Es difícil hacer un balance económico de 2022 sin utilizar la palabra ‘convulso’: cuando aún coleaban las consecuencias de la pandemia, el estallido de una guerra a las puertas de la Unión Europea, sumado a la aparición de cuellos de botella en la cadena de suministros internacional, produjeron una gran vorágine inflacionaria. Una dura situación que ha obligado a la gobernanza financiera a dar un golpe de timón.
Sin embargo, las sucesivas subidas de los tipos de interés por parte de la Fed y el BCE todavía no han bastado para contener los precios. Con el fin de los estímulos monetarios y el fantasma del Covid en China, no faltan las voces que advierten de que tras el chubasco podría venir tormenta. No obstante, el escenario más probable se parecerá más a una evolución a marchas forzadas, caracterizada por el viraje de los mercados hacia nuevos activos.
La nueva era
Las tesis pesimistas argumentan que el devenir geopolítico parece avanzar hacia un mundo más fragmentado, lo que no es una buena noticia para la actividad económica. Los inversores, por tanto, deberán capear el temporal mediante un nuevo ‘libro de estilo’, cuyo abecé será previsiblemente una apuesta fuerte por el mercado de la energía y el sector financiero. Además, la diversificación de la cartera será más importante que nunca, así como cambiar de activos asiduamente.
Como conclusión, según los pronósticos más agoreros, desde 2023 los inversores tendrán que acostumbrarse a una coyuntura de alta volatilidad y a una inflación al alza.
Pero siempre hay luz al final del túnel. Porque probablemente nos encontremos, más que ante un precipicio, en el umbral de un cambio de paradigma, como desglosamos en 2023: un año de nuevos paradigmas.
FAANG 2.0 y 5D: su momento de brillar
Según las previsiones de Singular Bank, la minoración del crecimiento económico es resultado de la complicada coyuntura global. Pero eso no significa que nos encontremos a las puertas de una recesión devastadora, sino frente al nacimiento de una nueva pauta en los flujos de capital.
Pese a que se descarta un aumento del PIB mundial superior al 3,0%, hay todo un horizonte de oportunidades: cabe destacar la emergencia de megatendencias como las llamadas FAANG 2.0, acrónimo referente a los sectores de combustible, aeroespacial, defensa, agricultura, nuclear, renovables, oro, minerales y metales. Este segmento productivo sería la evolución de las FAANG de primera generación (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google).
Por otro lado, se ha producido una pronunciada aceleración de las ‘5D’: digitalización, descarbonización, demografía, desglobalización y desconfiguración (del orden internacional). Es de prever que esta evolución continúe y se diversifique, generando nuevas ideas productivas y, por ende, nuevos nichos de inversión.
Todos estos factores dibujan, según la visión expuesta por los analistas de Singular Bank, un escenario que favorece una infraponderación de la renta variable, reorientando la inversión hacia los bonos, más concretamente a los corporativos a plazos intermedios y los high yield a plazos cortos. La deuda bancaria senior también entra en el ámbito de las recomendaciones.
Sin un ápice de desánimo, arrancamos 2023 con paso firme, con ganas de afrontar los retos que puedan aparecer en el camino; con una mirada diferente, nueva, hacia la coyuntura que nos depara este nuevo año.