Swap, cubriendo los precios

Cuando oímos el término “swap” nos puede sonar raro, pero realmente muchos de nosotros, aunque posiblemente sin saberlo, hemos sido usuarios en algún momento de nuestra vida de un swap.

Definición

Un Swap es un tipo de derivado financiero. Se instrumenta en forma de contrato de permuta entre dos partes, que intercambian los flujos financieros vinculados a otro producto subyacente o derivado, de ahí su nombre. Es muy utilizado para cubrir posiciones y reducir riesgos.

Tipos de Swap

Tipos de interés: Es sin duda el swap más habitual, al menos de los que conocen los clientes particulares. En él se intercambian tipo fijo y tipo variable, las dos partes que intervienen en el contrato. De hecho, mediante estos contratos se instrumentan las famosas cláusulas suelo y techo, que han sido tan polémicas a raíz de la bajada de los tipos de interés en los últimos años.

Su funcionamiento es el siguiente en un caso habitual, por ejemplo en una hipoteca a tipo variable:

Si tenemos una hipoteca a tipo variable y queremos aprovechar los bajos tipos actuales para asegurarnos un buen precio para lo que queda de operación, podemos negociar una permuta con el banco. Nosotros pagaremos el tipo fijo y así nos olvidaremos de lo que suceda con el Euribor en el futuro.

Divisa: Conceptualmente es idéntico, ya que se fija un intercambio de divisas en dos momentos diferentes en el tiempo a un tipo de cambio pactado. Llegado el momento futuro, podemos ganar o perder con la operación, pero de esta forma nos aseguramos un nivel que hoy consideramos adecuado.

Otros: Equity swaps, CDS (Cobertura de insolvencias), etc. Es un producto avanzado que admite muchos tipos diferentes de contratos.

De qué depende el precio

Toda cotización de un swap va asociada a una expectativa futura de precio. Por ejemplo, en el caso que comentábamos del swap de tipo de interés, se obtiene un tipo fijo que iguala la expectativa de mercado para toda la vida de la operación. Ese precio cada día es diferente y depende de las curvas de tipos futuros.

Para el resto de productos sucede lo mismo. En teoría, la operación debería ser neutra, aunque en realidad sólo lo es en el momento 0.

Un segundo más tarde, una de las dos partes ganaría o perdería de cancelarse la operación recién formalizada, puesto que el precio ya habría oscilado. Eso sí, puede resultar muy útil para reducir riesgos.

Cancelación

Los swaps pueden cancelarse en cualquier momento, pero tienen un precio de mercado (se conoce como MTM, Market to Market). Esto es algo que muchos han comprobado con las cláusulas suelo.

Pongamos dos ejemplos, uno favorable y otro desfavorable:

Si contrato un tipo fijo a pagar del 4%, hoy en día ese swap valdrá una fortuna, porque el Euribor está en negativo. Por tanto, si quiero cancelarlo tendría que hacer un desembolso enorme.

En el caso contrario, si contrato un tipo fijo del 1,5% y el Euribor se dispara a un 6%, al cancelarlo cobraríamos una cantidad enorme de dinero.

Conclusión

En definitiva, los swap son un producto muy frecuente en los mercados financieros que se utilizan continuamente, pero hay que ser consciente que pese a poder usarse como una cobertura que nos aporte seguridad, es un producto que siempre implica una ganancia para una de las partes y una pérdida para la otra.