La temporada de huracanes en el Atlántico empieza oficialmente el día 1 de junio y llega hasta el día 30 noviembre, con los picos de agosto a octubre. Las previsiones para 2022 no son nada halagüeñas tras un mal 2021.
No se trata solo de que algún turista pueda sufrir cancelaciones de vuelos, suspensiones de viajes o encierros en un hotel del Caribe durante sus vacaciones. Son las graves implicaciones económicas de los daños que puedan causar en zonas habitadas o los parones en la producción de las principales refinerías del Golfo de México.
La temida temporada de huracanes
Un informe de la aseguradora alemana Allianz indica que la temporada de huracanes de 2022 estará por encima de la media. ¿Qué supone eso? Los expertos esperan entre 14 y 21 tormentas tropicales, y entre seis y 10 huracanes, incluyendo entre tres y seis grandes huracanes (categoría 3 o superior), según datos de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) Hurricane Center.
Las seis últimas temporadas de huracanes han estado caracterizadas por una actividad por encima de la media y eso es lo que se espera otra vez en 2022. La media son los datos recogidos desde 1991 y hasta 2020, y suponen anualmente 7-9 tormentas tropicales y entre 2 y 4 grandes huracanes.
Impacto económico de los huracanes
Ya 2021 fue la tercera temporada más activa de las registradas y la tercera que supuso mayores costes para las aseguradoras tras las de 2017 y 2005. Recordemos que, a finales de agosto, el huracán Ida provocó unas pérdidas (aseguradas) de 36.000 millones de dólares con daños por todo el Caribe debido a lluvias torrenciales e inundaciones, hasta llevar la devastación al Estado de Luisiana (EE.UU.).
2021 vivió finalmente 21 tormentas tropicales bautizadas, de las que siete fueron huracanes (cuatro grandes huracanes). Por lo tanto, hubo muchas más tormentas de lo habitual y levemente más huracanes.
La explicación sería La Niña, unas temperaturas en la superficie del agua más altas de lo normal al principio de la estación y lluvias por encima de la media durante el monzón en el África Oriental.
Otro aspecto destacado es el inicio de las primeras tormentas tropicales antes de la fecha habitual, por lo que se estudia adelantar el inicio de la temporada al 15 de mayo a partir de ahora. Este hecho se atribuye al desarrollo de tecnologías observacionales más avanzadas, que permiten identificar tormentas que no llegan a tierra y que antes no se contabilizaban.
El cambio climático impacta en los huracanes ¿o no?
Aunque no existe consenso científico sobre si el cambio climático aumenta la frecuencia de los huracanes, sí existe consenso al respecto a la previsión de que las tormentas serán cada vez más intensas y causarán más daños.
Un hecho aceptado es que la mayor temperatura del agua en la superficie del océano —por encima de 27 grados centígrados— incentiva el número de tormentas y su duración. El calentamiento global ha elevado la temperatura atmosférica en 1,1 grados desde 1880, con una gran parte de ese calor almacenado en el mar. Esto ha aumentado la duración de las tormentas y su desarrollo geográfico según las corrientes marinas.
También hay consenso en el hecho de que las tormentas serán más húmedas, lo que elevará el riesgo de inundaciones; y en que la fuerza de las mismas será cada vez más difícil de predecir, porque tienden a intensificarse en periodos de tiempo más cortos.
Por ejemplo, Ida elevó la velocidad del viento en 55 millas por hora (88 km/h) las 24 horas previas a su llegada a Luisiana.
¿Cómo se ha visto afectada la economía por los desastres naturales?
De los nueve desastres naturales que mayores costes han provocado en años recientes, dos son huracanes. Fueron el huracán Katrina en 2005 que alcanzó los 168.000 millones de dólares en pérdidas y el huracán Harvey en 2017, que alcanzó los 133.000 millones.
Sin embargo, como hablamos de pérdidas aseguradas, una parte importante de los daños reales no se contabilizan, como ocurre en pequeños países del Caribe, donde no disponen de seguros.
En cambio, cuando esas tormentas alcanzan Estados Unidos, las pérdidas computadas se disparan porque el número de propiedades aseguradas es mucho mayor. Hay que recordar que en el Golfo de México se extrae petróleo y que algunas de las mayores refinerías de esa parte del mundo se encuentran, por lo tanto, cerca de allí, y se han visto afectadas por la actividad de los huracanes.
Los huracanes son los mayores enemigos de las refinerías estadounidenses. La mayor es Deer Park, en Texas, junto al Golfo de México, con la de Port Arthur, y la de Beaumont (en construcción), también en Texas, muy a la zaga en cuanto a capacidad refinera.
Con los precios de las materias primas energéticas en alza, lo menos deseado sería que la temporada de huracanes derivase en una pausa o un parón en las refinerías del Golfo de México.
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