Los bancos centrales juegan un importante papel en el desempeño económico de un país o de un área económica. Las medidas sobre políticas monetarias que toman —o que dejan de tomar— pueden tener una gran relevancia, especialmente en épocas de crisis o incertidumbre, como la que nos ha tocado vivir en los últimos años, primero con la Gran Recesión y ahora con la pandemia de la COVID-19.
Una de las principales metas de todo banco central y así figura como objetivo del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo es la de mantener un nivel de inflación determinado. En el caso del BCE, sería en un nivel próximo e inferior al 2% a medio plazo, aunque en 2019 se empezó a barajar que pudiera estar también ocasionalmente en un nivel superior a ese 2%.
El mantenimiento de cierto nivel de inflación no es en realidad un fin en sí mismo (lo cual significaría que se desea que suban los precios), sino en la medida en la que implica que la economía está funcionando, que la actividad económica es dinámica, tratando de mantener lejos situaciones de estanflación, es decir, estancamiento con inflación.
Por eso, además de las políticas monetarias, algunos bancos centrales tienen otros objetivos; por ejemplo, se ha destacado a menudo que, a diferencia del BCE, la Reserva Federal de Estados Unidos tiene entre sus objetivos el crecimiento y el empleo, pudiendo flexibilizar el objetivo de inflación de cara a favorecer la creación de puestos de trabajo y el crecimiento económico.
A continuación, repasaremos algunas de las políticas que han adoptado los principales bancos centrales en los últimos tiempos.
Banco Central Europeo
Tal y como ha señalado la presidenta del BCE, Christine Lagarde, «tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias», por lo que el Banco Central Europeo se ha implicado a fondo dentro de sus atribuciones, con diversas actuaciones:
- El PEPP o plan de compras de emergencia frente a la pandemia o Pandemic Emergency Purchase Programme tiene el objetivo de reducir el coste de financiación y aumentar la concesión de créditos en la Eurozona, para lo cual se destinarán hasta 1,35 billones de euros en la compra de bonos de bancos (para que a su vez, puedan prestar a las empresas y hogares) y bonos de empresas, como fuente de financiación para éstas.
- El tipo de interés oficial se mantiene en el 0%, quedándose en el 0,25% el de la facilidad marginal de crédito (el tipo al que presta el BCE a un día a los bancos de la Eurozona), mientras que la facilidad marginal de depósito (el tipo con el que el BCE remunera a los bancos los depósitos a un día) se queda en -0,50%. Todas ellas son cifras excepcionalmente bajas, y establecidas para conseguir circulación, que el dinero «se mueva», no se quede quieto.
- Con la intención de mejorar el acceso al crédito se ha incrementado la cantidad que los bancos pueden pedir como préstamos al BCE, para facilitar la obtención de fondos para financiar a los afectados por el coronavirus, relajando los criterios con relación a las garantías exigidas por el BCE para la concesión de estos préstamos.
- Se asegura la liquidez de los bancos para que puedan prestar cuando sea necesario, mediante operaciones adicionales de refinanciación a largo plazo (TLTRO).
- Se da la posibilidad a los bancos de utilizar, en parte, algunos colchones o buffers, que precisamente se habían establecido para permitir a las entidades soportar situaciones de estrés y, de ese modo, destinar una mayor proporción del dinero a préstamos.
Reserva Federal estadounidense
La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) comenzó a actuar ya en marzo y abril de 2020, cuando la COVID-19 aún no se había cebado con el país. Su presidente, Jerome Powell, anunció la bajada de tipos de interés al 0% (antes estaban en el 1,50%), la compra de bonos soberanos sin límites, la financiación de bonos corporativos (incluso a nivel de bonos basura), así como el establecimiento de líneas de liquidez con otros bancos centrales.
Entre otras, la FED aprobó un paquete de medidas de 2,3 billones de dólares (2,1 billones de euros) para aumentar la capacidad de préstamo de las entidades bancarias, además de otras actuaciones menos convencionales, como la compra de bonos de estados y ciudades por valor de medio billón de dólares y el llamado Programa de Préstamos de Main Street, por valor de 600.000 millones. Un apunte al respecto: Main Street es el término que se suele utilizar para las pequeñas empresas, en contraposición a las de Wall Street.
Banco de Inglaterra
En marzo, el Banco de Inglaterra (BoE) anunció la bajada de los tipos de interés desde el 0,25% al 0,10%, ampliando además su programa de compra de deuda hasta los 700.000 millones de libras. Dentro de su programa de compra de activos puede adquirir tanto bonos soberanos (emitidos por los países) como de empresas no financieras, aunque en principio se centrará en los primeros.
Además, el BoE avalará una línea de créditos por importe de 325.000 millones de libras y ampliará temporalmente, sin límites, la llamada Ways and Means Facility (W&M). Se trata de un mecanismo por el que la entidad presta directamente dinero al gobierno, sin que este tenga que emitir bonos y acudir al mercado de deuda, que vendría a ser lo que habitualmente se entiende como «imprimir dinero».
Banco de Japón
Ante la gravedad de la crisis ocasionada por la COVID-19, el Banco de Japón (BoJ) ha adoptado medidas para la compra ilimitada de bonos de deuda pública (antes restringida a un volumen máximo de unos 690.000 millones de euros anuales), además del aumento del volumen de compra de activos de empresas hasta los 170.000 millones de euros anuales, multiplicando por cinco el existente hasta entonces.
En cuanto al tipo de interés, lo ha mantenido como estaba, al no tener mucho margen por estar ya en negativo, ya que desde 2016 se sitúa en -0,10%.
Banco de China
El país donde se originó la pandemia comenzó a tomar medidas antes que nadie. En su primera actuación, el 3 de febrero, el Banco de China (BPC) inyectó a las entidades financieras 1,2 billones de yuanes (unos 160.000 millones de euros).
Posteriormente, recortó en 10 puntos básicos el tipo de interés a tres y a cinco años, y en veinte puntos básicos los tipos a un año, medidas de flexibilización monetaria encaminadas a favorecer la liquidez y mantener la actividad económica.
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