En ocasiones la “emisión de deuda” puede aparecer como noticia habitual en diferentes medios de comunicación. Entender en qué consiste puede resultar algo confuso, pero realmente es algo sencillo.
Cuando una entidad (pública o privada) emite deuda, lo que realmente está haciendo es captar fondos de los inversores con el fin de realizar algún tipo de inversión y devolverles esos fondos en un periodo determinado, bajo unas condiciones concretas y, muy importante, con una suma adicional de fondos como remuneración por el “préstamo” realizado. La finalidad de la emisión de deuda es, generalmente, la realización de nuevas inversiones para las entidades (aunque pueden destinar los fondos a otros objetivos), y la obtención de rentabilidad de sus ahorros para los inversores.
Se aprecia más claramente con un ejemplo:
La empresa X necesita dinero para financiar su nuevo plan de inversión consistente en la apertura de una nueva planta de producción de materiales. Al no disponer de ese dinero, lo que hace esta empresa es anunciar al conjunto de inversores de la comunidad financiera que, si estos le prestan el dinero que necesita para acometer la inversión, pasado un periodo de tiempo la empresa les devolverá ese dinero que le han prestado más un dinero extra como pago por ello.
Imaginemos que la empresa necesita, por ejemplo y reduciéndolo a cifras sencillas, 100€. Diez inversores acuden a “prestar” ese dinero a la empresa, por lo que cada uno de ellos le “prestará” a la empresa 10€. Pasado un año, la empresa devuelve a cada inversor los 10€ (el principal) más 1€ adicional como remuneración (el interés).
En este ejemplo, la empresa en cuestión ha emitido deuda, es decir, ha acudido al mercado para endeudarse captando fondos de los inversores y comprometiéndose a devolver esos fondos más un interés adicional en un plazo de tiempo determinado. En eso consiste emitir deuda: captar fondos del mercado y endeudarse, y comprometerse a devolver dichos fondos con un interés predeterminado en un plazo de tiempo prestablecido.
De esta forma, y volviendo el ejemplo expuesto, la empresa habrá construido su nueva planta de producción y cada inversor le habrá sacado una rentabilidad de 1€ a sus ahorros.
Los principales actores y aspectos de una emisión de deuda son los siguientes:
El emisor: es la entidad que emite la deuda, es decir, que capta fondos de los inversores. En este caso la empresa X.
El inversor: es la persona o entidad que suscribe esa emisión de deuda, es decir, que “presta” los fondos al emisor. En este caso los 10 inversores.
Deuda emitida: es la cantidad total de fondos que el emisor capta o pretende captar del mercado. En este caso, 100€.
Plazos: son los distintos plazos con los que el emisor va remunerando al inversor. En este caso, 1 año.
Interés: es la rentabilidad que el inversor obtiene por suscribir la deuda del emisor. En el caso del ejemplo, un 10% (1€ sobre 10€).
La razón fundamental del pago del interés radica en el riesgo que el inversor asume al “prestar” los fondos al emisor, quedando sujeto a un posible impago por parte de este; y el coste de oportunidad, es decir, lo que deja de ganar ese inversor por renunciar a invertir su dinero en otros productos.
Los productos a través de los que se articula la emisión de deuda, en función de los plazos, son: letras (entre 6 y 18 meses), bonos (entre 5 y 7 años) y obligaciones (entre 10 y 15 años). Sin embargo, se suele emplear el término “bono” indistintamente para referirse también a emisiones de 5 a 10 años, siendo habitualmente el bono a 10 años del gobierno el dato de referencia en el mercado de deuda.