Las tierras raras (del inglés rare earth) no son tierras, sino metales (lantánidos) y no son raros, pues se les conoce desde finales del siglo XIX, aunque es cierto que solo aparecen en forma de óxidos. Forman la familia de los lantánidos y son parte del periodo 6 de la tabla periódica de los elementos. Concretamente son el cerio, disprosio, erbio, europio, gadolinio, holmio, iterbio, lantano, lutecio, neodimio, praseodimio, prometio, samario, terbio y tulio.
¿Por qué son tan importantes?
Actualmente, aunque no nos demos cuenta, los lantánidos están en gran parte de los objetos que nos rodean: en turbinas eólicas, móviles, ordenadores, auriculares, altavoces, pantallas, sensores, drones, patines, turbinas, etc. Y resultan claves en la innovación tecnológica en marcha, especialmente en la que no todos vemos, pues son elementos estratégicos en el sector militar, donde se aplican en misiles, comunicaciones, submarinos, gafas de visión nocturna, etc.
Puesto que su extracción se encuentra dominada por China, que produce el 70% del total mundial y, por sí sola, concentra el 37% de las reservas, la Comisión Europea, las calificó como críticas por existir riesgo de escasez en su suministro y por su relevancia en las innovaciones de la Unión Europea. Basta con el ejemplo de España, que importa unas 550 toneladas desde China al año.
¿Por qué tiene China el monopolio?
La producción de tierras raras es complicada. No tanto por su extracción (riesgo elevado de contaminación), como por el proceso de refino, que precisa de elevadas cantidades de ácidos tóxicos. Así, los occidentales quieren disfrutar de tecnologías, pero no desean compartir la carga contaminante de estos metales.
Eso precisamente ocurre en España, donde hay proyectos tanto de explotación como de exploración ante la expectativa de que dispongamos de ellos, pero los tres que podrían explotarse están, de momento, parados (Ciudad Real, Galicia y Salamanca). En cualquier caso, los expertos dicen que en España hay lantánidos para extraer, pero no tanto como para convertirnos en una potencia mundial.
Las tierras raras son algunos de los contados artículos chinos actualmente excluidos de la lista estadounidense de bienes sujetos a aranceles. No obstante, son un arma muy relevante en la guerra comercial, pues si China redujera sus exportaciones, el mundo se vería obligado a explotar sus propias reservas (EE.UU. tiene en California), con el elevado riesgo medioambiental que supone.
El mercado recuerda que, en 2010, China decidió recortar exportaciones a raíz de una disputa con Japón en las Islas Senkaku (archipiélago administrado por Japón, pero sobre el que China reclama su soberanía). Desde esa fecha, las alarmas sonaron y los demás países comenzaron una búsqueda por diversificar sus proveedores, lo que redujo el porcentaje de China sobre la producción mundial desde el 95% de 2010 hasta el 70% actual.
Invertir en estos metales también es complicado, pues las empresas mineras chinas no cotizan y suponen un peso muy pequeño en la producción de algunas mineras tradicionales. Como materia prima tampoco es fácil invertir en ellas, pues el cuasi monopolio chino lo complica. En EE.UU. se comercializa un ETF con esta temática, el REMX (Rare Earth Estrategic Metals), pero no se puede contratar en España. Este vehículo tiene posiciones en compañías de varios países:
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