En ocasiones, la industria (de cualquier sector), con todos sus medios, no es capaz de conectar con los anhelos del mercado. La irrupción de Kickstarter representa, en este ámbito, la inmensa capacidad de internet para enlazar oferta y demanda: una plataforma online que permite al público financiar y convertirse en mecenas de los productos que luego consumirá.
¿Qué es Kickstarter?
Con casi década y media de recorrido (nació en 2008) y sede en Nueva York, la propia compañía proclama como misión “ayudar a hacer realidad proyectos creativos”.
Entre sus principios fundacionales destacan su oposición a que la “élite del arte y el entretenimiento” monopolice la cultura y la intención de “conectar a los creadores directamente con sus comunidades”.
El alcance y relevancia de los proyectos que han surgido en su seno les otorga la vitola de punta de lanza de una nueva manera de producir contenidos, basada en las ideas independientes que, al margen de las tendencias impuestas, buscan hacerse virales.
¿Cómo funciona?
Kickstarter es al crowdfunding lo que Bitcoin es a las criptomonedas. Y la definición de crowdfunding cabe en una frase bien sencilla: en lugar de pedir mucho a uno, pedir un poco a muchos.
Esta forma de financiación, hija de la revolución digital, es llamada en castellano ‘micromecenazgo’, y se caracteriza por la ausencia de intermediarios tradicionales como bancos y entidades prestamistas. Confía en la unión de una multitud de pequeños inversores que aportan cantidades mínimas a los promotores de un proyecto a cambio de participaciones sociales, rendimientos monetarios o simplemente por el interés de consumir el producto final: películas, videojuegos, gadgets tecnológicos, medios de información independientes, arte, literatura…
Hoy en día hay cientos de plataformas de micromecenazgo, cada una con sus propias estructuras y sistemas de promoción. En el caso de Kickstarter, los promotores plasman su idea en una página que ejerce como dossier creativo, explicando de manera concisa el proyecto y las fases para llevarlo a cabo.
Los mismos creadores fijan las metas de financiación y el plazo, invitando a los interesados a realizar pequeñas aportaciones a crédito para hacerlo realidad. Si y solo si se consigue recaudar la cantidad establecida a tiempo, se cobra el cargo comprometido a las tarjetas de los donantes.
¿Y qué se lleva Kickstarter? Muy sencillo: consumado el éxito del proyecto de financiación, la compañía deduce una comisión del 5 % de los fondos recaudados.
¿Cuáles son los mejores juegos financiados en Kickstarter?
El del ocio digital es uno de los sectores que más jugo ha sacado a este fenómeno. El siempre cambiante mundo de los videojuegos frecuentemente se ve invadido por nuevas tendencias visuales que sepultan géneros y mecánicas jugables profundamente enraizados en los gustos de los usuarios, y que Kickstarter se ha encargado de resucitar con una serie de auténticos bombazos de financiación que han llegado a cambiar la cara de la industria.
A continuación, le presentamos algunos de los más emblemáticos:
Pillars of Eternity
A principios de la década pasada, el rol occidental clásico de PC estaba muerto y enterrado. Lejos quedaban los años dorados de sagas como Baldur’s Gate o Icewind Dale, pero Obsidian Entertainment demostró que a este género le quedaba mucho que decir. Muchísimo. Casi cuatro millones de dólares de financiación y un monumental éxito de crítica y ventas que dieron lugar a una secuela y abrieron la puerta a una nueva generación de RPG en perspectiva cenital.
Wasteland 2
En 2014, muy pocos se acordaban ya del primer Wasteland, un juego de 1988 que sentó las bases para los Fallout y similares. Sacar adelante una continuación casi tres décadas después parecía un sinsentido, pero se recaudaron un millón y medio de dólares en cuatro días. La cifra total rozó los tres millones y dio lugar a un producto bien refinado que recientemente ha recibido otra secuela.
Shenmue 3
Ni la consola Dreamcast ni su franquicia insignia, Shenmue, obtuvieron la relevancia que merecían. Ambos se caracterizaban por su afán innovador: una fue la primera plataforma de sobremesa de 128 bits; la otra, el molde seminal de los juegos de mundo abierto. La catástrofe financiera de su compañía matriz, Sega, dejó la saga en un limbo en el que permaneció 20 años, hasta que una campaña de Kickstarter que superó los seis millones de dólares permitió dar un final digno a la anábasis de Ryo Hazuki.
Bloodstained: Ritual of the Night
Los metroidvania, como se denomina en la jerga del mundillo a los juegos de acción y plataformas no lineales, disfrutan de una segunda juventud gracias a campañas como la de este título. Koji Igarashi, productor de una de las sagas señeras del género, Castlevania, dejó el gigante Konami para montar su propio estudio, convencido de que el público seguía estando interesado en juegos de este corte. La campaña de Kickstarter de Bloodstained le dio toda la razón: cinco millones y medio de dólares de recaudación, once veces la cantidad solicitada.