Aunque en el día a día las cotizaciones de las empresas en bolsa fluctúan aparentemente de manera errática, no debemos olvidar que detrás de cada ticker hay una empresa y una realidad económica. A largo plazo la evolución del valor en bolsa de una empresa va inexorablemente ligada a la evolución de su negocio..
La realidad y el presente de una empresa: Sus estados financieros
Periódicamente las empresas presentan sus estados financieros. En ellos el inversor puede comprobar cómo ha evolucionado la actividad de la empresa. Los datos conseguidos hasta el momento nos permiten entender la realidad del negocio presente. Los márgenes nos ayudan a entender si la empresa gana dinero, los ratios de eficiencia muestran si la empresa emplea sus activos de manera productiva y la estructura del balance indica si la empresa es solvente.
Sin embargo el valor de una empresa siempre está relacionado con su futuro. Ser propietario de un negocio nos otorga derecho a la parte correspondiente de los beneficios futuros. Desde el punto de vista del inversor, esto es lo que tiene valor.
Una excepción a esta forma de pensar es cuando pretendemos liquidar la empresa, en cuyo caso el valor se calcula con respecto al dinero por el que podamos vender los activos en caso de liquidación. Pero como norma general, los inversores invierten en empresas cuyo negocio persistirá en el futuro. De los beneficios y crecimiento futuro vendrá la recompensa para el inversor.
Por tanto no sólo es importante ver la realidad de la empresa hasta el momento, sino también tener una idea de hacia dónde va el negocio, y cómo evolucionará en los años siguientes.
La visión que presentan las empresas: El plan estratégico
Al igual que las empresas presentan sus estados financieros para conocer sus resultados, también presentan sus planes estratégicos. En el plan estratégico la directiva de una empresa informa a los accionistas de cuáles son los objetivos que van a perseguir con su gestión. También suelen indicar algunas metas con respecto a resultados que la directiva cree posible alcanzar. De esta manera los inversores pueden hacer sus estimaciones de cuánto es razonable pagar por el negocio en la fecha actual.
Veamos un ejemplo de cómo el plan estratégico y las perspectivas del futuro pueden (y deben) influir en nuestra apreciación del valor presente de una empresa. Para ello vamos a contrastar dos empresas, con el mismo pasado, pero con perspectivas de futuro diferentes.
Ambas empresas comparten las siguientes características:
- Beneficio del año anterior: 100 millones de euros
- Capitalización bursátil: 1.000 millones de euros
Suponemos que todos las demás características son idénticas (balance, márgenes, etc). Las empresas tienen un PER 10 resultante de dividir la capitalización bursátil entre el beneficio anual.
Para el año siguiente ambas compañías prevén mantener sus ventas constantes. Sin embargo una de las empresas ha anunciado que mediante la implantación de una tecnología va a lograr mejorar sus márgenes operativos el año próximo, mientras que la otra va a continuar con los mismos márgenes.
La primera empresa ganará más dinero que la segunda, y por tanto claramente deberíamos de estar dispuestos a pagar un poco más por ella en la actualidad ya que nos aportará más beneficios futuros. Si por ejemplo la primera pasa a ganar 110 millones, mientras que la segunda continúa ganando 100 millones, la primera inversión claramente sería mejor.
El plan estratégico es fundamental por tanto para intentar entender el negocio y formar unas expectativas razonables del futuro de nuestra inversión.
Contrastar el pasado con la realidad
Dice el refrán que “el que mucho promete, rara vez cumple su palabra”. Es decir, una cosa es pretender conseguir, y otra muy diferente es conseguirlo. Es importante no sólo fijarse en cuáles son los objetivos del plan estratégico de una empresa en la que estamos interesados en invertir, sino reflexionar sobre la probabilidad de alcanzarlos. El futuro es por definición incierto, y nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá.
La misión de la directiva de una empresa es intentar mejorar día a día su negocio, y por tanto parte de su trabajo consiste en tener una visión optimista del futuro. Sin embargo los inversores deben compaginar bien esta visión optimista con un grado de escepticismo y realismo. El historial de su equipo directivo y el grado en el que el pasado se han alcanzado los objetivos, es un buen punto de partida para confiar o no en el plan estratégico vigente.
La importancia de la directiva
La directiva de una empresa es de gran importancia. Una buena gestión de una empresa puede generar grandes beneficios para todos: clientes, consumidores, trabajadores, accionistas, etc. Los comunicados de la directiva nos ayudan a entender cómo piensan sobre el negocio y en qué aspectos están centrando su atención para mejorar la empresa. Contrastar lo que dice la directiva con lo que ha dicho en el pasado y los resultados que ha obtenido nos brinda una buena forma de calibrar la calidad de la directiva.
Como inversores nunca debemos olvidar que el destino de nuestra participación en una empresa está en gran medida en las manos de los directivos que la gestionan. Sus decisiones acertadas nos generarán beneficios, y sus errores nos pueden salir caros.
El ejemplo de Indra
Recientemente (el 30 noviembre 2017) ha presentado su nuevo plan estratégico la empresa española Indra. A pesar de haber anunciado que volvería a repartir dividendo, y que prevén que el EBITDA aumente en un 10%, el mercado castigó la cotización ese día, con una caída de más del 3%.
Parte del escepticismo del mercado parece deberse a que la tendencia en las ventas no es buena, y si la empresa no logra revertir esta tendencia va a ser difícil que gane dinero y cumpla sus objetivos. Por otro lado, en la presentación del plan estratégico explican por qué el plan estratégico anterior (2015) no se pudo cumplir.
Aunque este ejercicio de sinceridad y transparencia es de agradecer, algunos inversores consideran que cuando una empresa ha incumplido sus promesas, es más fácil que lo vuelva a hacer en el futuro. La reputación y credibilidad tardan años en construirse, y pueden desvanecerse rápidamente. De momento parece que el mercado es más bien escéptico con respecto a la capacidad de Indra de cumplir con su plan estratégico.
Conclusión
La lectura y estudio de los planes estratégicos que presentan las empresas nos ayudan a formar expectativas razonables de hacia dónde va a evolucionar el negocio de una empresa, y cual es la visión que tiene para ella sus directivos. Esta información es muy importante a la hora de formar nuestro propio criterio sobre el potencial que tiene una empresa como inversión.