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Tecnología: ¿Cómo invertir en semiconductores?

El mundo está sufriendo una gran transformación en la manera de trabajar y comunicarse. La pandemia de la COVID-19 ha acelerado cambios, como la implantación obligada del teletrabajo en marzo de 2020. El consumo de streaming y la utilización de aparatos electrónicos es cada vez mayor, de manera que muchas personas ya no se plantean una vida sin estos elementos.

La contrapartida de todos estos avances son las materias necesarias para la fabricación de los diferentes gadgets, entre los que destacan los semiconductores, materiales que por sus peculiares características son utilizados en la industria electrónica.

¿Cómo funcionan los semiconductores? ¿Para que se utilizan? ¿Cuáles son sus perspectivas de futuro? ¿Cómo invertir a favor de esta tendencia?

Qué son los semiconductores

Los semiconductores son elementos con una curiosa propiedad: pueden desempeñar dos funciones, como conductores o como aislantes, en función de las condiciones a las que estén sometidos (presión, temperatura, radiación o campos magnéticos o eléctricos).

Los semiconductores son sólidos cristalinos que ofrecen una conductividad media, no tan alta como la de los metales conductores, pero lo interesante es su naturaleza dual.

Comenzaron a utilizarse habitualmente a partir de la década de 1950, gracias al menor tamaño y consumo de energía y al aumento de fiabilidad que suponían en comparación con la tecnología anterior de tubos electrónicos, propiciando un cambio revolucionario.

El más habitualmente utilizado es el silicio, muy abundante en la Tierra. De su nombre surgió precisamente la denominación de Silicon Valley, para aquella zona de Estados Unidos en la que nacieron gran cantidad de empresas tecnológicas. Y en menor medida el germanio (más caro), aunque también hay otros como el selenio, el cadmio, el aluminio, el galio, el boro, el indio o incluso el carbono.

Para qué se utilizan los semiconductores

Gracias a sus propiedades, los semiconductores tienen especial aplicación en la industria electrónica, para la fabricación de elementos como diodos —el dispositivo semiconductor más simple—, transistores, chips, circuitos integrados, sensores ópticos, etc.

¿Por qué son ideales para la industria electrónica? La posibilidad de funcionar como conductor o aislante, dependiendo de las condiciones, encaja muy bien con el sistema binario (ceros y unos) utilizado en informática: se puede hacer que cuando el semiconductor aísla valga cero y cuando conduce equivalga a uno.

Presente y futuro de los semiconductores

La electrónica está cada vez más presente en nuestras vidas, por lo que el auge de los semiconductores continuará probablemente, aumentando. Existen otras tecnologías que se están investigando, como por ejemplo, los óxidos de diseleniuro de hafnio y diseleniuro de circonio, aunque está por ver si llegarán a buen puerto.

La famosa Ley de Moore expresa que cada dos años se duplica el número de transistores de un procesador. Gordon Moore, el cofundador de Intel, estableció inicialmente su teoría estimando que la duplicación sería anual, pero luego la reformuló a dos años y, prácticamente, se ha cumplido al pie de la letra durante décadas.

Esto supone que cada vez se consiguen aparatos tecnológicos más pequeños y potentes, lo cual favorece el desarrollo en diferentes ámbitos; como anécdota se suele comentar que los enormes ordenadores que utilizó la NASA en la famosa misión Apollo 11 que llevó al ser humano a la Luna tenían menos capacidad de proceso que un móvil de hoy en día. 

Semiconductores: el hardware tras un mundo hiperconectado

Los usuarios de teléfonos móviles superan ya los 5.000 millones (más de un 70% de los habitantes del planeta) e incluso hay más líneas móviles que personas en la Tierra.

Pero además, el auge de internet para obtener información y como base del ecommerce ha hecho multiplicarse las posibilidades de conexión y es aquí donde entra en juego el 5G y el Internet de las Cosas (IoT, por su siglas en inglés).

La quinta generación de telefonía avanza rápidamente en los países desarrollados, con China, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos a la cabeza. El propio despliegue de la tecnología 5G propiciará grandes inversiones, pero el cambio tecnológico que puede promover las compensará con creces.

El cambio de la tecnología 3G a la 4G supuso ya un gran avance, multiplicando por 5-6 la velocidad, pero el 5G promete volver a dar un importante salto, pasando de velocidades de 1 Gbps a 10 o incluso 20 Gbps, además de reducir la latencia (el tiempo que tarda en transmitirse un paquete) a la mínima expresión, pasando de 20 a 1-2 milisegundos.

Esto supone interacciones inmediatas —sin latencia— y velocidades de descarga enormes, lo que puede revolucionar multitud de ámbitos, conectándonos con todo lo que nos rodea: no solo televisiones, sino también lavadoras, neveras, coches o incluso cirugía a distancia.

Cómo invertir en semiconductores

Una posibilidad es hacerlo a través de las compañías que se dedican a fabricar chips y elementos relacionados, entre ellas las más conocidas, como Intel, AMD, Nvidia, Qualcomm y Taiwan Semiconductor Manufacturing, o la multinacional Samsung, que realizará una inversión superior a 100.000 millones de dólares hasta 2030 para convertirse en el mayor fabricante de chips a nivel mundial.

Otra opción es invertir en las compañías implicadas en el despliegue del 5G, donde destacan Nokia y Ericsson (dos antiguos líderes de la telefonía reconvertidos), ATT, Verizon y T-Mobile (principales operadores de telefonía móvil en Estados Unidos), la empresa de routers Cisco o las chinas Huawei y ZTE.

Otra alternativa sería invertir a través de ETFs, en la busca de alguno que replique a las compañías relacionadas con el sector y beneficiándose de su bajo coste en comisiones, la liquidez y la diversificación que proporcionan.

La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.

Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión. 

Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad. 

Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. 

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