Hace tiempo que te quedas con la mirada perdida en casa imaginando cómo quedaría algún espacio después de hacer obra. Luego te entran dudas porque no sabes qué constructor hará bien el trabajo, por el desorden que se lía, y sobre todo, porque cualquier obra cuesta un dineral. Pero claro, pasas gran parte del tiempo en tu hogar y te gusta que sea cómodo, útil y que luzca bonito. ¡Pues pongámonos manos a la obra para que los cimientos de tu economía aguanten la reforma!
Los azulejos del baño parecen los de Cuéntame. Oye, podríamos poner tarima flotante, que es rápido y queda muy bien. ¡Hay que ver lo que cambiaría el piso con las puertas blancas! ¡Es que en esta cocina ya no cabe nada! Probablemente alguna de estas frases ha sonado en tu casa en los últimos meses. Pero no sabes por dónde empezar, ni si necesitas realmente todos esos cambios, ni cuánto te va a costar. Saca la calculadora y sigue leyendo.
Reformas en casa, una inversión en hogar.
Cualquier mínimo cambio en casa requiere planificación, porque implica cambiar de estilo de vida varias semanas y especialmente porque suelen ser muy costosas. Y, como en cualquier otro gran desembolso, hay que seguir ciertas pautas y saber mirar más allá de la reforma en sí. Las siguientes preguntas son de gran importancia para el ahorrador que quiere mejorar su vivienda sin arruinarse:
- ¿Reformas por ganar utilidad o por estética? O qué proporción es por uno u otro motivo.
- ¿Cuánto valoras esa mayor comodidad de tu hogar?
- ¿Cuánto valoras que tu casa luzca como a ti te gusta?
- ¿Es factible esa reforma? ¿Hay algún período prohibido en la comunidad de vecinos?
- ¿Es el mejor momento? ¿Durante el año o mejor en verano?
- ¿Qué presupuesto tienes? ¿Tienes suficiente liquidez? ¿Cuánto te cuesta financiarte?
Al igual que en otros aspectos de la economía, una reforma se plantea como un reto difícil de superar. Para afrontarlo con éxito, resulta muy útil asemejarlo a una inversión en tu hogar: destinas tus ahorros a modificar tu vivienda porque esperas obtener un beneficio día a día, una vez completada la reforma. Como en toda inversión, la clave está en no precipitarse, estudiar las diferentes alternativas, proyectar diversos escenarios y saber anticiparse a los errores. Y justo en este punto te encuentras ahora leyendo este artículo.
Que no se escape nada en la planificación de tu reforma.
Desafortunadamente, no basta con explicar a los albañiles qué quieres cambiar, esperar que terminen su trabajo y pagarles. Para transformar tu hogar sin arruinar tu economía tienes que controlar las diversas partes de la obra:
- Qué quiero cambiar: distribución de espacios, baños, cocina, suelo, cierres, tuberías, instalación eléctrica, climatización centralizada, etc.
- Quién me hace la reforma: probablemente el punto más complicado. Aunque las empresas grandes aportan más garantías, también conviene preguntar a familiares y amigos si hicieron obras recientemente.
- Pedir dos o tres presupuestos: es prioritario comparar el precio, condiciones y plazos de ejecución con varios constructores.
- ¿Es posible hacer esos cambios? Preguntando al constructor, revisando la normativa, y las normas de la comunidad.
- Cuánto me cuesta. Lo vemos en el siguiente apartado.
- ¿Tengo suficiente ahorro? ¿Cómo ahorro para lograr la cantidad necesaria?
¿Cuánto cuesta una reforma en casa?
La cifra exacta la tendrás una vez que sumes en tu Excel todos los conceptos que vas a ir pagando en las próximas semanas. Lo verdaderamente importante es saber estimar esa cifra antes de firmar el presupuesto. Que no se te escape ningún gran importe es fundamental para que tus ahorros puedan soportar la obra, aunque, para imprevistos y gastos no considerados a primera hora deberías dejar guardado un 10 o 15% adicional.
En toda reforma la actuación del propietario va a influir directamente sobre el total del presupuesto, abaratándolo o encareciéndolo, según sus decisiones. Si dejamos todo en manos de la empresa constructora nos evitamos quebraderos de cabeza, pero perdemos el control de muchos aspectos como precios, calidad de los materiales y elección de los acabados.
Si has seguido los pasos anteriores, antes de la obra conoces perfectamente qué quieres cambiar y tienes capacidad para elegir el mejor presupuesto. Entonces, es imprescindible que el presupuesto sea cerrado, es decir, que aparezcan reflejados todos los cambios y cuánto te van a costar. Además, ya que has hecho tus planes para que la obra se realice en un momento concreto, puedes exigir al constructor que cumpla sus plazos, con penalizaciones en caso de retraso.
En cuanto a la forma de pago, lo normal es pagar un porcentaje al inicio (30%), otro en la mitad de la obra (30%) y el resto al finalizarla (40%).
Y ten en cuenta los impuestos. Porque al presupuesto hay que sumarle el IVA que será del 21%, o del 10% si los materiales no superan el 40% del total de la obra. Y la tasa de obra menor, de entre el 2% y el 5% del presupuesto, que se paga en el ayuntamiento.
Al César lo que es del César y al constructor lo que es del constructor.
Habitualmente, los presupuestos de obra incluyen el coste de los materiales necesarios (cemento, perlita, ladrillos, etc.), pero deja sin definir elementos que elige el propietario, donde el precio es muy variable: interruptores, focos LED, sanitarios, puertas, etc.
De hecho, en este último punto aparece un amplio margen de ahorro. Una vez que tenemos varios presupuestos por delante, es el momento de desglosarlos y buscar ahorro:
- ¿Es todo realmente necesario?, o hay caprichos estéticos que me disparan el presupuesto.
- Cuánto me costaría encargar partes de la obra a otras empresas especializadas: las puertas, la cocina, los armarios, los sanitarios…
Ahora que está la casa levantada es el momento.
Hay elementos de la vivienda que se deterioran con el paso de los años. Puede que, a largo plazo, nos interese aprovechar ahora que está la casa manga por hombro con el suelo levantado, que vamos a quitar la solería, o cambiar los cuartos de baño o la cocina para renovar la instalación eléctrica y las tuberías. De igual forma, tampoco tiene sentido instalar un buen sistema de climatización, si las ventanas y cierres no tienen aislamiento térmico, especialmente ahora que está en vigor la legislación sobre la certificación de la eficiencia energética.
Sin caer el vicio de los “ya que” (ya que estamos metidos en obra podemos…) y que los añadidos acaben desvirtuando tu idea inicial, tu presupuesto y tu ahorro, no se debe olvidar que una reforma es una inversión que hay que tratar de optimizar en el tiempo.