Seguro que, en alguna ocasión, te has sobresaltado al mirar el balance de tu plan de pensiones. Es normal, no es agradable ver que ha caído la inversión que esperas que te facilite las cosas tras la jubilación. Pero es importante mantener la calma. No te alarmes en exceso, la economía es cíclica, sube y baja; los mercados caen, pero, antes o después, se levantan.
Como sucede con toda fórmula de inversión, los planes de pensiones deben ser estudiados y comprendidos muy bien; especialmente bien en este caso, ya que se trata de un producto a largo plazo y tienen un papel esencial en la planificación de nuestro retiro. A estas alturas, probablemente conozcas bien en qué consisten, pero nunca viene mal un breve repaso de sus principales características.
¿Por qué un plan de pensiones es una inversión interesante?
En la última década, el Fondo de Reserva de la Seguridad Social ha entrado en declive, reduciéndose desde 66.000 millones de euros a tan solo 5.000, y se ha destinado a pagar pensiones un 50% más. Es lógico, porque cada vez se vive más, hay más jubilados que trabajadores activos y la pensión media de esos trabajadores supera el salario medio.
Por tanto, si el futuro no pinta demasiado bien para las pensiones públicas, sería recomendable ahorrar cada año, para que cuando llegue la jubilación tengamos otra fuente complementaria de ingresos. Y de nada sirve solamente guardar dinero, porque la inflación va restando poder a esos ahorros. Para solucionar este problema los planes de pensiones cuentan con el poder del interés compuesto, con él se multiplican los intereses que el plan va generando.
Como los planes de pensiones solo se pueden recuperar por una serie de causas como lajubilación, fallecimiento, invalidez…, o una vez transcurridos diez años (empezando con las aportaciones que lleven 10 años en enero de 2025), elegir bien un plan de pensiones es fundamental.
Aunque se trate de una inversión a largo plazo, eso no significa que no tengamos que vigilar la evolución del plan de vez en cuando (no hay necesidad de mirarlo a diario, pues las subidas y bajadas a corto plazo no son representativas), revisar que estamos pagando comisiones adecuadas (de no ser así, se van comiendo poco a poco la rentabilidad) y rebalancear cada ciertos años la parte que invertimos en renta fija y variable (adaptando la inversión a las circunstancias personales de cada momento).
El máximo legal que podemos aportar a un plan de pensiones es de de 8.000 euros anuales (o el 30% de los rendimientos del trabajo o de actividades económicas), siendo esta otra cifra que no se puede perder de vista, pues limita la reducción de la base imponible en el IRPF.
Gracias a los planes de pensiones, pagamos menos impuestos por las rentas que percibimos durante etapa laboral; retrasando su pago hasta la jubilación en la que, si hemos planificado bien la forma de cobrar el plan (periódicamente, en capital, un poco de ambas) y asumiendo que tendremos unos ingresos previsiblemente inferiores, las bases imponibles del impuesto serán menores.
¿Qué puedo hacer si mi plan de pensiones baja?
En primer lugar, respira hondo y tómatelo con calma. Cualquier inversión pasa por momentos de alza y de baja, es inevitable.
Como ha quedado perfectamente claro, los planes de pensiones están pensados para invertir a largo plazo, son así por naturaleza. De nada sirve preocuparse por picos temporales en los que el patrimonio invertido disminuye. No hay que actuar en caliente y dejarse llevar por la primera impresión, porque podría traducirse en una decisión poco acertada. En vez de eso, actúa con la cabeza fría y plantéate la inversión en planes de pensiones de la siguiente manera:
- Realiza aportaciones periódicas. Son importantes para diversificar en el tiempo, para compensar posibles bajadas con subidas y, aunque no entremos en el mejor momento, así evitamos, en cualquier caso, invertir todo en el peor momento.
- No te dejes llevar por la emoción del momento: de nada sirve traspasar un plan en momentos de declive, sin calcular cuánto representa esa reciente pérdida de valor respecto al beneficio acumulado desde que abriste el plan.
- Tampoco te vengas arriba aportando más de lo conveniente: tan solo el dinero que no sea necesario a medio-largo plazo (sin exceder los límites legales anuales).
- No te precipites por el último pico; en su lugar, observa los parámetros de rentabilidad de tu plan: TWR (ponderada por tiempo) y MWR (ponderada por cantidad).
- Y si lo comparas con otro plan, mira siempre la evolución a largo plazo, de los últimos años. No es representativo cómo se ha comportado en el último mes o semestre.
- No tiene sentido cambiar radicalmente una estrategia de inversión a largo plazo. En vez de eso, conviene modularla conforme pasa el tiempo, balanceando el riesgo en función de la evolución de los mercados y, principalmente, en función del rango de edad y tiempo restante hasta la jubilación (más próxima, más renta fija).
- Si con todo, decides que es el momento de trasladar tu plan de pensiones, adelante, pero no olvides contrastar las comisiones (gestión y custodia) y los gastos de las diferentes alternativas.
No todos los planes de pensiones son iguales y tienen distintos niveles de riesgo en función de distintos factores. El nivel de riesgo de cada uno de los planes está detallado en el Documento de Datos Fundamentales del Partícipe del plan correspondiente. El cobro de la prestación o el ejercicio del derecho al rescate solo es posible en caso de acaecimiento de alguna de las contingencias o supuestos excepcionales de liquidez regulados en la normativa de planes y fondos de pensiones.
El valor de los derechos de movilización, de las prestaciones y de los supuestos excepcionales de liquidez dependen del valor de los activos del fondo de pensiones y puede provocar pérdidas relevantes.
Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
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