Como todos sabemos, la mejor forma de aprender es practicando y por imitación. Por ello, si queremos que nuestros hijos sean responsables financieramente hablando, debemos empezar por serlo nosotros mismos, dando ejemplo. Aunque con el paso del tiempo todos construimos nuestra propia visión de la vida, la misma está claramente influenciada por lo que hemos visto cuando éramos pequeños en nuestra casa. Si nuestros padres eran organizados y hacían presupuestos familiares, es probable que nosotros consideremos eso como normal, y lo contrario nos extrañaría.
Por ello, vamos a ver cómo podemos introducir a los más pequeños en la dinámica de planificación familiar de una forma natural y que se integre en el día a día.
Es bueno o es malo involucrar a los niños en el presupuesto familiar
Algunos pensarán que los niños son niños, y que ya les llegará el momento de tener que preocuparse por el dinero. Y en parte es cierto. Sin embargo, entre el negro y el blanco hay muchos grises que podemos poner en práctica. Introducirlos poco a poco en la economía familiar es algo positivo que los prepara para la vida adulta. No debería ser habitual que mucha gente se enfrente por primera vez a la realidad financiera cuando contratan su primera hipoteca.
En ese sentido, hay algunas acciones que nos pueden ayudar en la entrada de los pequeños de la casa en la dinámica económica familiar, entre otros:
Preahorro
Para aquellas familias con más dificultades para ahorrar a final de mes, un concepto que les puede ayudar es el de preahorro. Consiste en apartar una cantidad fija o variable cuando recibimos nuestros ingresos, de forma que no esperamos a que nos sobre para ahorrar, sino que ahorramos antes de gastar. Esto puede ser muy útil conceptualmente para fomentar esta cultura en nuestros hijos.
Gestión de gastos
En muchos hogares las familias tienen claro cuánto dinero entra, pero no tanto cuánto sale. De ahí que haya muchas familias que no llegan a final de mes, puesto que no son conscientes de su situación real. No hace falta que apuntes hasta el último céntimo, pero por lo menos los gastos recurrentes y de cierto importe sí deberían estar presupuestados. Desde los suministros, las cuotas de teléfono e internet, televisión, los colegios, etc. Se trata de gastos fijos que tenemos que considerar cuando nos planteemos otros desembolsos.
Consumo responsable
En la sociedad actual se ha generalizado el concepto de usar y tirar. No sólo productos de un sólo uso, sino productos que compramos por capricho y posteriormente no les damos uso. Por ello, evitar estas conductas hará que nuestros hijos sean conscientes de lo que quieren y que ellos mismos sean conscientes que determinados productos son meros caprichos momentáneos que nos les aportan valor.
Inversión
Como hemos comentado, nuestros hijos aprenden por imitación. En consecuencia, si en su casa la inversión es un tabú, difícilmente incluirán en su vida cotidiana productos financieros más allá de una cuenta corriente. Y es especialmente importante que inviertan cuanto antes, para que se beneficien de la fuerza más poderosa del universo, el interés compuesto.
Diferencias según la edad
Como vimos en la entrada sobre a qué edad hay que introducir a los niños en el mundo del dinero, hay diversas fases en su introducción al mundo del dinero.
En una primera etapa, se pueden introducir juegos que se fundamenten en el concepto de valor económico y gestión de recursos. Muchos piensan en el monopoly como clásico juego financiero, pero hay muchos otros juegos que se fundamentan en la gestión de recursos (por ejemplo, la gestión de una granja), que llevan implícita una carga conceptual importante de gestión monetaria.
Más adelante, a partir de los 5-6 años, puede aparecer el concepto de gestión del dinero propio mediante la paga semanal. Al final, es una forma de que ellos mismos se gestionen su propio presupuesto.
El siguiente paso ya puede ser su inclusión en la gestión de presupuestos familiares para fines concretos, por ejemplo la organización de su cumpleaños o de las vacaciones.
Finalmente, nunca es tarde para invertir el ahorro que se genere con los regalos familiares o las aportaciones de los padres. Como sabemos, la inflación es un enemigo muy poderoso a largo plazo, así que si dejamos el dinero ahorrado en la cuenta corriente, es seguro que en términos reales dentro de 10 años nuestros hijos van a perder poder adquisitivo.