Aunque es un asunto polémico y que siempre genera controversia, las amnistías fiscales se siguen utilizando por parte de muchos países cuando las necesidades de recaudación aprietan, habitualmente coincidiendo con las crisis.
¿En qué consisten las amnistías fiscales?
Las amnistías fiscales son oportunidades que se establecen para que algunos contribuyentes puedan regularizar su situación fiscal, incluyéndose tanto el pago de las deudas que pueda haber como los intereses y sanciones que pudieran corresponder, a cambio del pago de un porcentaje sobre el importe regularizado (habitualmente inferior al que le correspondería).
Se suelen instrumentar de manera que los contribuyentes que se acogen a ellas queden libres de una persecución posterior (al menos, en cuanto al delito fiscal, aunque no necesariamente en cuanto al origen ilícito del dinero).
En España se han practicado tres amnistías fiscales, la de 1984 (siendo ministro Miguel Boyer), la de 1991 (Carlos Solchaga) y la de 2012 (Cristóbal Montoro). Cuando se hicieron las dos primeras, todavía no existía la Agencia Tributaria, constituida el 1 de enero de 1992.
La primera se puso en marcha a través de la inversión en pagarés del Tesoro, salvaguardando el anonimato de los inversores. La segunda se realizó a través de un producto de Deuda Pública específico, con un tipo de interés inferior al del mercado. La última se hizo mediante la presentación de una Declaración Tributaria Especial, según la cual se pagaría inicialmente un 10%, aunque el gravamen medio final resultó de alrededor del 3%, ya que se flexibilizaron algunas condiciones para aumentar la recaudación.
Este instrumento se ha utilizado mucho a lo largo de la historia. La famosa piedra de Rosetta, (que facilitó la clave para la traducción de los jeroglíficos egipcios) habla de algunas condonaciones que se realizaron en este imperio, permitiendo incluso a algunos evasores salir de prisión. En los últimos veinte años, países muy diversos, como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Portugal, Italia, o Francia, las han realizado, con resultados muy diversos.
¿Por qué se hacen?
- Para aumentar la recaudación. Es una manera de incrementar los ingresos del Estado sin hacer recaer el esfuerzo en los ciudadanos de a pie (como sí sucede cuando se sube el IVA o el IRPF, por ejemplo).
- Para sacar a la luz parte de la economía sumergida que, de no mediar la amnistía, continuaría escondida indefinidamente.
- Para aumentar la base de contribuyentes. Al aflorar el dinero que hasta ese momento permanecía oculto al fisco, teóricamente también se está incrementando la recaudación por impuestos a medio plazo, ya que, a partir de la amnistía, ese dinero ya circula legalmente por la economía.
¿Qué problemas presentan?
- Aunque ha habido casos con cierto éxito en algunos países, la recaudación inmediata que se obtiene en las amnistías no suele ser muy elevada.
- Ocasionan un riesgo moral, ya que los ciudadanos que cumplen con sus obligaciones fiscales ven cómo los evasores pueden regularizar su situación con Hacienda a un coste muy inferior al que hubieran tenido si pagasen sus impuestos cuando correspondía, y sin sanciones adicionales. Además, esto puede provocar que la recaudación a medio plazo se resienta, puesto que algunos contribuyentes pueden considerar que no es justo o que no vale la pena cumplir al 100% con el fisco, si los beneficios que se obtienen son mayores que los costes que se pudieran derivar de esa infracción.