La historia del tabaco es larga. Ya diversas culturas precolombinas lo utilizaban unos 3.000 años antes de Cristo. Su uso se ha extendido por todo el mundo y sus recientes prohibiciones limitan cada vez más su consumo, incluyendo el vapeo. Conocemos la nueva regulación del vapeo.
Un poco de historia
Con la conquista de América, comenzó su introducción en Europa, por parte de los españoles, portugueses e ingleses, extendiéndose también a otras zonas del mundo donde estos países tenían colonias. En apenas un siglo el tabaco había llegado a prácticamente todo el mundo.
Curiosamente, las culturas precolombinas utilizaban en gran parte el tabaco para rituales y en usos medicinales y terapéuticos, tal y como describía el médico sevillano Nicolás Monardes en 1565. Otro médico —y botánico— español, Francisco Hernández de Boncalo, desglosaba las virtudes del tabaco según su opinión, eso sí, usado moderadamente.
A partir del siglo XIX, su consumo se generalizó, llegando a su culmen a partir de la I Guerra Mundial, con cifras de más del 50% de la población adulta en muchos países. Y a consecuencia de esta generalización en su consumo, se vislumbraron sus efectos nocivos sobre la salud (entre ellos, su relación con diversos tipos de cáncer), lo que ha derivado en las diversas leyes antitabaco.
Primera ley antitabaco en España
La primera ley antitabaco en España cumple ahora 14 años, ya que entró en vigor en enero de 2006. En esta primera ley, que produjo cierto revuelo, se prohibía fumar en lugares de trabajo y en centros culturales, pero todavía distinguía zonas en las que estaba totalmente prohibida esta práctica, y otras en las que se podía hacer si se habilitaba una sala especial. Muchos todavía recordarán las costosas inversiones que hicieron algunos restaurantes para habilitar estas zonas.
Segunda ley antitabaco en España
Cinco años después, en enero de 2011, entró en vigor la segunda ley antitabaco. Endurece la anterior, pues prohíbe fumar en cualquier espacio colectivo y locales abiertos al público que no estén al aire libre y delimita claramente qué se entiende por espacio al aire libre.
La prohibición se extiende incluso a algunas zonas que están al aire libre, como centros educativos (salvo los universitarios), recintos de centros sanitarios y zonas de juego para los niños o de parques infantiles.
El vapeo como alternativa
La ley antitabaco está referida a los productos del tabaco y sus derivados, por lo que los cigarrillos electrónicos quedaban fuera de esta categoría.
Esta ausencia reguladora sobre el vapeo ha generado un considerable negocio. Se calcula que el sector ha movido en España en torno a los 90 millones de euros en 2019, donde los fabricantes de este sector pueden coincidir o no con los del tabaco tradicional.
Sin embargo, la directiva europea 2014/40 ya incluye a estos dispositivos, estableciendo aspectos como el volumen y concentración de nicotina que pueden tener, o diversas normas de envasado y etiquetado. A pesar de ello, hasta el momento, en España, los cigarrillos electrónicos o vapeadores no tienen unas restricciones tan fuertes como el tabaco, una situación que podría cambiar en un plazo no demasiado largo. Como ejemplo, una campaña lanzada hace unos meses por el Ministerio de Sanidad, alertando de los riesgos de «todas las formas de fumar».
Los defensores del vapeo señalan que no es tan perjudicial como el tabaco, ya que incluso puede no llevar nicotina, o hacerlo en dosis reducidas, y que se evitan otras sustancias dañinas y potencialmente cancerígenas que lleva el tabaco en forma de cigarrillo, que se liberan en la combustión (cosa que en el electrónico no sucede).
Además, teóricamente también es menos perjudicial para los que rodean al fumador (fumadores pasivos, o «vapeadores pasivos», según la nueva terminología), y algunos partidarios argumentan que puede servir para dejar de fumar, bajando progresivamente la dosis de nicotina.
Incluso algunos añaden que vapear es más barato que fumar. Si bien, en cualquier caso, es un gasto inútil, además de los efectos nocivos para la salud: ¿te has planteado alguna vez cuánto cuesta fumar?
Los detractores del vapeo indican que muy pocos dejan de fumar con este método (según la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 1%; según un estudio realizado en Nueva Zelanda, alrededor del 7%).
Además, muchos caen en la trampa del consumo dual, es decir, fuman cigarrillos convencionales en los lugares al exterior en los que se puede hacer, y usan el cigarrillo electrónico donde no pueden utilizar aquellos.
Y por otro lado, ese halo de «inocuidad» del cigarrillo electrónico —por ser supuestamente menos perjudicial que el convencional— unida a la imagen de modernidad que tiene frente al «cigarrillo analógico» le ha convertido en la puerta de entrada para muchas personas al hábito de fumar (incluso a algunos que no se hubieran planteado fumar cigarrillos convencionales).
Enfermedades y muertes vinculadas con su uso en EE.UU. Nueva regulación del vapeo.
Algunos países ya prohíben la utilización de vapeadores en su territorio, y en otros se prohíbe tanto el uso como la venta. Dependiendo de donde se utilice, en algunos de ellos incluso podría conllevar penas de cárcel, como en Vietnam, Filipinas o la India, por ejemplo.
Recientemente, el vapeo se ha llevado un fuerte varapalo en Estados Unidos, donde se le ha declarado la guerra al vapeo, al relacionarlo con la muerte de al menos 39 personas, y las enfermedades respiratorias de más de 1.000 usuarios, de los cuales un tercio ha sido atendido en la UCI. Siendo Estados Unidos la primera potencia mundial, es muy probable que lo que allí suceda se traslade a otros países.
En la ciudad de San Francisco, cuna de uno de los mayores fabricantes, Juul, ya se ha prohibido su venta. Altria, propietaria de una de las mayores tabaqueras, Philip Morris, adquirió un 35% de Juul en 2018 por algo más de 11.000 millones de euros.
Actualmente se sigue investigando la relación del vapeo con las enfermedades pulmonares, ya que, al ser un hábito reciente, todavía hay poca información. En definitiva, se podría decir que no es que vapear sea más inocuo que fumar un cigarrillo convencional, es que todavía no hay suficientes datos. La salida a la luz de casos como los anteriormente comentados podría acelerar su equiparación al tabaco convencional.
En algunos de los casos detectados en Estados Unidos, los problemas pulmonares podrían estar relacionados con la adición de componentes relacionados con la marihuana, pero otros usuarios aseguran que solo consumían nicotina.
La nicotina de los cigarrillos electrónicos va disuelta en un tipo de alcohol (glicerol y propilenglicol), para hacerla más volátil y poder inhalarla, así como otros compuestos químicos (para darle sabor, por ejemplo). Algunos de estos compuestos han sido descritos como potencialmente cancerígenos en estudios con ratones, pero todavía no existe suficiente contraste en estudios con personas. Y, como sucedió con el tabaco, podrían necesitarse décadas para conocer los efectos reales del vapeo.
Según un estudio publicado por el British Medical Journal en octubre de 2019, se han descrito diversos efectos del vapeo sobre el aparato respiratorio, llegando a la conclusión de que no es posible determinar, hoy en día, si los cigarrillos electrónicos son menos dañinos que los analógicos.
Los científicos que han realizado este estudio solicitan a las autoridades que se regule de forma más clara y exhaustiva los cigarrillos electrónicos, siguiendo un proceso similar al de los medicamentos, es decir, con estudios realizados con animales y humanos, para comprobar los efectos reales a lo largo del tiempo.