El COVID-19 ha alterado de forma brusca la vida tal y cómo la conocíamos . Todos nos hemos visto afectados por una pandemia cuyos efectos nos acompañarán durante un tiempo. Y aunque está siendo un problema generalizado que está provocando una ralentización de la economía mundial, de forma paralela, también es un impulso y un avance en determinados aspectos.
Lo más destacable ha sido el aumento del teletrabajo, algo que en nuestro país era prácticamente residual y que en una década, según el Banco de España, podría representar el 30% del total de la actividad laboral.
Es una realidad que la economía se está digitalizando a pasos agigantados. En tan solo unos meses se ha hecho más por ello que en años, por lo que ciertas empresas y negocios se están viendo beneficiados y están surgiendo otras oportunidades de negocio.
La tendencia en el futuro próximo es que avance cada vez más y se generalice, pues con una conexión buena a internet el mundo se puede mover, como ya hemos comprobado. Bien es cierto que todavía quedan muchas estructuras y trabas que superar y cambiar, pero el progreso económico y social es eminentemente digital. Y todos debemos adaptarnos y aprovecharnos.
Así se dibuja el futuro económico digital
Por digitalización se entiende, según la RAE, convertir datos físicos en digitales. Si lo extrapolamos al mundo real y económico, en este caso, significa convertir todos los procesos económicos en digitales. Es algo que lleva años en marcha pero, como decíamos, la pandemia lo ha acelerado.
Ahora, cualquier negocio que se precie debería tener su pata digital. Es decir, debe tener una parte o equivalente digital. Porque si sigue manteniendo una estructura únicamente física, corre el riesgo de desaparecer a corto plazo. Bien es cierto que hay empresas que no pueden virar completamente su negocio a digital, al menos por ahora. Hablamos, por ejemplo, de la industria y la construcción, donde la producción es física porque evidentemente, no hay otra manera de hacerla.
Pero también es cierto que estos negocios cada vez basan más en la tecnología sus procesos, lo que ha permitido reducir tiempos, costes y riesgos para los empleados. La mayoría de fábricas hoy en día, al menos las más punteras y avanzadas, ya tiene máquinas o incluso robots que actúan en lugar de las personas en los procesos más complicados y contribuyen así a reducir los riesgos y hacer que su tarea no sea tan dura físicamente.
Y en contra de lo que muchos creen, la digitalización no implica directamente destruir puestos de empleo. Al contrario. Porque se van a crear profesiones nuevas a partir de la tecnología y la digitalización que van a necesitar trabajadores especializados en ellas. De hecho, algunas profesiones ahora no cubren la oferta que existe, como expertos en Big Data, que es una de las especialidades más demandadas en el mercado laboral, porque el manejo y tratamiento de datos es imprescindible.
Reinventarse y adaptarse
¿Esto qué significa? Que la digitalización supone una oportunidad para reinventarse y adquirir nuevos conocimientos que nos pueden ser muy útiles para tener un buen trabajo. Tanto jóvenes como mayores deben adquirir conocimientos digitales y tecnológicos si quieren sobrevivir en el mercado laboral. Y si son especializados, mejor.
Se van a necesitar expertos en numerosas áreas, y quien sepa identificarlas y reconvertirse, irá con ventaja. Ya no hablamos de ofimática o manejar programas de diseño; sino, por ejemplo, programar y manejar código HTML, gestionar datos digitales, diseñar apps y webs… Y esto es solo lo conocido hasta ahora, porque en poco tiempo habrá profesiones que ahora ni somos capaces de imaginar.
Por lo tanto, tendríamos que mirar a esta pandemia como la oportunidad para generar una nueva economía y desarrollar nuevas aptitudes y talentos en las personas. Aunque genere miedo y lo veamos como algo muy fuera de nuestro alcance, todos debemos adentrarnos en esta economía digital. Y cuanto antes, porque es el futuro y, cada vez más, el presente.
¿Qué ventajas tiene este nuevo modelo? Pues, como hemos visto, el teletrabajo es una de ellas. En muchos sectores no será necesaria la presencialidad, reduciendo tanto costes como riesgos para las personas. Y contaminación atmosférica, entre otras cosas, pues la movilidad se reducirá y ya, de hecho, se ha reducido.
Esto permitirá además, generar más tiempo para que los empleados se sigan formando, al poder trabajar desde casa, y facilitar la tan ansiada conciliación laboral y familiar, aunque la ley debe regular todo esto antes. En España, ya tenemos la primera legislación en esta materia, la cual habrá que ir actualizando a medida que pase el tiempo y la economía sea más digital.
Igualmente, es un impulso para el emprendimiento, pues se necesita menos inversión para crear un negocio, sobre todo en lo relativo a consumo, comunicación, diseño, artes, etc. Sumémonos cuanto antes a este nuevo contexto y aprovechemos la ocasión para reconvertir un sistema, que ya era hace tiempo obsoleto, por uno más integrador, igualitario y eficiente.