Los coches eléctricos están de moda. El encarecimiento del petróleo que se vivió hace algunos años provocó que diversas compañías automovilísticas comenzasen a desarrollar diversas alternativas: modelos más eficientes, con un consumo más reducido, vehículos híbridos y eléctricos, mediante baterías o a través de pilas de combustible.
El éxito del Nissan Leaf, uno de los pioneros en este ámbito, unido al celebrado lanzamiento del Tesla 3, pone el foco sobre los vehículos eléctricos, que son considerados por muchos como el futuro de la automoción.
¿Qué ventajas ofrecen?
La ecología es una de las cuestiones más citadas por los partidarios de estos vehículos. El coche eléctrico no usa combustibles fósiles, sino electricidad (otra cuestión que habría que considerar es cómo se ha producido esta electricidad, aunque el usuario podría buscar también una comercializadora 100% verde). Por ello, son más respetuosos con el medio ambiente, ya que no emiten gases nocivos. Se estima que aproximadamente el 80% de la contaminación urbana procede de los tubos de escape de los vehículos. Algunas ciudades promocionan este aspecto, permitiendo que los vehículos eléctricos aparquen en zonas de estacionamiento reguladas de forma gratuita.
Además, son mucho menos ruidosos que los vehículos diésel y de gasolina, lo cual redunda en una menor contaminación acústica (algunos expertos argumentan que demasiado silencio puede ser peligroso, puesto que podría producir el atropello de personas ciegas o que simplemente vayan distraídas, y de esta manera, en Estados Unidos se ha propuesto que hagan ruido cuando circulen por debajo de 30 kilómetros por hora).
En lo relativo a la potencia, los modelos eléctricos no tienen nada que envidiar a sus homólogos de combustión, pero, además, son mucho más lineales en su entrega, de manera que, aunque la potencia máxima sea la misma, el eléctrico la ofrece a cualquier rango de revoluciones (si bien, dependiendo de los modelos, las marcas pueden hacer algún ajuste electrónico para conseguir, por ejemplo, más suavidad a la hora de arrancar).
Debido a este funcionamiento, los vehículos eléctricos no necesitan marchas (si bien algunos fabricantes se plantean incluir una caja de cambios que podría proporcionar algo más de autonomía, además de hacer la transición más sencilla para los conductores acostumbrados a ella). Gracias a esta característica, el motor puede descentralizarse y ubicarse en cada rueda, de manera que se podría aprovechar el espacio del capó para otros menesteres. Además, se evitan los sistemas de refrigeración y de aceite habituales en los motores de combustión, con lo cual el coste de mantenimiento se abarata. También se gasta menos en frenos, porque utilizan un sistema de frenada regenerativa, que permite utilizar la retención del motor para frenar y, de paso, recargar en parte la batería.
Los motores son más eficientes. Los coches eléctricos muestran una eficiencia que ronda el 90%, muy superior al 25-30% de los vehículos de combustión. De esta manera, el coste cada cien kilómetros recorridos por un vehículo de gasolina puede estar en los 7 euros, o 5 euros en el caso de los diésel, mientras que, en el caso de los eléctricos, (a pesar de lo cara que está la electricidad) puede rondar los 2 euros, o incluso estar en torno a 1 euro, si las recargas se hacen con tarifas de discriminación horaria.
¿Cuáles son los inconvenientes?
La tecnología utilizada por estos vehículos todavía tiene que recorrer un largo camino hasta su maduración. A pesar de que ha avanzado mucho en los últimos años, todavía presenta algunos problemas, especialmente en relación a las baterías que utilizan.
La autonomía: Algunos automóviles del segmento medio-alto ya alcanzan entre 300 y 400 kilómetros de autonomía (lo que daría para utilizarlos como primer vehículo), pero la mayoría de los eléctricos más asequibles se encuentran entre 150 y 200, lo cual supone una limitación bastante considerable. Es de esperar que, en el futuro, la utilización de nuevos materiales permita alargar de manera sustancial el kilometraje alcanzado por estos vehículos.
A la poca autonomía se une la escasez de puntos de recarga. Todavía resulta mucho más fácil encontrar una gasolinera que un punto de carga eléctrica.
El tiempo de carga: hoy en día, recargar la batería todavía es un proceso muy lento: con la recarga rápida (la que habitualmente haríamos en los postes de recarga, más potentes), lleva alrededor de media hora, para una carga entre el 80% y el 100%. Si la recarga se efectúa en el domicilio, se puede tardar entre 6 y 8 horas (se puede instalar en casa un sistema más rápido, con un coste entre 600 y 1.500 euros). Este inconveniente puede conllevar problemas si necesitamos salir con urgencia o tenemos prisa y no podemos esperar.
La duración de la propia batería: aunque las baterías de los coches eléctricos son muy robustas y suelen estar garantizadas durante bastantes años (entre 5 y 8, según las marcas), no están exentas de fallos o de pérdidas de rendimiento. La sustitución de una batería puede resultar muy costosa (entre 5.000 y 6.000 euros para un vehículo de gama media). Hay marcas que ofrecen una solución intermedia: se adquiere el vehículo, pero la batería está en alquiler, con lo cual, si se estropea, el usuario recibe una nueva. El inconveniente, que hay que realizar un pago mensual mientras se posea ese vehículo, que puede estar entre 50 y 200 euros, según el kilometraje que se realice (como orientación, unos 79 euros mensuales por 12.500 kilómetros al año).
El precio: en principio, los eléctricos son más caros, al tener producciones menores y no estar la tecnología totalmente madura. Sin embargo, con las subvenciones a la compra de estos vehículos, la diferencia es bastante reducida, y ya hay que echar otro tipo de cuentas, en función del uso que vayamos a hacer del vehículo (por el ahorro que obtenemos en el consumo), de si alquilamos o no la batería, etcétera. Teniendo en cuenta todos estos aspectos, la divergencia con los vehículos de combustión se puede reducir todavía más, e incluso, en casos concretos, resultar más económico.
Por otra parte, no existen talleres especializados en este tipo de vehículos, lo que obliga a depender de la marca para su mantenimiento y/o reparación.
En resumen
Los vehículos eléctricos representan una alternativa más ecológica para el desplazamiento, ya que son más limpios y eficientes, pero no es válida para todo el mundo, pues su autonomía es limitada y su recarga es lenta.
En cuanto al apartado económico, tienen un coste por kilómetro recorrido mucho menor, y en algunos aspectos pueden tener un mantenimiento más barato, pero hay otros elementos que todavía juegan en contra de esta opción, en especial, las baterías y la dependencia de la marca. Si sólo se tiene en cuenta este aspecto, el usuario debe realizar muchas cuentas para calcular qué es lo que más le conviene en su caso.