Seguimos con la serie dedicada a los mejores inversores de la historia, y hoy le toca el turno a George Soros, un legendario inversor cuya faceta más conocida es la especulativa, tras conseguir “tumbar” la libra en los años noventa del siglo pasado.
Quién es George Soros
George Soros se sitúa actualmente, según la revista Forbes, entre las 200 personas más ricas del mundo. Su fortuna se estima en unos 8.000 millones de dólares. Hasta el 2017, su capital era muy superior, de unos 25.000 millones, pero donó 18.000 millones a una fundación creada por él mismo, Open Society, cuyo objetivo declarado es construir una sociedad mejor, mediante el apoyo financiero a causas relacionadas con la salud, la educación y el desarrollo de los negocios.
Nacido en Hungría en 1930 y de origen judío, su familia cambió su apellido Schwartz a Soros, debido al movimiento antijudío existente en la época. En 1943, Alemania invadió Hungría y el padre de Soros organizó un sistema para encubrir a su familia y a otros judíos, para que no fuesen descubiertos. En 1946, George Soros escapó a Suiza, aprovechando un congreso de esperanto, y emigró a Inglaterra, donde comenzó a estudiar en la famosa London School of Economics and Political Science, graduándose en 1952.
Posteriormente, comenzó a trabajar en el ámbito de las finanzas, y en 1956 emigró a Estados Unidos, donde comenzó trabajando en temas de arbitraje y como analista financiero.
Su carrera de éxito como inversor comenzó a destacar en la década de los sesenta, llegando a ser vicepresidente del banco de inversión Arnhold y S. Bleichroeder.
En 1973 fundaría el fondo por el que se hizo mundialmente famoso, el Quantum Fund, que continúa siendo el vehículo inversor utilizado por él y su familia para gestionar su fortuna.
Soros vence al Banco de Inglaterra
Su actuación más conocida, por la que adquirió fama mundial, tuvo lugar en septiembre de 1992, cuando consiguió tumbar la libra esterlina. ¿Cómo consiguió Soros vencer al Banco de Inglaterra?
La historia comienza en 1979, cuando se daban los primeros pasos en la Unión Europea para la integración monetaria. Ese año se creó el ERM (Exchange Rate Mechanism), por el cual algunos países europeos aceptaron establecer un tipo de cambio fijo respecto al marco alemán, alrededor del cual sólo podrían fluctuar un 6%, hacia arriba o hacia abajo.
En 1990, la economía británica no estaba demasiado boyante, por lo que su gobierno decidió entrar también en este mecanismo de cambio fijo, a un tipo de 2,95 marcos por cada libra esterlina, de manera que la banda de fluctuación quedaba establecida entre 2,77 (-6%) y 3,13 (+6%).
Al principio, la cosa pareció funcionar, y la economía británica se recuperó notablemente, con un gran descenso del desempleo. Pero, a continuación, comenzaron los problemas, y la recesión mundial de 1992 provocó un gran aumento del paro. En una situación similar, el Banco de Inglaterra hubiese bajado los tipos de interés para reactivar la economía, pero ahora estaba atado por el sistema de cambios fijos, por lo que no podía actuar libremente.
El 25 de agosto de 1992, un miembro del consejo del Bundesbank comentó que podría haber reestructuraciones en el ERM. El tipo fijado para la libra en ese mecanismo era demasiado alto, pero todo el mundo confiaba en que se iba a mantener. Todos menos Soros, que comenzó a invertir en corto, apostando por la caída de la libra.
Tres semanas después, un funcionario del Bundesbank comentó que la caída de libra era muy probable, y el propio presidente del banco central alemán aseguró en una entrevista que había algunas divisas que corrían el peligro de tener que salir del ERM, si la bajada de tipos en Alemania no funcionaba.
A esas alturas, Soros ya había apostado más de 1.000 millones de dólares a una caída de la libra, y partir de esas declaraciones, decidió multiplicar la apuesta. La noche del 15 al 16 de septiembre, incrementó la apuesta a 10.000 millones. Al día siguiente, el mercado abrió con una brutal caída de la libra, ya que había miles de millones a la venta.
El Banco de Inglaterra reaccionó comprando 1.000 millones de libras, pero la cotización no se movió. El ministro de economía británico llamó al entonces primer ministro, John Major, informándole de la situación, y comentándole que la única solución era subir los tipos de interés, cosa que, en un primer momento, no se atrevieron a hacer, porque sería una medida impopular, en medio de una recesión como la que se estaba viviendo.
A las 11 de la mañana, el ministro insistió en que la subida era la única solución para parar la sangría de la libra, que seguía cayendo, ya que a las actuaciones de Soros se habían unido otros fondos, con miles de millones metidos. El gobierno británico decidió subir dos puntos los tipos de interés, del 10% al 12%, pero no pasó nada. Poco después, decidió subir del 12% al 15%, pero tampoco sucedió nada.
Al hacerlo así, los mercados percibieron que la situación de la libra era desesperada, tanto como para subir un 5% los tipos de interés en unas horas, y en plena recesión, por lo que la divisa inglesa continuó cayendo. Finalmente, a las siete y media de la tarde, el ministro de economía británico, Norman Lamont, anunciaba que la libra abandonaba el ERM.
Ese día, la libra terminó bajando un 15%, y el fondo de Soros, Quantum Fund, obtuvo unas ganancias de 7.000 millones; se estima que 1.400 fueron para el propio Soros; de esta manera, pasó de rico a multimillonario.
Especulación, ¿o algo más?
Esta operación con la libra es considerada habitualmente como un ejemplo de especulación, porque, por una parte, operaba a corto, apostando a la caída del valor (una manera de actuar que a muchos no les parece propia de inversores que se definan como tal, pero que es tan buena como cualquier otra) y porque consiguió ganar la batalla a un poderoso banco central.
Sin embargo, desde otro punto de vista, incluso el propio Warren Buffett, paradigma del Value Investing, declaró “me muestro avaricioso cuando el resto tiene miedo y tengo miedo cuando el resto son avariciosos”, y también que “si queremos conseguir resultados superiores a la media debemos hacer justo lo contrario que la mayoría. Debemos, por lo tanto, comprar barato cuando todos quieren vender y no comprar cuando todos quieren comprar caro”.
Esto es, en definitiva, lo que hizo Soros en aquella operación: apostar a algo que todo el mundo creía que no llegaría a ocurrir. Por supuesto, esto no quiere decir que se deba arriesgar en exceso, pero la inversión “contrarian” (contrarian investing) puede llegar a ser rentable.
Aunque su operación más conocida fue la de la libra, el fondo gestionado por Soros, Soros Fund Management, creado en 1969 por el magnate, ha conseguido ser uno de los más rentables del sector, promediando un 20% de rentabilidad durante cuatro décadas. Una rentabilidad tan elevada, y durante tanto tiempo, sólo puede explicarse por un nivel como inversor fuera de lo común. De hecho, ya en 1981 fue elegido por la revista Investor como el mejor gestor institucional del mundo.
Además, el contacto que tuvo en su época universitaria con el filósofo Karl Popper y su propia historia como emigrante marcaron de alguna manera a Soros, que ha mantenido una faceta filantrópica paralela a su perfil de avezado inversor. Junto con la donación de 18.000 millones a su fundación, una de las mayores de la historia, también ha luchado por otras causas, como los derechos de los inmigrantes y de los grupos LGTB en Estados Unidos, los de las personas de color en Sudáfrica, o promoviendo la libertad de expresión y la transición a la democracia de los antiguos países del telón de acero.
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