Estamos acostumbrados a leer u oír en los medios de comunicación que tal empresa tiene una deuda neta de tantos millones o que el ratio de deuda respecto a Ebitda es de tal o cual proporción. Pero, ¿qué significan exactamente estos términos? ¿A partir de qué niveles se deberían preocupar los accionistas?
El indicador que se suele utilizar para medir el grado de endeudamiento es el ratio:
Deuda Neta / Ebitda
A grosso modo, la deuda se calcula sumando todas las obligaciones de pago actuales de una empresa. Para poder ponerle el apellido ‘neta’ debemos restarle los activos líquidos y los derechos de cobro.
Esta cifra la debemos comparar con el Ebitda para hacernos una idea de la proporción de la deuda en relación al beneficio operativo que genera la compañía.
Para saber cuál es el nivel óptimo de endeudamiento para una empresa hay algunos aspectos a tener en cuenta, si bien el más importante es el sector al que pertenece.
Algunas empresas pertenecientes a sectores como la energía (petroleras, eléctricas…) o la construcción suelen tener altos volúmenes de deuda, ya que los proyectos que llevan a cabo requieren fuertes cantidades de inversión inicial.
En contraposición, hay sectores que no requieren de tanta necesidad de financiación y cuentan con menores niveles de deuda. Es el caso de empresas de prestación de servicios, de medios de comunicación o del sector textil.
También debemos tener en cuenta que para algunos sectores no tiene mucho sentido estudiar los ratios de deuda, ya que se dedican precisamente a prestar dinero, por lo que estos ratios no sirven de mucha ayuda a la hora de analizarlas. Es el caso de los bancos.
El hecho de que una empresa tenga deuda no tiene por qué ser malo. Lo será si el tipo de interés que paga es muy elevado o si la rentabilidad que se obtiene con esa deuda está por debajo del coste que supone. Pongamos un ejemplo: si una empresa pide un préstamo para la construcción de un hotel y paga un tipo de interés del 5%, pero luego el negocio funciona y consigue una rentabilidad del 15% de la inversión, ese endeudamiento no parece tan malo. Distintas serían las cosas si estamos pagando un 5% y no conseguimos sacar más de un 3%.
Hay gente con mucho dinero que se compra el coche a plazos o grandes patrimonios que solicitan una hipoteca a la hora de comprarse una vivienda.
A la hora de extrapolarlo a las empresas, hay un factor muy a tener en cuenta que hace que tener deuda sea más atractivo: si la empresa destina parte de los ingresos al pago de la deuda mediante intereses, se reduce el beneficio, y con ello la cantidad destinada al pago del impuesto de sociedades.
Otro factor es que muchas empresas por su modelo de negocio tienen márgenes muy bajos, pero su obligación es crear valor para el accionista, por lo que la única alternativa existente para aumentar dicha rentabilidad es mediante el apalancamiento para afrontar nuevas inversiones, de una forma comedida. Un buen ejemplo podrían ser las compañías petrolíferas.
Son por estos y otros factores por los que muchas empresas apuestan por tener una estructura de capital basada en la deuda.
El caso de Endesa
Un ejemplo muy claro de esto se produjo en la eléctrica Endesa en 2014. Unos meses antes, la italiana Enel, que era propietaria de la mayoría de acciones de Endesa, llegó a la conclusión de que el mercado estaba penalizando las acciones de Endesa en bolsa, precisamente por su bajo nivel de endeudamiento.
Llevaron a cabo una reestructuración a fondo de la empresa. Enel le compró sus activos en Sudamérica. No obstante, lo que más sorprendió fue que Endesa solicitó un préstamo millonario para pagar un dividendo a sus accionistas, todo ello con el propósito de conseguir que la empresa se endeudase para lograr una estructura de capital más eficiente.
Para los más curiosos, os dejamos abajo una tabla con el nivel de endeudamiento de las principales compañías de la eurozona (Componentes del Eurostoxx-50, excluyendo sector financiero):