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¿Cómo medir si una empresa obtiene un buen retorno sobre sus activos?

Cuando compramos acciones en bolsa estamos comprando parte de una empresa, con sus derechos y obligaciones. Más nos vale comprar por tanto buenas empresas, que se revaloricen con el paso de los años.

¿Pero, qué aspectos determinan que una empresa sea “buena”?

Todos sabemos que el éxito de una empresa a largo plazo depende de que gane dinero. Cuando un negocio genera beneficio, puede hacerse más grande, pagar dividendos a accionistas, incrementar su valor en el mercado, etc… En definitiva supone dinero para los accionistas. Por tanto la capacidad de generar beneficio es uno de los aspectos importantes que tenemos que mirar de una empresa al considerarla como posible inversión.

Para saber cuánto dinero gana una empresa los inversores solemos mirar la cuenta de pérdidas y ganancias. En ella viene detallado cuánto ha vendido la empresa, todos los gastos que ha tenido por el camino, y finalmente cuánto dinero ha ganado. Lo que llamamos beneficio neto.

La relación que existe entre la cifra de negocios (las ventas) y el beneficio neto es lo que llamamos margen neto. Si una empresa ha vendido 10.000€ de golosinas, y tras descontar los gastos de personal, los gastos operativos, los pagos de intereses al banco, los impuestos, etc. le quedan 1.500€ de beneficio, decimos que la empresa tiene un margen neto de 15%.

Todo esto parece bastante simple. Según lo que hemos visto hasta ahora, sencillamente calculando el margen neto de las empresas deberíamos distinguir las empresas buenas de las malas. Al fin de cuentas, no parece difícil llegar a la conclusión de que una empresa con un margen neto de 15% es mejor que otra con margen neto de 10% ¿verdad?

La realidad es más compleja. Una de las patas que nos falta es el balance. Las empresas necesitan activos (fábricas, maquinaria, etc.) para llevar a cabo su negocio. Todos los activos vienen detallados en el balance de una empresa. No sólo vienen todos los “bienes” (activos) de una empresa reflejados en el balance, sino que nos indica también cómo se han financiado estos activos. Básicamente hay dos opciones: o han puesto dinero los accionistas (patrimonio neto), o ha puesto dinero el banco (deuda). Esta parte del balance es el pasivo.

Volviendo al ejemplo de nuestra empresa de golosinas. ¿Hay algún escenario bajo el cual la empresa con margen neto 10% sería preferible a la de margen neto de 15% como inversión?

La respuesta es afirmativa. Pongamos números a las dos variantes para entender la situación mejor:

Empresa de golosinas A:

Empresa de golosinas B:

El dato nuevo que aparece es lo que valen las fábricas que en este ejemplo simple pensaremos que coincide también con lo que costaría montar las fábricas de nuevo. Si relacionamos los beneficios con el valor del activo vemos que la empresa A logra obtener 1.000€ de beneficios invirtiendo sólo 20.000€ en su fábrica lo que nos da un retorno del 5% sobre activos (1.000/20.000). Por su parte la empresa B obtiene un retorno sobre sus activos de 3% (1.500/50.000).

Si tenemos 100.000€ para invertir en el sector de las golosinas, desde este punto de vista es mejor la Empresa A, porque podríamos construir 5 fábricas que nos acabaría produciendo 5.000€ de beneficio anuales.

Con este ejemplo esquemático hemos podido entender mejor la importancia de la relación entre los beneficios (la cuenta de resultados) y los activos (el balance). Esto es lo que en ámbitos financieros se suele llamar la eficiencia sobre capital o eficiencia sobre activos. Todos los ratios de eficiencia de activos intentan poner de manifiesto cómo de eficientemente utiliza una empresa sus activos para generar beneficios.

Hay muchos ratios con esta finalidad: ROA, ROCE, ROE, ROIC… En todos ellos el numerador es alguna medida de beneficios (normalmente de la cuenta de resultados) y el denominador es alguna medida de recursos empleados para generar ese beneficio (calculado a partir del balance). La diferencia entre todos los ratios suele ser qué medidas se toma de “capital empleado” (el denominador).

En cada tipo de sector puede haber diferencias lógicas de qué tiene sentido considerar como activo empleado o no. Conocer qué elementos forman del activo de una empresa es un paso importante para que podamos llegar a un ratio de eficiencia del que entendamos bien las implicaciones.

Aunque hemos centrado este artículo en los activos, porque son intuitivamente más fáciles de entender (aquello que posee la empresa), igualmente intervienen los pasivos, que como hemos visto anteriormente son la otra cara de la misma moneda del balance. En última instancia se trata de relacionar de una forma que nos aporte información que entendamos la cuenta de pérdidas y ganancias con el balance.

Conclusión

Los ratios de rentabilidad sobre activos nos ayudan a poner en contexto los beneficios que genera una empresa con respecto sus activos y pasivos. Son una forma de relacionar la cuenta de pérdidas y ganancias con el balance. Entender cómo de eficiente es una empresa generando beneficio es algo que nos puede ayudar a realizar grandes inversiones a largo plazo.

 

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