La liquidez de las empresas es uno de los aspectos fundamentales en la gestión empresarial, pero también de los más complejos. Esto se debe a que, aunque se apliquen las más estrictas medidas de control, buena parte de su administración es impredecible.
En el lado de los ingresos podemos encontrarnos con problemas como retrasos en pagos, morosidad o insolvencia que pueden llevar a desencadenar dificultades de liquidez. En el lado contrario, el de los gastos, la problemática más común para conseguir mejores condiciones de pago está en la credibilidad comercial que tenga la sociedad mercantil y poder hacer frente a los pagos en los plazos prefijados. Para poder solventar ambos, y conseguir mejores resultados tenemos dos herramientas financieras: el factoring y el confirming. Os explicamos en qué consisten.
Qué es el factoring
El factoring es un servicio financiero por el cual la empresa (cedente), entrega un crédito (cualquier derecho de cobro, generalmente una factura), a una la entidad financiera (factor), a cambio de la cantidad reflejada en ese derecho de cobro al que se le resta los gastos e intereses que se hayan generado en la operación.
La comisión genérica que se aplica en este tipo de operación es la comisión de cesión, que es un porcentaje sobre el derecho de cobro que se entrega. A veces se aplican otro tipo de comisiones, como comisión sobre el límite máximo de financiación o gastos de devolución si le devuelven la factura a la entidad financiera por insolvencia. A todo esto, hay que añadir intereses por el tiempo en el que se recibe el dinero de manera anticipada. Este coste no difiere mucho del que se deriva de solicitar un préstamo a corto plazo y se aplica por el tiempo en el que la entidad financiera anticipa el cobro.
Pongamos un ejemplo. Una empresa cede el cobro de una factura de 10.000 euros 2 meses antes del vencimiento y la entidad financiera cobra por ello un 3% por comisión de cesión y un 6% nominal anual de tipo de interés. Por ello, descontarán a los 10.000 euros un 3% de comisión (300 euros), y otros 100 euros de intereses (por anticipar el cobro 60 días, un sexto del año). En total, la empresa recibirá 9.600 euros.
Nos encontramos diferentes tipos de factoring según se ceda el riesgo de impago:
- Factoring con recurso: Se cede a la entidad financiera la gestión y administración de los créditos comerciales pero el riesgo de impago sigue asumiéndolo la empresa.
- Factoring sin recurso: Funciona igual que el factoring con recurso, pero el riesgo de impago lo asume la entidad financiera.
Lo que no cubre nunca el factoring son los impagos por discrepancias comerciales, por ejemplo, porque el cliente no esté satisfecho con los productos recibidos o servicios prestados. Este riesgo siempre lo cubre la empresa.
Qué es el confirming
El confirming trata lo contrario, la gestión integral de los pagos de la empresa por parte de la entidad financiera. Es decir, se transmiten las facturas a la entidad financiera para que estas realicen el pago a cada proveedor en la fecha convenida. Con el confirming la empresa gana en dos vertientes: reduce gastos en gestión y emisión de los pagos y también mejora su credibilidad financiera con respecto a los proveedores.
El coste fijo de todo confirming está en la comisión que se abona a la entidad financiera para que realice esta labor de gestión del cobro. A partir de este coste fijo, la entidad financiera puede cobrar por otros conceptos tanto a su cliente como al proveedor al que abonará el pago:
- A su cliente: El confirming con crédito permite financiar el pago de estas facturas más allá del vencimiento. Es decir, pagar al banco más tarde por las cantidades que ya ha abonado a sus proveedores. En este caso, tendrá que abonar un tipo de interés por su financiación.
- Al proveedor: Cuando la entidad financiera asume el pago de una factura informa al proveedor de este hecho y de la fecha de pago. Con ello, posibilita que éste solicite el anticipo de pago antes de esta fecha, cobrando por ello.
Respecto a sus modalidades, al igual que el factoring, existe confirming con o sin recurso, aunque en la mayoría de los casos es sin recurso y el proveedor no asume ninguna responsabilidad si el cliente no paga la cantidad pactada en la factura a la entidad financiera.
En qué se diferencian
La diferencia es clara. El factoring es una herramienta de anticipo de cobros mientras que el confirming lo es de gestión de pagos. Aunque utilizar servicios de confirming permite que el proveedor obtenga una vía adicional de anticipo de pagos, de forma muy similar al factoring. Esta relación lleva a que muchas veces haya equívocos entre ambos servicios.
Ventajas y beneficios del factoring
El factoring permite, con el coste que ya hemos analizado, beneficiarse de diferentes ventajas entre las que están:
- Conseguir liquidez: Al anticipar facturas pendientes de cobro, permite mejorar la tesorería de la empresa.
- Si se elige Factoring sin Recurso: Protección contra insolvencia.
- Podemos cubrir opcionalmente otros riesgos como el de tipo de cambio en operaciones en el extranjero.
- Mejorar nuestro balance: Si elegimos factoring sin recurso se pueden contabilizar estas facturas como cobro al contado y con ello, mejorar las ratios del balance y conseguir mejoras a la hora de optar por otros instrumentos de financiación.
Ventajas y beneficios del confirming
Los beneficios son tanto para el cliente que contrata el confirming como para el proveedor que recibe el pago:
Para el cliente:
- Más y mejor poder de negociación con los proveedores, hay más seguridad de pago y con ello se puede conseguir negociar condiciones más favorables (como fraccionamiento de pago), o incluso plazos más largos.
- Mayor eficiencia en costes ya que simplifica tanto el trabajo administrativo como ahorrar en gastos en emisión de los pagos (pagarés, cheques, transferencias). Estas ventajas son más importantes en los pagos internacionales, donde los costes son mayores.
Para el proveedor:
- Mayor seguridad de cobro.
- Tiene la posibilidad de obtener financiación inmediata solicitando el anticipo del pago.
Conclusiones
Factoring y confirming permiten facilitar los procesos de cobro y pago, gestionar mejor la liquidez y hacerlo de forma rápida y sencilla, adaptándose a la realidad de la empresa, especialmente en momentos de crisis o incertidumbre económica. Por todo ello, a pesar de sus costes, su uso sigue creciendo en España, tanto en las grandes empresas como también para las pymes.