Los gráficos de evolución de la economía de cualquier país muestran de forma inequívoca los períodos de auge, estancamiento, recesión y recuperación. Esas curvas ascendientes o descendientes y su mayor o menor pendiente resultan del comportamiento de una serie de variables supranacionales; instrumentos que condicionan y se ven condicionados por las diferentes economías del mundo. Identificarlos y saber interpretarlos será muy útil para comprender la situación económica global.
Ciclos económicos
Hay numerosas teorías que tratan de explicar los ciclos de la economía. Decenas de renombrados economistas han postulado sobre las ondas económicas, acotándolas a una determinada duración. Basta mencionar a Kondratiev, Kuznets, Juglar, Kitchin o Elliott.
Aunque conviene tener presente la tendencia apuntada por los ciclos económicos, siendo realistas, es complicado reconocer un ciclo hasta que no se completa, pues no siempre siguen el mismo patrón, ni tienen similares características. Además, por mucho que se espere un determinado comportamiento económico a corto-medio plazo, podrían irrumpir situaciones que alteren el ciclo.
Es posible dibujar curvas y obtener conclusiones a posteriori, pero adelantarse resulta complicado, pues no se sabe a ciencia cierta en qué momento exacto del ciclo nos encontramos, ni cuál va a ser su duración. No obstante, si quisiéramos centrar nuestro objetivo en el mercado bursátil, a nivel teórico y como referencia, los ciclos de Kitchin serían los más adecuados, pues su duración media algo inferior a 4 años se aproxima más al horizonte temporal del ahorrador.
Ciclos de Kitchin
El empresario inglés Joseph Kitchin planteó en 1923 la existencia de ciclos económicos tras observar la evolución de los tipos de interés y otras variables en Estados Unidos e Inglaterra.
Según Kitchin, el dinero se mueve en tres mercados durante un período de unos 40 meses: bonos, bolsa y materias primas. Si fuéramos capaces de ubicarnos en una fase del ciclo, podríamos anticipar qué mercado va a crecer más y, como consecuencia, que así lo hicieran nuestros ahorros. Al menos, de forma teórica.
Para explicar el modelo de forma muy resumida, observamos seis fases en las que se combinan las tres variables que aumentan o disminuyen a lo largo del tiempo:
- Suben bonos. Baja bolsa. Bajan materias primas.
- Suben bonos. Sube bolsa. Bajan materias primas.
- Suben bonos. Sube bolsa. Suben materias primas.
- Bajan bonos. Sube bolsa. Suben materias primas.
- Bajan bonos. Baja bolsa. Suben materias primas.
- Bajan bonos. Baja bolsa. Bajan materias primas.
La teoría marca que deberíamos mover nuestra inversión, anticipándonos a las caídas. Y justamente aquí radica el acierto del inversor, pues los ciclos no tienen siempre la misma duración, ni las fases se extienden con la misma exactitud que se refleja en el siguiente gráfico teórico:
Observando las fases, conviene comprar bonos en las fases en las que sube su precio (1, 2, 3). Antes de que empiecen a caer, pasarlo a acciones o materias primas y aprovechar su subida. Dicho de otra forma, la idea es asegurar nuestro dinero en bonos en los momentos de inestabilidad de bolsa y materias primas.
Tipos de interés
Los tipos de interés de las diferentes economías vienen marcados por la decisión de los dos bancos centrales más importantes: Fed y BCE. La Reserva Federal o el Banco Central Europeo suben y bajan los tipos de interés por dos criterios fundamentales: controlar la inflación y controlar el consumo, lo que afecta directamente al crecimiento económico. Históricamente ante un ajuste de tipos de la Fed, le sigue el BCE con cambios del mismo signo.
¿Cómo interpretar una subida de tipos?
Es más caro endeudarse.
Si el tipo de interés es más alto, los préstamos interbancarios se encarecen. Dinero más caro se traduce en préstamos y créditos más caros para empresas y familias. Si el BCE sigue los pasos de la Fed, subiendo los tipos de interés en Europa, la consecuente subida del Euríbor afectaría al bolsillo de los ahorradores con hipotecas referenciadas a este índice.
Los depósitos bancarios dan más interés.
Si a los bancos les cuesta más financiarse, estarán dispuestos a pagar más a los ahorradores para que depositen sus ahorros. Por tanto, tipos más elevados suponen mejores tipos de interés en productos bancarios a plazo fijo, como los depósitos..
Mejora renta fija.
Si es más caro endeudarse para las empresas, su capacidad productiva y de crecimiento se verá limitada. Ante esa premisa, su valoración en los mercados se reduce. Extendiendo esta hipótesis a toda la bolsa de valores, caerá su cotización y disminuirá la inversión en renta variable, en favor de las nuevas emisiones de bonos que, acompañando a los tipos de interés más altos, empiezan a ofrecer mayores rentabilidades.
Precio del dólar y materias primas.
Por consiguiente, si se necesitan más euros para comprar dólares, los bienes europeos resultan más baratos, con lo que aumentarían las exportaciones de empresas europeas.
En cambio, la relación entre el precio del dólar y las materias primas es inversa. Es así porque las commodities se compran y venden en dólares. Si el dólar incrementa su valor, la misma cantidad de materia prima se puede comprar con menos dólares. Las empresas y los sectores productivos vinculados con las materias primas, así como los países productores de las mismas verían afectada su economía de forma negativa.
Esta relación inversa materias primas – dólar es especialmente evidente al observar la evolución del precio del oro en comparación con el valor del dólar, e incluso se traslada a las noticias de variaciones de tipos de interés de la Fed, anticipando la subida del dólar y la caída del spot gold.
Variables económicas correlacionadas
Como conclusión señalamos que existe una correlación entre determinadas variables económicas. Las hemos mencionado en el artículo: tipos de interés, bonos, dólar-euro y materias primas. Un tira y afloja de factores que beneficia a ciertos países, sectores y empresas, a la vez que perjudica a otros tantos.
Las relaciones comerciales entre las economías reajustan los desequilibrios iniciales ocasionados por los cambios de tipos de la Fed y el BCE, al mismo tiempo que altera la rentabilidad de las inversiones y el endeudamiento particular y empresarial.
Por todo ello, aunque invertir siempre implica asumir un riesgo, saber leer el panorama internacional interpretando esas variables es de gran ayuda para configurar nuestra cartera y actualizarla ante los cambios que con toda probabilidad acontecerán a lo largo de la vida de nuestra inversión.