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Datos por el aire: del telégrafo al smartphone

En el siglo XXI la información fluye por el aire entre miles de millones de dispositivos. Enviar datos está al alcance de cualquiera desde su teléfono móvil en todo momento. Pero no hace tanto, tan solo algo más de un siglo, que Marconi logró transmitir la letra S por el aire cruzando el Atlántico. Fue todo un hito para la historia de las telecomunicaciones y el soporte tecnológico para los servicios online de hoy, también para la banca digital.

Probablemente estés leyendo estas líneas desde tu teléfono móvil. El código que se traduce en el contenido de este artículo viaja desde algún servidor hasta esa antena que hay en algún punto alto cercano. O estás en el sofá con la tablet, y tu router está repartiendo bits por toda tu casa. Esta realidad tan bien comunicada donde vivimos se basa en las invenciones de genios de otra época, que aunaron sus esfuerzos en transmitir datos a distancia:

Marconi y Cervera, usando patentes de Tesla, patentaron en 1894 el primer telégrafo con ondas hertzianas (ondas de radio). Medio siglo antes, Maxwell había definido la base teórica sobre las ondas electromagnéticas y luego Hertz, en 1888, construyó un dispositivo capaz de emitirlas y detectarlas por primera vez.

Fue en diciembre de 1901 cuando Marconi viajó a las costas de Terranova, en Canadá, y allí esperó hasta recibir la primera señal de radio que cruzaba el Atlántico por aire. La letra S repetida en código Morse voló 3.400 kilómetros desde Cornualles, en Inglaterra.

Del telégrafo al smartphone.

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En tan solo 100 años las comunicaciones han avanzado a un ritmo que resulta difícil asimilar. Podríamos dedicar varios artículos a su historia, pero en un blog de ahorro e inversión preferimos centrarnos en los principales hitos que han logrado que a día de hoy tengamos nuestras finanzas disponibles todo el día y en cualquier lugar.

La voz se transmitió antes que el texto.

Mandar un mensaje de voz más allá de los límites de las cuerdas vocales bien podría ser magia en el siglo XIX. En 1854, la necesidad de conectar dos plantas de su domicilio, llevó al inventor italiano Antonio Meucci a crear el primer telettrófoni, luego rebautizado como teléfono. Por problemas de financiación dejó la patente sin registrar y el invento sin desarrollar, hasta que Alexander Graham Bell lo patentó y su compañía, la Bell Telephone Company, extendió el teléfono como principal vía de comunicación, primero en Estados Unidos, y luego en todo el mundo. Tras varias adquisiciones, el capital de aquella primera empresa de telefonía, hoy forma parte del gigante de las telecomunicaciones AT&T, que cotiza en la bolsa de Nueva York.

Comunicación transoceánica por cable. 

El primer mensaje sin cables que comunicó Europa y América fue obra de Marconi, sin embargo, la comunicación entre ambos continentes ya venía haciéndose por cable medio siglo antes. En 1850 el telégrafo unió Inglaterra y Francia, mediante un cable que cruzaba el canal de la Mancha. Ocho años después, tuvo lugar la primera conexión transoceánica por cable. En este siglo y medio, las calidades de los primeros cables mejoraron. Se pasaron nuevos cables, para teléfono, datos y a día de hoy unos 500 transportan datos por fibras de alta velocidad bajo el océano.

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Internet: la gran red de datos.

¿Quién no conoce Internet? Aunque resulta complicado imaginar la maraña de cables, servidores y antenas que lo sustentan, se podría definir como una (casi) infinita red de datos.

En la década de 1960 se planteó la creación de una red de ordenadores conectados y acabó implementándose en 1969 con ARPANET, que primero conectó las universidades de Stanford y UCLA. El primer e-mail se mandó en 1971. En 1990 se define la World Wide Web y en 1993 aparece el primer navegador, Mosaic. Luego Netscape, Internet Explorer, Mozilla, Opera, Safari y Chrome han sido, y son, nuestras ventanas de acceso a Internet.

Todos hemos vivido el incremento de velocidad de conexión. Parece que fue ayer cuando esperábamos que el módem se conectase a la red tras su peculiar soniquete. Cada salto de velocidad parecía insuperable: del módem de 28k al de 56k, luego vino el rapidísimo ADSL y ya nos hemos acostumbrado a la fibra.

Teléfono móvil inteligente. 

El primer móvil que salió al mercado no estaba al alcance de cualquiera, pues su peso y su precio permitían un uso muy limitado. Era 1983 y Motorola lanzaba el DynaTAC 8000X por 3.995 dólares, un gadget del tamaño de un ladrillo que daba para media hora de conversación.

Los millennials recordamos con nostalgia nuestro primer móvil. Mandar mensajes de texto era una proeza en aquella pantalla tan pequeña. De forma paralela a los teléfonos móviles, las PDA evolucionaban de la mano de Casio, Sharp y Hewlett-Packard, hasta que en 1994 IBM se atrevió a unir ambos conceptos en lo que muchos consideran el primer smartphone de la historia, el Simon Personal Communicator. Luego llegaron las pantallas a color y mejoró el rendimiento, a la vez que se reducía el espacio interior necesario para la electrónica.

Sin embargo, es ampliamente aceptado que el primer smartphone que llegó al gran público y que supo penetrar en la vida de su usuario fue el iPhone, presentado en 2007. Su pantalla táctil, potencia, diseño y facilidad de uso, lo convirtieron en el precursor de los teléfonos móviles de la actualidad.

La banca online, nuestras finanzas en el móvil. 

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Hace una década que el teléfono móvil es un objeto de uso cotidiano, una herramienta necesaria para estar conectados, imprescindible en nuestro tiempo libre y clave para el trabajo. También para manejar nuestras finanzas.

Para comprender la evolución de la tecnología que da soporte a la banca online ha sido necesario remontarnos a aquellas teorías planteadas sobre papel en el siglo XIX, recordar los inventores que usaron aquellos conceptos, el capital confiado a sus ideas, la posterior implantación tecnológica (red de telecomunicaciones) a nivel global y su materialización en un mini ordenador de bolsillo, en manos de la inmensa mayoría de los ciudadanos, el smartphone.

A principios de la década de 1980, en Estados Unidos e Inglaterra ya se apuntaba a la banca digital. En España fuimos un poco rezagados, hasta que en 1995 algunos bancos empezaron a configurar su primera banca telefónica. Gracias a ella, nuestros padres evitaron más de una visita al banco. Desde entonces el avance fue vertiginoso: poco después arrancaba la banca electrónica y algunas entidades ofrecieron consultas y operativa básica online.

En 2007, la irrupción del smartphone hizo que los usuarios demandaran mayor manejo de sus finanzas online, sin acudir a oficinas bancarias, lo querían hacer todo por Internet. Entonces, cuando las plataformas web de los bancos seguían en pleno desarrollo, los clientes empezaron a pedir el mismo servicio, pero en una interfaz adaptada a pantallas táctiles de menor tamaño que la pantalla de un ordenador.

Desde 2010, con el oligopolio de iOS y Android y la extensión de los datos móviles a la mayoría de dispositivos, los bancos se han volcado con las apps móviles para ambos sistemas operativos, al tiempo que han mejorado sus páginas webs.

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Por último, hay que señalar la revolución que ha experimentado el sector bancario en los últimos años debido a la aparición de las FinTech: empresas tecnológicas que ofrecen servicios bancarios y lo hacen de forma más eficiente que la banca tradicional. La banca no ha tenido más remedio que renovarse y seguir las mejoras que inicialmente aportaban las FinTech, adquiriéndolas, contando con sus servicios y apostando fuertemente en tecnología para no quedarse atrás.

Paralelamente, conforme se generaliza el uso de la banca online, las sucursales pierden su razón de ser. Es una realidad en tu ciudad: ya no hay tantas oficinas bancarias como antes. De hecho, en toda España, solo quedan la mitad de las que había en 2008. Es cierto que la crisis recortó el sector y justificó muchos cierres, pero además, en estos diez años, operar desde el ordenador y el móvil se ha vuelto tan cómodo que ¿quién quiere perder su tiempo en ir al banco?