistas o están demasiado infladas, como consecuencia de un precio elevado en la compra.

En los activos intangibles: cuestiones como la marca, la inversión en I+D, el valor de una concesión administrativa o de un derecho de traspaso pueden ser difíciles de valorar, y son susceptibles de ser infladas.

Operaciones vinculadas: las operaciones entre una empresa y otras con las que tiene relación (que comparten socios, dirección, etc.) también deben ser examinadas a fondo, para ver si las operaciones que se realizan, además de ser a precios de mercado, responden a la realidad, y no se hacen simplemente para inflar la cifra de ingresos.

Inventario: las existencias de una compañía también pueden ser objeto de variaciones contables para obtener un mayor o un menor resultado, según convenga. Si se observa que una empresa tiene un nivel demasiado alto de existencias para lo que vende, que respecto a otras similares del sector presenta cifras muy dispares, o que tiene grandes variaciones en un año respecto al anterior, son indicadores de que podría haber algo extraño.

Litigios: en ocasiones, las empresas se ven metidas en contenciosos que pueden ocasionar un gran impacto en sus cuentas, pero no toman ningún tipo de medidas preventivas, ni provisionan dinero para posibles contingencias.

Errores: todo el mundo comete errores, pero si son habituales, y la empresa se ve obligada a menudo a rectificar sus cuentas, o lo hace de manera significativa, puede ser un aviso de que quizás realice algún tipo de maquillaje contable.

La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.

Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión. 

Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad. 

Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. 

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