impuestos que pago

¿Soy consciente de los impuestos que pago?

Impuestos. Palabra maldita para muchas personas en multitud de países. Prácticamente todos, alguna vez en la vida, nos hemos ‘quejado’ de la cantidad de impuestos que pagamos, porque restan una notable cantidad a nuestra nómina a fin de mes o suman euros a nuestras compras. Realmente ¿soy consciente de los impuestos que pago?

¿Pero qué haríamos sin impuestos? Es probable que sin ellos no existiera el sistema de sanidad pública, ni el de educación, ni el transporte, ni las carreteras… Sin ellos, todos esos servicios tan necesarios serían de pago, y probablemente sumarían más que la cantidad de impuestos que pagamos anualmente. El caso de Estados Unidos es el ejemplo más conocido, un país en el que prácticamente todo es de pago, incluso su llamada ‘sanidad pública’.

Por ello, aunque se piense lo contrario, abonar impuestos siempre compensa. Además, el sistema está creado de forma equitativa, lo que supone que se paga en función de lo que se tiene. Con impuestos progresivos, en proporción a la renta y el patrimonio, lo que implica que quien más tiene, paga más. Aunque se discute que las grandes fortunas encuentran formas de para reducir su factura fiscal que la ley permite. Pero ese es otro tema.

En cualquier caso, muchas veces ni tan siquiera somos conscientes de los tributos que pagamos. Porque cada vez que se produce un intercambio monetario,  ocurre su correspondiente gravamen fiscal. Vamos a verlo.

¿Soy consciente de los impuestos que pago?

El primero y más importante es el de la Renta de las Personas Físicas, más conocido como IRPF. Decir que por el mero hecho de ser personas ya pagamos impuestos es una exageración; pero sí que pagamos por el trabajo que hacemos, o mejor dicho, por el rendimiento que generamos. 

Cada mes que recibimos nuestra nómina, una parte va para Hacienda. En un porcentaje va en función de lo que se gana, pues no sería justo que una persona con el salario mínimo tuviera un IRPF igual que el que cobra 5.000 euros al mes. Actualmente, la escala de tramos de IRPF es la siguiente:

IngresosIRPF
Hasta 12.450 euros al año19%
De 12.450 euros a 20.200 al año24%
De 20.200 euros a 30.200 al año30%
De 35.200 euros a 60.000 al año37%
A partir de 60.000 euros al año45%

Hay que aclarar que el porcentaje final es una suma del tipo estatal y del autonómico. Es decir, que una parte de ese porcentaje recaudado va al Estado y la otra, a la comunidad autónoma en la que trabajemos.

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Así, en función de lo que ganemos, pagaremos una de estas cantidades. No obstante, cabe apuntar que quizá la última categoría, la de las rentas superiores a 60.000 euros, sea la menos equitativa, pues no es lo mismo cobrar 60.000 euros al año que medio millón de euros, sin embargo, todos los euros por encima a esa cifra tributan al mismo tipo: 45%.

Vamos con otro de los impuestos más conocidos, el IVA. Este es el famoso Impuesto sobre el Valor Añadido, el que se impone a los productos de consumo que compramos. En España, el tipo general es del 21%, por lo tanto, del precio total de cada cosa que compramos, el 21% corresponde a IVA.

Pero, no todos los productos se gravan por igual. Porque no es lo mismo comprarse un jersey que una barra de pan, la necesidad no es la misma. Por ello, hay diferentes tipos para cada clase de productos -clases que también son muy discutidas, porque la consideración de ‘primera necesidad’ no es igual para todo el mundo- :

Está el IVA reducido, que es del 10%, que es el que se aplica a los productos de alimentación, los farmacéuticos, a la compra de una vivienda y su reforma o remodelación, o los productos de uso agrícola.

Por último, hay un IVA superreducido del 4%, para los bienes y servicios considerados de primera necesidad. Esos alimentos básicos de la cesta de la compra, como la leche, el pan o el arroz, los libros o revistas y los medicamentos.

IRPF e IVA son los dos tributos más comunes para la mayoría de ciudadanos y con los que más se recauda. Pero hay otros, específicos para ciertas actividades o transacciones. Así, las empresas tienen el suyo propio, el Impuesto de Sociedades, un gravamen controvertido porque no siempre las compañías más grandes pagan más. El tipo general es del 25% sobre los beneficios que genera la empresa, mientras que las entidades de crédito o firmas dedicadas al sector de los hidrocarburos pagan un 30%.

Las cooperativas tienen un tipo reducido del 20%, mientras que las firmas de nueva creación pagan todavía menos, un 15%. Luego están las empresas sin fines lucrativos, que tributan al 10% y las polémicas SICAVSociedades de Inversión de Capital Variable- que tributan tan solo al 1%.

Otro impuesto específico es el de Sucesiones o Donaciones, también muy cuestionado porque en ciertas autonomías está bonificado y en otras no, lo que genera tensiones entre ellas y que incluso las grandes fortunas se muden a estas regiones más favorables para su patrimonio. Cada comunidad aplica este impuesto como quiere, ya que está cedido por el Estado.

Después están el de Transmisiones Patrimoniales, que grava las compras de viviendas o de otros bienes, por ejemplo, y que también es autonómico, o el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, más conocido como IBI, que gestionan directamente los ayuntamientos.

Como hemos visto, toda acción que implique un rendimiento o que suponga el intercambio económico o de bienes y servicios queda gravado en España. Es importante tener todos los impuestos en cuenta, pues así seremos conscientes de lo que realmente pagamos por las cosas y quizá demos más valor al dinero que gastamos. También, de igual forma, saber valorar los servicios públicos que disfrutamos, pues al fin y al cabo salen de nuestros bolsillos. Y debemos estar orgullosos de ellos, pues en España están entre los mejores del mundo.