Invertir en bolsa significa comprar acciones o títulos de empresas o de diferentes valores, como materias primas, divisas, etc. Pues esos títulos que compramos no los tiene el inversor físicamente, ni en una tarjeta de crédito, ni en una cuenta física. Sino que quedan en otro sitio, a cargo del custodio, el guardián de tus títulos.
El custodio no es una persona física; es el banco o entidad que mantiene esos títulos o acciones desde que las compramos hasta que decidimos venderlas. Aunque es una figura que pasa desapercibida para el gran público, su labor es muy importante, pues lo que guarda tiene un gran valor para nosotros y para el mercado.
La relación que tiene el custodio con los distintos operadores se basa en la confianza, pues en él depositan grandes cantidades de dinero convertidas en títulos bursátiles. Por lo tanto, las entidades que aspiran a ser custodios de títulos tienen que cumplir unos requisitos muy exigentes. No hay que olvidar que este tipo de entidades guarda valores, no dinero.
Cada compraventa que se ejecuta en los mercados conlleva un intercambio de títulos que cambian de propietario (del vendedor al comprador). El custodio es quien materializa esa operación y quien realiza el seguimiento en caso de splits y pagos de dividendos de las acciones que custodian. Con el paso del tiempo, por otra parte, han diversificado sus labores y ahora también ofrecen al cliente asesoramiento fiscal o financiero.
La misión del custodio es vital para el mercado, pues guarda lo que realmente tiene valor para esta industria. Son entidades que guardan en su haber títulos valorados en billones de euros. Ante cifras tan elevadas, su labor se vuelve imprescindible, pues aporta la confianza necesaria para la operativa de los mercados.
A la hora de invertir, debemos recordar que las acciones no estarán físicamente en nuestro poder hasta que no las convirtamos en dinero, es decir, hasta que las vendamos. Mientras tanto, será el custodio, fiel guardián de la bolsa, el que las mantendrá a buen recaudo.
La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.
Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
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