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Megatendencias: Las ciudades verdes como camino para la descarbonización

Uno de los principales retos para la humanidad es el cambio climático. Tras décadas de emisiones bajo escaso control, el creciente grado de contaminación ha llevado a muchos gobiernos y personas a poner en práctica acciones para reducir la huella de carbono y su impacto sobre el clima del planeta, antes de que no haya vuelta atrás.

2050: fin de las emisiones en la Unión Europea

La Unión Europea lidera esta lucha a nivel mundial, con el convencimiento de que es necesaria si queremos preservar el mundo para las nuevas generaciones. Por ello representa uno de los pilares fundamentales de los fondos Next Generation EU (un tercio de los 1,8 billones presupuestados), lo que permitirá no sólo recuperar la economía tras la pandemia del Covid-19, sino también hacerla más sostenible, más verde, en lo que se ha llamado European Green Deal o Pacto Verde Europeo.

El objetivo de la UE es llegar a 2050 sin emisiones netas de gases de efecto invernadero, con un punto de control intermedio en 2030: la reducción del 55% respecto a los emitidos en 1990.

Dentro del Pacto Verde Europeo se contemplan diversos campos de actuación, para proporcionar aire fresco, agua limpia y suelo sano, edificios energéticamente eficientes, comida sana y asequible, transporte público no contaminante, energías limpias, productos reciclables y reutilizables, etcétera.

Las ciudades verdes, la clave para la descarbonización

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Tal y como ha señalado el Comisionado de Energía, Kadri Simon, «los edificios son el mayor consumidor de energía de Europa, utilizan el 40% de nuestra energía y generan el 36% de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero».

Muchos edificios y viviendas unifamiliares en el Viejo Continente tienen una antigüedad relativamente alta, habiéndose construido en épocas en las que la eficiencia energética no era una prioridad o no se había avanzado todavía lo suficiente en las técnicas constructivas y de emisión y conservación de energía.

En su inmensa mayoría —más del 85%— utilizan combustibles fósiles para la calefacción, el agua caliente sanitaria o para el cocinado. Además, como las viviendas tienen una larga vida útil, es posible que muchas de ellas todavía existan en 2050, el límite establecido por la UE para la neutralidad de emisiones.

Cuáles son las propuestas para conseguir ciudades verdes

Para alcanzar sus objetivos, la Unión Europea propone actuaciones en dos niveles, respecto a la construcción de nueva edificación y con relación a la renovación de los edificios ya existentes.

En la nueva edificación, todos los edificios construidos a partir de 2030 deberán ser de emisión cero y desde 2027 para los edificios públicos. ¿Qué implica esto? Que estas nuevas construcciones consumirán poca energía y serán alimentadas con energías renovables en la medida de lo posible, evitando los combustibles fósiles.

Para las renovaciones de los edificios ya existentes, la Unión Europea propone una primera actuación sobre los que tienen peor rendimiento energético, ya que así se obtendrá un impacto más rápido sobre las emisiones globales. Para ello, el objetivo es que el 15% de los edificios con peor calificación energética pasen al menos de la G a la F en 2030. Al igual que en el caso anterior, también para 2027 en el caso de edificios públicos.

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Estos planes de renovación de los edificios se enmarcarán dentro de los planes nacionales de energía y clima, para garantizar su seguimiento, la coherencia y la comparabilidad de los datos. Estos planes incluirán, además, una hoja de ruta para eliminar gradualmente los combustibles fósiles en calefacción y refrigeración, con la fecha límite de 2040.

Además, se renovarán los certificados de rendimiento energético para que proporcionen más y mejor información, siendo obligatorios para los edificios que hayan sufrido una renovación importante, cuando se renueve un contrato de alquiler y para todos los edificios públicos. Los que se encuentren a la venta o para alquilar deberán tener la etiqueta energética y ponerla en los anuncios.

No solo una cuestión ecológica

Estos beneficios son todavía más interesantes en un contexto en el que los precios de la energía son elevados, permitiendo, además reducir la volatilidad de los mismos, al minorar el consumo global.

La renovación de las ciudades no sólo propicia un ambiente más limpio y saludable, sino que creará puestos de trabajo y reducirá la pobreza energética, ya que, debido a la poca eficiencia que tienen hoy en día muchos edificios, se consume energía en exceso, hasta 2,5 veces más de la que se podría consumir con sistemas más eficientes.