La vida está marcada por sucesivos hitos que dan paso a nuevas fases: el carnet de conducir, la graduación universitaria, el primer trabajo, el matrimonio… De forma análoga, la primera vez que se ‘pone a funcionar’ el dinero marca un antes y un después en las finanzas personales de cualquier persona. Pero, ¿cuál es la edad ideal para empezar a invertir?
La respuesta a esta cuestión es clara: lo antes posible. Lo relativo son las razones por las que la mayoría de la gente no lo hace, las cuales dependen en gran medida de los factores que abordaremos a continuación.
¿Qué es el nivel socioeconómico?
Se entiende por nivel socioeconómico el conjunto de variables monetarias, educativas, laborales y sociológicas que determinan la pertenencia de una persona a uno de los estratos de la jerarquía social, generalmente categorizados en ‘alto’, ‘medio’ y ‘bajo’.
No hay que desmadejar mucho esta definición para entender que se trata de un condicionante clave en la ‘puntualidad inversora’ de cualquier persona. La mayor disponibilidad de recursos económicos, la cultura financiera y la proximidad de referentes favorecen enormemente la actividad inversora temprana.
Los motivos más esgrimidos para no invertir son la falta de dinero y la falta de información. El primero suele ser consecuencia del segundo, ya que existen productos y negocios ajustados a todos los bolsillos, pero un entorno económico desfavorable puede contribuir decisivamente a la desidia y a los falsos tópicos como la necesidad de invertir grandes cantidades, que la inversión invariablemente está sujeta a grandes riesgos o inaccesible para el ciudadano modesto. Reiteramos, todos ellos falacias fácilmente desmontables a través de la comprensión de algunos conceptos básicos de finanzas; por eso, en este ámbito es tan importante la educación.
¿Qué es la formación financiera?
La formación o educación financiera es el conjunto de conocimientos que permiten comprender el funcionamiento de los mercados y del dinero, y que dotan a las personas de la capacidad de gestionar su economía de la forma más favorable para ellas.
Una educación financiera adecuada no solo nos pone a salvo de las malas decisiones que pueden llevar a situaciones indeseables, tales como una espiral de endeudamiento o la contratación de productos dudosos, sino que también evapora el miedo a ‘mover el dinero’ y sacar partido a los ahorros. Cuanto más completo sea el conocimiento del medio, antes se tomará la decisión de invertir y obtener rentabilidad, en lugar de dejar que el capital disponible acumule polvo en una cuenta corriente.
La mejor edad para invertir
El nivel socioeconómico y la formación financiera son dos de los factores que determinan la edad a la que se ‘pone a trabajar’ el dinero, pero no son los únicos.
Las inquietudes, la personalidad y las preferencias personales juegan también un papel muy importante. Con todo, es importante insistir en que nos estamos refiriendo a un camino, y la mejor manera de acumular experiencia y hacer evolucionar nuestro perfil de riesgo es empezar a caminarlo cuanto antes. Voces como la de Warren Buffet o la revista Forbes animan a empezar una vez alcanzada la mayoría de edad.
Pero…¿y por qué no antes? No parece una mala idea (y a veces así se hace), abrir una cuenta a nombre de un menor con el objeto de ir cimentando lo que en el futuro podría ser la base de su ahorro o inversión. En vez de un sinfín de artículos tecnológicos o juguetes que la mayoría de las veces acaba en el fondo de un cajón, ¿por qué no regalar acciones de buenas compañías o fondos de inversión? No solo eso, sino que también podemos hacer partícipes a los menores en los pasos que vamos dando; ello puede ser un estímulo muy importante para cuando tengamos que ceder el testigo y sean ellos los que tienen que tomar las riendas de su patrimonio.
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