tipos de riesgo en carteras de inversión

¿Cómo de arriesgada es tu cartera?

El nivel de riesgo al que está expuesto nuestro dinero es una de las claves del proceso de inversión. A pesar de ello, muchas veces los inversores no comprenden bien este factor tan importante. Determinar bien nuestro nivel apropiado de riesgo puede ser una de las mejores inversiones de nuestro tiempo.

Multitud de libros y artículos tratan el tema del riesgo de las inversiones. Se suele clasificar el nivel de riesgo según una escala que va desde nivel de riesgo bajo, pasando por riesgo medio, hasta llegar a riesgo alto. Muchos inversores no entienden bien las implicaciones de esta calificación, no conocen la literatura científica al respecto, y no consideran bien sus implicaciones en el momento de tomar la decisión de inversión. En la práctica, muchos inversores simplemente escogen la opción de “riesgo medio” pensando que algún punto intermedio entre los extremos debe ser lo adecuado.

Este modo de proceder puede ser peligroso. En primer lugar porque la escala no deja de ser aproximada, y sujeta a cierta subjetividad en el criterio de cómo se clasifican los diversos activos. No hay nada que pueda sustituir al hecho de conocer y comprender bien en lo que se invierte para entender bien el riesgo al que nos exponemos. En segundo lugar, el posicionamiento en la escala de riesgo de cada inversor depende de muchos otros factores como su edad, actitud frente al riesgo, cantidad de patrimonio, etc.

La clasificación del riesgo en la práctica

Muy pocos inversores son de verdad tolerantes al riesgo alto. Por tanto, para la mayoría no sería ideal una cartera exclusivamente de renta variable. Todos hemos escuchado aquello de que el dinero que destinemos a invertir en renta variable debe ser dinero que no necesitemos para sobrevivir. Pero incluso teniendo en cuenta ese sabio consejo, sigue siendo muy complicado soportar caídas importantes del valor de nuestra cartera.

En consecuencia, independientemente del nivel de ingresos, la mayor parte de los inversores están más cómodos con una cartera equilibrada con poca volatilidad, frente a una cartera más agresiva con un nivel de riesgo más elevado, que puede crecer muchísimo o hundirse a niveles depresivos. Una cartera de riesgo bajo o medio probablemente es lo más apropiado para la mayoría de inversores, con entre un 20% y un 60% de renta variable. En cambio, una cartera concentrada con más de 75% en renta variable, claramente sólo es apropiada para los pocos que entiendan y puedan soportar la volatilidad y las implicaciones de una cartera con esas características.

Controlar el riesgo con la estructura de nuestra cartera

Por tanto, uno de los factores clave que determinan el nivel de riesgo de nuestra cartera es el porcentaje de exposición a renta variable que asumimos. La mayor parte de estudios clasifican las carteras según la siguiente escala:

  • Cartera de riesgo bajo: entre 15-40% de exposición a renta variable
  • Cartera de riesgo medio: entre 40 y 60% de exposición a renta variable
  • Cartera de riesgo alto: generalmente a partir de más de 70% de exposición a renta variable.

En todos estos casos, la parte de la cartera que no se invierte en renta variable se destina a clases de activos de menor volatilidad y riesgo, como bonos, fondos monetarios, renta fija, etc.

Evidentemente, no todos los activos de renta variable son de la misma naturaleza. Cada acción, cada empresa, tiene unas características propias. Pero de manera generalizada entendemos que si un activo puede ver variar su valor en más de un 20 o 30%, estamos frente a un activo de alto riesgo. Y la historia nos enseña que la renta variable como categoría es la más proclive a sufrir volatilidades de esa envergadura.

Conclusión

Cada inversor entiende una cosa diferente a la hora de hablar de riesgo. En general, el riesgo es el peligro de que nuestras inversiones sufran una variación importante de su valor. No todas las clases de activo tienen históricamente la misma volatilidad, y por tanto, aunque no existe una inversión sin riesgo, se entiende que cada tipo de activo conlleva un perfil diferente de riesgo.

A la hora de comprar acciones y estructurar nuestra cartera con un perfil adecuado de riesgo para nuestras circunstancias, debemos tener en cuenta el porcentaje de renta variable al que nos exponemos. Este será probablemente el factor más determinante a la hora de influir en el riesgo y volatilidad de nuestra cartera de inversión.

 

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