¿Qué tienen en común Amazon, Facebook, Google (ahora Alphabet), Twitter o Snapchat? Que todas ellas nacieron como start-up. Por eso, entre otras razones, son muchos los que sueñan con crear su empresa de componente tecnológica y que acabe cambiando el mundo.
La Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri) publicaba en su informe anual de 2015 que la inversión en empresas españolas que se encuentran en sus primeras fases de desarrollo (como start-up) superó los 659,4 millones de euros, lo que representa un crecimiento del 83% con respecto a 2014.
Más concretamente, los fondos de venture capital o capital riesgo invirtieron 534 millones de euros (un 86% más que en 2014). Durante el primer semestre de este año, según los datos obtenidos por ASCRI la inversión has sido de 746M€ en 296 operaciones y se espera que este dato sea aún mayor cuando acabe el ejercicio, ya que hay varias operaciones muy relevantes que están por cerrarse.
¿Qué es exactamente una start-up?
Una startup podría definirse es una empresa de nueva creación con grandes posibilidades de crecimiento y, en ocasiones, un modelo de negocio escalable. Está asociado generalmente a iniciativas con un fuerte componente tecnológico y que están relacionadas con el mundo de Internet y las TICs.
¿Cuántas start-up hay en España? ¿Y dónde acuden para lograr su financiación? Javier Megías, uno de los nombres propios de este sector en nuestro país, ponía en marcha la StartUp Explore Map, una herramienta con la que se quiere facilitar el poner sobre el mapa al ecosistema emprendedor de España y darle una visibilidad. Según sus datos, en estos momentos hay 6.569 startups en nuestro país, 3.607 inversores y 667 aceleradoras.
Financiación, ese oscuro objeto del deseo
La financiación es tan necesaria como, a veces, complicada para cualquier emprendedor. Tanto el que pide el dinero como el que le ofrece debe deben analizar las necesidades de capital con una perspectiva de todo el proyecto (puesta en marcha, venta y comercialización de productos/servicios, costes, riesgos, imprevistos, fases…).
Existen varias y diversas modalidades de financiar los proyectos. Una de ellas, muy en boga en los últimos años, es el crowdfunding, algo así como financiación en masa o colectiva. Pequeñas cantidades de individuos particulares permiten hacer una labor de micromecenazgo y recaudar fondos para dar salida a proyectos. Hay varias páginas en Internet especializadas en este tipo de financiación.
El capital riesgo es otra de las modalidades de financiación. Las empresas de Capital Riesgo compran, de manera temporal, parte del capital social de las empresas actuando como catalizador de nuevas iniciativas innovadoras y emprendedoras capaces de modernizar y hacer más competitivo el tejido empresarial de un país.
Los Business Angels son personas que conocen muy bien algunos sectores de actividad y que tienen una gran capacidad de inversión. Se dedican a invertir en los arranques de proyectos que tienen mucho potencial de crecimiento. Además de dinero, suelen aportar su experiencia en la gestión (aunque generalmente no se involucran en el día a día).
Banca, fundaciones, organismos oficiales, empresas privadas y los FFF (Family, Friends and other Fools, es decir, amigos, familia y otros locos) son otros recursos a través de los cuales se puede buscar dinero para montar una start-up.
Entre los organismos públicos, podemos mencionar CDTI-NEOTEC, ENISA, Financiación Pyme o el ICO, entre otros, puesto que cada vez es más frecuente que las administraciones autonómicas y locales también destinen parte de su presupuesto a este mecenazgo.
Desde el punto de vista de los emprendedores, cada una de estas figuras tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Por ejemplo, muchos de los que se aventuran a montar su propia empresa no quieren nunca dejar de ser sus propios jefes y por eso no quieren oír hablar de Business Angels, puesto que generalmente estas figuras (con un alto poder económico) suelen pedir como contraprestación tener parte del capital social y/o poder de decisión en la gestión.
Otros, por el contrario, se muestran reacios a pedir dinero a organismos públicos porque, aseguran, iniciar todos los trámites y papeleos es otro trabajo en sí mismo.
Los particulares también pueden invertir en Startups
Más allá de estas vías de financiación, las personas que lo deseen también pueden apoyar algunas de estas start-up sin ser uno de los FFF y sin tener, quizá, el músculo financiero de un Business Angel.
Por ello, cada vez es más frecuente que se conformen redes que están especializadas en favorecer la entrada de capital en las start-up y, por otro, que los inversores tengan una cierta garantía en sus apuestas.
Quiénes son esos fondos de inversión
El Banco de España tiene un listado de todos los fondos de inversión que están resgistrados como tal en nuestro país, pero no todos ellos se dedican al mundo del emprendimiento.
Javier Megías, uno de los principales nombres del emprendimiento en nuestro país, ha elaborado una infografía con algunos de los principales fondos de inversión de start-ups en España. Además, en ella se detalla en qué fase del proyecto de la start-up suele invertir cada uno de ellos.
En este listado podemos encontrar organismos públicos como el CDTI o algunos regionales, así como entidades privadas consideradas como Business Angels o Venture Capitals.
El dinero que viene de fuera
Pero además de estos nombres locales, también hay fondos de inversión extranjeros que vienen a España a apostar e invertir por algunas de las start-ups que aquí se crean. De hecho, el año pasado la mitad de la inversión en estas empresas emergentes españolas tuvo capital extranjero.
En ambos casos, muchos de los que están detrás de estos fondos de inversión son otros emprendedores que han tenido éxito en la venta de sus empresas y, con el dinero recaudado se dedican a invertir en otras start-up. Carlos Blanco o Miguel Vicente son algunos de estos ejemplos.