La definición clásica de un bono es la de un instrumento financiero de deuda por el que se paga un precio (valor nominal), y a cambio se recibe el abono periódico de una rentabilidad o cupón hasta el vencimiento de la emisión, cuando además del último cupón, se devuelve el nominal invertido. Pero más allá de este tipo de emisión clásica, hay una enorme variedad de productos, como son la deuda convertible, la perpetua o los bonos cupón cero.
Como su propio nombre indica, los bonos cupón cero son aquellos en los que no hay pago periódico de intereses durante la vida del bono y por tanto tienen una forma de remuneración distinta y esta es que se emiten al descuento, por debajo de su valor nominal.
Pongamos un ejemplo para verlo de forma más clara. En una emisión de bonos clásica, de una duración de 5 años, con un valor de 1.000 euros de nominal y un cupón del 3%, recibiríamos 30 euros de cupón todos los años y al final de los 5 años recuperaríamos los 1.000 euros invertidos. En un bono cupón cero con la misma rentabilidad, el funcionamiento es completamente distinto. Para obtener este 3% compraríamos el bono por 840,73 euros para recibir a los cinco años 1.000 euros, y con ello obtener una ganancia de 159,27 euros. Os preguntareis por qué la ganancia de 159,27 euros es superior a los 150 euros resultantes de multiplicar los 30 euros de cupón por cinco años. Esto es así porque se calcula en cada pago periódico el interés que generaría por los años resultantes. Por ejemplo, si invirtiéramos el cupón de 30 euros recibido al final del primer año al 3% durante los cuatro años restantes se obtendrían otros 3,76 euros adicionales. Y así con el resto de pagos periódicos.
Las ventajas del valor cupón cero
En España tenemos un ejemplo claro de emisiones cupón cero en las Letras del Tesoro, que se emiten al descuento. Estas emisiones son a corto plazo, a 3, 6, 9 y 12 meses. Pero existen muchas emisiones privadas que se realizan a cupón cero.
Sus ventajas son variadas:
- En primer lugar, tienen una mejor gestión del riesgo ya que coincide su valor teórico con su duración y no existe riesgo en la reinversión de intereses.
- En segundo lugar, por tener una pequeña ventaja fiscal: el diferimiento de impuestos. Mientras que cada cupón periódico se le resta la retención pertinente y cada año fiscal tiene que tributar por él, en los “cupón cero” sólo se pagan impuestos al final de la operación. Al no tributar año a año por estos pagos se consigue un rendimiento algo superior fruto del diferimiento fiscal.
Aunque el Tesoro público no emite deuda a largo plazo con cupón cero, hay bancos de inversión que se dedican a `trocear´ un bono normal para convertirlo en cupón cero. Entre sus principales clientes para este tipo de productos se encuentran las aseguradoras y las gestoras de fondos garantizados, una forma de producto estructurado.