En pleno siglo XXI podemos afirmar que la música casi no se vende en formato físico, pero tampoco se vende online. En la actualidad, el motor de la industria musical es el streaming. Recordando que el pasado mes de abril se cumplieron 16 años de la primera tienda de música online, repasamos la actualidad de la distribución musical, donde Spotify es la principal referencia.
De dónde venimos: del casete al mp3.
No hace tanto que la música se almacenaba en cinta magnética. El casete fue inventado por Philips a principios de los sesenta. Aunque en aquellos primeros años la calidad no era comparable al vinilo, la producción siguió mejorando hasta posicionarse como el formato estándar para la música. El fenómeno se aceleró cuando Philips abrió su patente, liberándola para que otros fabricantes y discográficas pudieran grabar en sus propias cintas.
Tras veinte años de hegemonía del casete, el CD llegó para desterrar los Walkman de los millennials al fondo de un cajón. Sony destacaba por sus reproductores musicales, famosos por ser los más punteros de la época. En los noventa, los equipos de música ya venían con CD y las pletinas fueron desapareciendo sin remedio. Entonces, el estándar de almacenamiento musical pasó a ser indiscutiblemente el disco compacto, mucho más versátil que la cinta, duradero (aunque esto siempre fue discutible) y el de mayor calidad de sonido.
Pero el excelente sonido de un álbum grabado en Compact disc requería abundante capacidad de almacenamiento. Recordemos que los primeros CD-R (que solo se podían grabar una vez) solo tenían 650MB y en los noventa, esa era una cifra enorme: las conexiones a 56kbps eran insuficientes para compartir archivos musicales de tanto peso. Y justo aquí aparece el punto de partida para que, a día de hoy, escuchar cualquier canción sea tan fácil y rápido como abrir una app, buscarla y darle al Play.
La solución para mandar música por el cuello de botella que representaban las conexiones de los noventa fue inventada por el equipo de Karlheinz Brandenburg, de los institutos de investigación Fraunhofer de Alemania. El nuevo formato .mp3 restaba los KB innecesarios a lo largo de la canción para que la reducción en calidad fuera lo menos apreciable posible para el oído humano. A partir de 1995 los mp3 corrían por Internet y ya entramos en el nuevo siglo con un nuevo estándar de facto para la música online.
Cambiamos de siglo con Napster
En los últimos años de los noventa proliferaron las páginas de descargas de música en mp3. No dejaba de ser música comprimida almacenada en un servidor y descargada de forma ilegal.
Todo cambió con Napster. Sean Parker y Shawn Fanning lanzaron la primera versión de su software en 1999. La revolución fue que la transferencia del fichero musical se realizaba entre usuarios, sin que el fichero estuviese alojado en un servidor externo. De hecho, el único servidor que intervenía era el propio de Napster, que gestionaba las conexiones entre los usuarios para organizar el intercambio entre la fuente y el destino del fichero. ¡Hola P2P!, acababa de nacer el peer-to-peer.
En menos de dos años, Napster alcanzaba su pico de usuarios activos. Nada menos que 26,4 millones en febrero de 2001. Pero los músicos más destacados del panorama internacional pronto mostraron su enfado, especialmente tras filtrarse trabajos que todavía ni habían sido presentados de forma oficial. En 2002, Napster dejaba de funcionar como sistema de intercambio libre de música. Otras siguieron sus pasos un tiempo más: Morpheus, Ares, Audiogalaxy, Gnutella, etc. Y otros dos protocolos, los de eMule y BitTorrent, que todavía sobreviven como plataformas P2P.
Llega la música descargada legalmente: iTunes Music Store.
En los 2000 las conexiones fueron mejorando por todo el planeta. Nos despedimos de los ruidosos módems y, primero el ADSL y luego la fibra abrieron el ancho de banda a límites imposibles una década antes. Las conexiones de internet móvil también mejoraron en velocidad y luego se abarataron. Si hasta entonces se había descargado música de forma ilegal, ahora que ya existía esa tendencia, ¿por qué no ofrecer música online más cómodamente, a un precio ajustado y de forma legal, sin necesidad de grabarla en un soporte físico? Solo era necesaria una tienda online y una bonita biblioteca musical integrada en el dispositivo para ordenar los álbumes y las canciones descargadas.
Con el esmero característico de Apple, en abril de 2003, apareció la primera iTunes Store, entonces llamada iTunes Music Store. En su lanzamiento lograron cerrar acuerdos con discográficas para alcanzar las 200.000 canciones y en su primera semana fueron compradas más de un millón de canciones a 0,99 dólares cada una. No quedaba lugar a dudas, ese era el futuro de la industria musical.
Napster sigue vivo dentro Spotify.
Todavía quedaba una vuelta de tuerca más: por qué descargar música si el ancho de banda es suficiente para escucharla online. Así lo propusieron los suecos Daniel Ek y Martin Lorentzon con su aplicación Spotify, planteada en 2006 y lanzada al público en 2008.
Un año después, Spotify solo acumulaba pérdidas. Los costes de mantenimiento y los acuerdos con las discográficas no permitían otro resultado. En el momento más necesario, Sean Parker, el cofundador de Napster se puso en contacto con Daniel Ek declarándose enamorado del proyecto Spotify y dispuesto a invertir 15 millones de dólares en “terminar lo que inició con Napster”. Parker además se integró en la directiva de la start-up sueca, con un papel crucial para avanzar las negociaciones con las firmas discográficas y relanzar la app en Estados Unidos.
La era de la música en streaming, la era de Spotify y Apple Music.
Spotify fue pionera pero, desde 2008 hasta el día de hoy, otros se han subido al carro de la música reproducida online. Lanzada en 2015, Apple Music ofrece el mayor catálogo con 50 millones de canciones, seguida por Spotify con 35 millones. Google Play Music se queda en los 30 millones, a pesar de haberse inaugurado en 2011, antes que la de Apple.
Spotify es claramente la ganadora, con 207 millones de usuarios activos (sumando los de la versión gratuita, 111, y los de pago, 96). Apple mantiene 56 millones de suscriptores; resulta evidente que la integración perfecta de Apple Music en sus dispositivos, le ha permitido jugar con ventaja dentro del negocio de la música en streaming, con un avance meteórico que le acerca a Spotify.
La compañía sueca ha sido uno de los unicornios más observados en los últimos años. En abril de 2018, finalmente debutó en bolsa mediante listing con un precio de salida de 165,90 dólares por acción.
Si observamos los datos de la RIAA, la música comprada por internet se sigue desplomando desde 2011. Sí, actualmente, según la Asociación de Industria Discográfica de Estados Unidos, se venden más vinilos y CDs que discos en formato digital. Sin embargo, el streaming es el principal canal de venta, abarcando el 75% del beneficio total de la industria musical.
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