¿Por qué infravalora el mercado una acción?

Todos los inversores buscamos comprar acciones baratas y venderlas más caras. El diferencial a lo largo del tiempo entre lo que pagamos por una inversión y la cantidad por la que la vendemos, es nuestro beneficio (a parte de cualquier renta o dividendo que hayamos cobrado por el camino). Aunque esta definición de inversión inteligente (comprar barato y vender caro) parece evidente, la complicación reside en estimar qué es caro y qué es barato.

Diferencia entre valorar y poner precio

Hay dos visiones generales a la hora de pensar sobre el precio de un activo: valorar y poner precio. Puede parecer un juego semántico, pero no lo es. La noción de valor implica que el activo produce algún tipo de rendimiento inherente. En matemática financiera el valor de cualquier activo es la suma de todos los flujos que produce un activo a lo largo de su existencia, descontados a una tasa apropiada para reflejar el valor temporal del dinero. Cuando algo no produce ningún tipo de rendimiento, sino que simplemente esperamos que alguien nos pague más por ello de lo que nosotros hemos pagado al comprarlo, hablamos de poner precio.

Es la diferencia por ejemplo entre invertir en un piso para alquiler o en una obra de arte. A la obra de arte le ponemos precio, ya que su valor vendrá exclusivamente dado por la ley de la oferta y demanda, y por lo que alguien quiera darnos por ella el día que la vendamos. Cuando compramos un piso para alquilar, sin embargo, podemos calcular cuánto nos va a producir en ingresos mensuales, e intentar realizar un cálculo de valor intrínseco teniendo en cuenta este poder de generación de beneficios. Al igual que con los pisos de alquiler, las empresas generan beneficios, que de una forma u otra pasan a sus propietarios (accionistas).

Todos los activos participan de ambas dinámicas, pero es una diferencia importante a tener en cuenta a la hora de analizar los precios de los activos. El análisis fundamental intenta centrarse más en el aspecto de la valoración de las empresas, buscando entender su negocio y los beneficios recurrentes que puede llegar a generar.

A continuación vamos a ver situaciones en las que los beneficios futuros de las empresas son puestos en duda, y por tanto su valoración oscila:

Problema Puntual

Los inversores se fijan en los beneficios que producen las empresas para valorarlas, y por tanto cualquier variación en la percepción de esos potenciales beneficios puede afectar fuertemente al precio que los inversores están dispuestos a pagar por la empresa. Ejemplos de esto los vemos cuando una empresa emite un profit warning. Muchas veces el mercado reacciona de manera fuerte, hundiendo la cotización de la empresa.

Si tenemos conocimiento del sector, y pensamos que el problema es puntual, podemos estar frente a una buena oportunidad de inversión. El mercado tiende a extrapolar la información presente, pensando que las cosas continuarán en el futuro igual que ahora. Cuando una empresa gana dinero, el mercado tiende a pensar que siempre ganará dinero y viceversa. Si nuestro análisis y conocimiento nos indica que la percepción del mercado es exagerada o errónea, podemos estar frente a una buena oportunidad de inversión.

Sector en crisis

A veces el mercado se forma una opinión negativa sobre todo un sector, porque prevé que su negocio sufrirá en los próximos tiempos. Dado que muchos sectores son cíclicos, esta opinión del mercado puede parecer muy razonable. Pueden haber muchas causas: desequilibrios de oferta y demanda, incrementos de la competencia, razones estructurales, etc.

En estas situaciones una de los factores clave es el horizonte temporal. El mercado puede tener razón en cuanto a que los beneficios van a ser menores en los próximos meses, pero tal vez un inversor con más flexibilidad en su horizonte temporal puede aprovechar para comprar activos a precios de saldo que con el tiempo volverán a tener un ciclo alcista. Una vez más la clave está en el conocimiento del sector y sus particularidades.

Bajada general de todo el mercado

Hay circunstancias en que los inversores simplemente tienen más temor e incertidumbre sobre el futuro económico. En estos casos prima el mecanismo de poner precio que hemos visto. El pesimismo hace que los inversores no estén dispuestos a pagar múltiplos altos, y los precios se resienten. Históricamente estos momentos de crisis han sido excelentes momentos para invertir. Numerosos estudios han observado que hay una correlación inversa entre los múltiplos a los que cotizan las empresas (por ejemplo su PER), y los retornos que han producido en los años posteriores.

Conclusión

A la hora de invertir tenemos que tener claro si estamos valorando un activo o simplemente poniéndole precio. A la hora de pensar sobre el valor intrínseco de un activo hay que tener en cuenta que la percepción del mercado puede variar, y casi seguro que lo hará, con el tiempo.

Aquellos buenos negocios que produzcan beneficios pueden ser buenas inversiones si se compran a precios razonables. Aunque muchos factores influyen en el precio de mercado de un activo, el análisis fundamental nos puede ayudar a entender mejor su valor y estipular rangos razonables de valoración.

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