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Planificación financiera: cómo compaginar los gastos a corto plazo y los objetivos a largo plazo

El primer paso para establecer objetivos financieros a largo plazo es determinar cuáles son los gastos a corto plazo. Una vez controlado el desembolso más inmediato, empieza la planificación del ahorro e inversión para el futuro.

Gastos recurrentes, el punto de partida de cualquier planificación

Estimar los gastos recurrentes cada mes, como el teléfono o la electricidad, es relativamente sencillo, ya que son consumos que se mantienen relativamente estables a lo largo del tiempo. Bastará con observar los gastos de los últimos meses y hacer una estimación.

No debemos olvidar los gastos que son recurrentes pero con periodos más largos, por ejemplo anuales, como son algunos seguros o los gastos vacacionales. Estas cantidades de dinero pueden ser tenidas en cuenta de forma prorrateada. Por ejemplo, si estamos realizando nuestro presupuesto de gastos en diciembre y sabemos que tendremos que pagar un seguro el próximo octubre por valor de 1.000€, podemos presupuestar 100€ para el seguro a lo largo de los diez siguientes meses.

Esta forma de presupuestar es adecuada también para otros gastos esporádicos de importe considerable, como pudieran ser regalos para seres queridos o vacaciones.

Una vez calculados los gastos mensuales y prorrateados los esporádicos, tendremos información con respecto a la capacidad de ahorro e inversión, es decir, qué cantidad destinamos a los objetivos financieros de largo plazo.

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¿Qué son objetivos a largo plazo?

Para la mayoría un objetivo financiero a largo plazo se considera cualquier previsión de gasto no rutinario que tendrá lugar en el plazo de un año o más. Podría ser desde la adquisición de un coche o una vivienda, hasta los costes universitarios de un hijo. Naturalmente la jubilación entraría también en la mayoría de casos dentro de esta definición.

Por tanto, el siguiente paso de la planificación financiera debería ser estimar el coste aproximado de los objetivos financieros a largo plazo y su horizonte temporal. Necesitaremos dos datos sobre cada objetivo: qué cantidad necesitaremos y cuándo lo necesitaremos. Algunos ejemplos:

  • Compra de coche familiar nuevo: 30.000€ en dos años (entrada de 4.000€ más €485/mes durante 5 años, asumiendo un interés de 4,5%)
  • Universidad de hijo: 10.000€/año durante cuatro años empezando en 10 años (edad actual: 8 años) (En todas estas cifras a modo de ejemplo debe tener en cuenta la inflación que exista en esos momentos)

Una vez anotados todos los objetivos financieros a largo plazo podremos calcular el total de dinero necesario. El siguiente paso será identificar qué inversiones nos ayudarán a obtener esos objetivos, teniendo en cuenta el horizonte temporal y nuestro perfil de riesgo.

Aunque no hay nada asegurado en el futuro, podemos utilizar las medias históricas a muy largo plazo para tener una noción de qué clases de activos pueden interesar teniendo en cuenta el tiempo disponible para alcanzar los objetivos.

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Ajustar el presupuesto para alcanzar los objetivos a largo plazo

Teniendo en cuenta los cálculos anteriores que hemos realizado podemos estipular qué cantidad necesitamos ahorrar e invertir mensualmente para poder cumplir nuestros objetivos.

Si los números no cuadran habrá que ajustar los objetivos, recortar gastos o aumentar ingresos. Es importante tener presente que las circunstancias van cambiando a lo largo de la vida y que pueden acontecer toda clase de imprevistos. Así que, si se produjera cualquier cambio en los gastos o ingresos previstos, es importante revisar el plan para comprobar que los objetivos siguen siendo alcanzables.

Para algunos, realizar un presupuesto tiene connotaciones negativas y es algo que evitan. Pero realizar un presupuesto no implica privarnos de cosas que queremos, sino saber dónde está yendo nuestro dinero. Facilita que el dinero ayude a conseguir lo que realmente queremos, lo que es más importante para nuestro futuro y el de nuestros seres cercanos.

¿Cómo presupuestar para el largo plazo?

Para lograr los objetivos financieros a largo plazo debemos determinar cuánto ahorrar e invertir cada mes para integrar este concepto en el presupuesto mensual o de corto plazo. Como hemos visto, la forma de conseguirlo es realizar un cálculo de todos los gastos, incluyendo los gastos esporádicos prorrateados y restándolos de los ingresos mensuales.

Es importante recordar que el ahorro e inversión de este mes no tiene por qué coincidir con los siguientes meses del año. Las circunstancias cambian. Es por ello que es necesario mantenerse al día en los cálculos y mantener actualizado el presupuesto.

Debemos ser realistas con respecto a lo que podemos ahorrar cada mes. Si somos excesivamente ambiciosos a la hora de planificar nuestra capacidad de ahorro, probablemente desistiremos por el camino y no lograremos alcanzar los objetivos. Si establecemos una tasa de ahorro razonable teniendo en cuenta nuestro estilo de vida, será más fácil cumplirla.

Tener expectativas razonables, así como la disciplina de perseverar en la buena gestión de las finanzas previsiblemente hará que el dinero crezca y ayudará a no perder poder adquisitivo por culpa de la inflación.

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¿Dónde debería invertir mis ahorros?

La última pieza clave de una buena planificación financiera a largo plazo es acertar con las inversiones. No tanto obtener la máxima rentabilidad posible, sino ajustar adecuadamente las necesidades de cada uno a las características de sus inversiones.

Hay muchas inversiones especulativas que podrían multiplicar su dinero, pero cuidado, porque también podrían arruinarle. Por este motivo, cada cartera debe ser única, pues las circunstancias de ingresos, planes y proyectos también son únicos. Una buena planificación financiera tiene en cuenta su horizonte temporal, así como su perfil de riesgo para estructurar una cartera adecuadamente ponderada.

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