Qué es la duración en un producto de renta fija

Son muchos los que relacionan la renta fija –Obligaciones, Bonos o Letras del Tesoro– con un producto seguro en el que, a semejanza por ejemplo de un depósito, vamos cobrando una rentabilidad fija hasta su vencimiento. Pero esto no siempre es así. Invertir en renta fija, ya sea de forma directa o a través de un fondo de inversión, tiene asociados una serie de riesgos.

El primero es el riesgo de crédito o de impago. Ya sea un Estado (como ha sucedido con Grecia recientemente) y especialmente en el caso de empresas, nos podemos encontrar con una imposibilidad de hacer frente no sólo a los pagos periódicos de los cupones (intereses) estipulados, sino incluso al principal de la deuda, de forma total o de una parte.

También tenemos riesgo de divisa si compramos deuda denominada en una moneda distinta a la nuestra. Por ejemplo, si tuviéramos Renta Fija del Reino Unido, la caída de la libra tras el Brexit nos hubiera llevado a tener unas pérdidas importantes tanto en el rendimiento que nos paga como en el valor de nuestra inversión al cambiarla a euros.

Pero también cualquier emisión de renta fija se puede comprar y vender desde que se emite hasta su vencimiento. Cotiza en mercados organizados que cada día fija su precio, pero ¿cómo lo hace? Aquí es donde aparece un concepto clave: la duración, que nos indica el riesgo y los cambios de precio que puede sufrir.

La evolución de los tipos de interés y su influencia sobre la renta fija

Como su propio nombre indica, en la duración se tiene en cuenta el tiempo que queda hasta el vencimiento, pero la variable fundamental que influye sobre el precio de los bonos es el tipo de interés. O más bien dos tipos de interés: el interés al que se emitió el bono en su momento y el interés que pagan las nuevas emisiones de bonos similares.

Si los tipos de interés suben con respecto a nuestro bono, este será menos atractivo para el inversor y su precio será inferior. Por el contrario, si los tipos bajan, nuestro bono valdrá más. Pongamos un ejemplo: tenemos Bonos del Estado al 3%, si en una emisión futura el tipo de interés es del 3,5%, los inversores estarán más interesados en comprar estos productos nuevos más rentables, lo que hará bajar el precio en el mercado de nuestros Bonos al 3%.

Pero también dependerá el tiempo. Por ejemplo, es muy distinto tener pendiente el pago de unos cupones por encima o debajo del interés de mercado durante muchos años a serlo solo sobre unos pocos meses. Cuanto más alejado sea ese vencimiento, es decir, cuanto mayor sea la vida que le resta al bono, mayor será el impacto sobre el precio ante una variación en los tipos de interés.

Todo ello lo medimos con la duración, que refleja el vencimiento medio ponderado de los flujos financieros previstos –pagos de los cupones- por el bono o la cartera, por lo que nos muestra la sensibilidad del precio a variaciones de los tipos de interés.

Qué duración es mejor

Mayor duración significa mayor riesgo ante subidas o bajadas de tipos de interés. Es decir, el valor de la renta fija variará con mayor intensidad ante cualquier cambio. Una cartera con duración elevada es propia de un inversor que quiera asumir un mayor riesgo.

Pero teniendo en cuenta que la mayoría de las carteras y fondos de renta fija buscan precisamente lo contrario, ofrecer una rentabilidad con menos riesgo, en muchas ocasiones los gestores buscan lo contrario: carteras de corta duración que les permitan conseguir su objetivo de rentabilidad minimizando riesgos.

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