¿Qué hay de cierto en las alarmas sobre el fin de las pensiones en un futuro cercano?

Una de las razones por las que resulta fundamental una adecuada gestión de nuestra economía es la de poder mantener el nivel de vida en la jubilación. En España contamos actualmente con unas pensiones dignas, pero hay dos problemas claros en el horizonte:

  • La estructura de la pirámide de población: gran parte de la misma se concentra en la franja entre treinta y cincuenta años, correspondiendo con los nacidos en el baby boom español, lo cual significa que habrá un gran aumento del número de pensionistas cuando estas personas se jubilen.
  • El propio funcionamiento del sistema, que al desarrollarse bajo la modalidad de reparto, implica que cada persona no cotiza para sí misma, sino que lo hace para pagar las pensiones de los que están jubilados (de la misma manera que a cada uno le pagarán su pensión los que estén en activo en ese momento).

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Cuál es la situación actual

Algunos relacionan este funcionamiento de las pensiones con un esquema piramidal: si el número de cotizantes desciende y el de pensionistas aumenta, se puede llegar a la quiebra del sistema.

La crisis ha provocado que en los últimos años haya descendido el número de cotizantes a la Seguridad Social, así como el importe medio de las cotizaciones. Esta bajada, unida al incremento de pensionistas y de la pensión media cobrada por estos, ha provocado que se haya tenido que hacer uso de la llamada hucha de las pensiones, un fondo de reserva que llegó a acumular casi 70.000 millones de euros, además del rendimiento que produce (mayoritariamente, está invertido en Deuda Pública española).

En los últimos cuatro años se han utilizado más de 43.000 millones de euros, con lo cual, una vez añadidos los intereses generados, quedan unos 40.000 millones en el fondo, los cuales, según algunos estudios, podrían agotarse entre 2020 y 2028.

Bajo la previsión de que el modelo no aguante, por la ya citada estructura poblacional (aunque no exista una certeza total sobre esto, puesto que si la economía va bien, se incrementaría el número de inmigrantes),  es por lo que se han planteado en los últimos años varias reformas del sistema de pensiones.

Qué cambios se han hecho en los últimos años

  • En 2011, se aumentó de 15 a 25 el número de años para el cómputo de la pensión.
  • Progresivamente, se incrementará la edad de jubilación de los 65 a los 67 años (se alcanzarán en 2027).
  • En 2013, se abandonó la inflación como criterio para revalorizar anualmente las pensiones, estableciendo un mínimo del 0,25% y un máximo de IPC+0,50%.
  • Además, se aprobó el Factor de Equidad Intergeneracional (aunque todavía no se ha puesto en marcha), que liga la pensión inicial de los nuevos jubilados a la esperanza de vida (hay que tener en cuenta que el límite de los 65 años se estableció en una época en la que poca gente superaba dicha cifra, mientras que ahora, la esperanza de vida en España supera los 80 años).

El Factor de Equidad Intergeneracional se basa en la idea de adaptar las pensiones a la esperanza de vida media, de manera que los pensionistas reciban a lo largo de toda la jubilación la misma prestación. De esta manera, si se espera que un pensionista viva 25 años a partir de la fecha de jubilación, recibirá un 20% menos que otro cuya esperanza de vida sea de 20.

Todas estas modificaciones van en la línea de reducir las pensiones para tratar de hacer sostenible el sistema, equilibrando los ingresos y los gastos. Posiblemente, en el futuro asistamos a más aumentos en la edad de jubilación (a medida que la esperanza de vida continúe subiendo) y veamos otros ajustes en la manera de calcularlas (como por ejemplo, que se computen todos los años cotizados). Con ello, siempre se puede conseguir que el sistema no quiebre, aunque sea a costa de bajar la pensión media (y por eso, conviene empezar a pensar en la jubilación desde joven).

¿Hay otras posibilidades?

Una opción que apuntan algunos expertos, todavía no desarrollada, consistiría en desacoplar las pensiones contributivas de las cotizaciones. La Seguridad Social no deja de ser como un impuesto más, pagado por trabajadores y empresas. Las pensiones no tienen porqué ser sostenidas por los trabajadores en activo, sino que podría ser una partida más dentro de los Presupuestos Generales del Estado, financiada por las cotizaciones y/o por otros impuestos.

Esta medida haría el sistema de pensiones mucho más sostenible, ya que se prevé que la renta per cápita se multiplique por 2,5 en los próximos 50 años, de manera que las pensiones podrían ser soportadas por el aumento en la recaudación global de los impuestos.