Impuestos indirectos

Impuestos indirectos, todo lo que pagas a Hacienda sin darte cuenta

Los impuestos acaparan habitualmente parte de las noticias, abren telediarios y ocupan horas en tertulias en los medios. El IVA de las mascarillas, los youtubers que se mudan a Andorra o la puesta en marcha de la tasa Tobin son algunos ejemplos recientes de asuntos fiscales que han causado debate social.

Los impuestos nos tocan el bolsillo y afectan, en cierta manera, a nuestras actividades diarias, lo que genera malestar en algunas ocasiones. Aunque todos sabemos que son imprescindibles para mantener el Estado del bienestar, gracias al que ahora, por ilustrarlo, tenemos sanidad pública, carreteras o educación pública.

En cualquier caso, centrémonos ya en la definición sencilla de impuestos indirectos, que es lo que nos importa aquí. Hay varios tipos de impuestos y, aunque algunos no los tenemos tan en cuenta porque muchas veces ni nos percatamos de que existen, están ahí y conviene conocerlos para saber, por ejemplo, qué pagamos realmente por las cosas y servicios que adquirimos.

¿Qué son y cómo me afectan?

Se trata de los impuestos que pagamos por utilizar o consumir algo, básicamente

  • Mientras que los directos gravan “directamente” lo que hacemos —como el IRPF, impuesto directo que grava nuestro salario, lo que producimos—, 
  • Los indirectos actúan de forma menos consciente, digamos. Es decir, como consumidores los pagamos al comprar y adquirir determinados bienes y servicios

Los impuestos indirectos, además, nos afectan a todos los ciudadanos por igual. Mientras que los directos van en función de lo que tenga cada persona; los indirectos no se fijan en eso, son iguales para todos, independientemente de nuestro nivel adquisitivo.
A la hora de su recaudación, estos impuestos son más ventajosos, pues se controlan y se cobran más fácilmente. Se pagan en el mismo acto de consumo, cuando se adquiere cualquier cosa, por lo que nadie se “libra” de ellos.

Impuestos indirectos

IVA: el impuesto indirecto más frecuente

Dentro de los impuestos indirectos, como decíamos, hay varios tipos. El más conocido, sin duda alguna, es el IVA, el Impuesto sobre el Valor Añadido. Este tributo grava todos los productos y servicios que adquirimos de empresarios y profesionales, mediante un tipo (un porcentaje) de IVA diferente:

  • El reducido, que se aplica al transporte, a determinados productos alimenticios o las medicinas, es del 10%
  • Por su parte, el superreducido es para los productos de primera necesidad, como la leche, el pan, la fruta o los libros y es del 4%. También hay otros que, estando sujetos al IVA, están exentos, lo que equivale a decir que tu tipo de IVA es el 0%.

El IVA no es el único impuesto indirecto

Otros impuestos indirectos son los especiales, que gravan por ejemplo el alcohol, el tabaco, las matriculaciones de coches o el carburante. Cada categoría cuenta con un tipo diferente.

Además, tenemos el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos, el cual grava las transmisiones patrimoniales entre particulares (en la compra de una vivienda o un coche de segunda mano, por ejemplo), operaciones societarias y los actos jurídicos documentados. Las primeras se gravan entre el 4% y el 10%, las segundas al 1% y las terceras, alrededor del 0,5%.

Por último, en España también existe un impuesto indirecto más que habitualmente no afecta a la economía familiar. Se trata de la Renta de Aduanas, que grava la importación o exportación de mercancías.

Así, vemos que conviene conocer los impuestos indirectos para ser conscientes, sobre todo con el IVA, del precio que pagamos por nuestras compras. Y tomar decisiones al respecto, por supuesto. Cuanta más información de los factores que afectan a nuestras finanzas tengamos, mejor será nuestra economía doméstica.

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