Como cada año, con la llegada de los últimos meses surge la necesidad de planificar fiscalmente el ejercicio económico, y entre las muchas cosas que podemos implementar para bajar la factura fiscal es la de reducir la base imponible del IRPF mediante la aportación de dinero a nuestro plan de pensiones.
El ejercicio tradicional es el de aportar grandes cantidades (con el límite legal de 8.000€) en un solo pago con el fin de acumular capital para nuestra jubilación y poder deducirnos dicha aportación, pero raramente nos preguntamos si esta acción (realizar una sola aportación anual) es eficiente y si no nos sería más conveniente realizar aportaciones periódicas a lo largo del año.
En muchas ocasiones la aportación de capital a nuestro plan de pensiones mediante la realización de una única aportación supone un esfuerzo muy elevado para muchas personas, ya que el montante que se destina al ahorro puede suponer un desembolso importante y puede dejar nuestro efectivo disponible reducido.
Partiendo de la base de que de cara al futuro, ante la incertidumbre que existe acerca de la capacidad futura del sistema público de pensiones pueda hacer frente a todas las necesidades de los futuros jubilados, el peso del ahorro personal va a jugar un papel fundamental a la hora de que podamos disponer de una pensión suficiente para poder disfrutar de un nivel de vida digno, esto nos debe llevar a buscar un sistema que nos permita ahorrar con facilidad y sin tener que sufrir restricciones financieras.
La forma más sencilla y que es explicada en todos los manuales de finanzas personales es la de destinar cada mes un porcentaje de nuestros ingresos al plan de pensiones.
Como hemos dicho, la ventaja principal que obtenemos de realizar aportaciones mensuales a nuestro plan de pensiones es la de convertir el proceso en algo sencillo y de fácil realización, puesto que cada mes podemos decidir libremente la cantidad que podemos destinar a nuestro plan de ahorro, amoldándonos así a las necesidades financieras que tenemos en cada momento.
Así, podemos destinar mensualmente una cantidad fija a nuestro plan de pensiones cuya privación no nos suponga ningún problema a la hora de afrontar las responsabilidades financieras del mes. Además, en los meses en los que tengamos algún ingreso extra, podemos destinar ese ingreso adicional a nuestro plan de pensiones, ya sea aportando la totalidad del mismo o solo un porcentaje de éste.
Una de las excusas más frecuentes que utilizan las personas para no llevar a cabo este proceso de ahorro es la existencia de bajos salarios que no les permiten destinar un porcentaje al ahorro, ya que lo necesitan en su totalidad para hacer frente a su día a día.
El error de esta forma de pensar radica en despreciar el poder del ahorro a largo plazo, incluso si lo hacemos apartando cantidades pequeñas de dinero. Así, si decidiésemos ahorrar 100€ mensuales durante 30 años, el día de nuestra jubilación tendríamos una cantidad ahorrada de 36.000€ (antes de impuestos).
Pero en el ahorro a largo plazo a través de un plan de pensiones podemos beneficiarnos del poder del interés compuesto. Si esos mismos 100€ los destinamos a un plan de pensiones con una rentabilidad media del 5% anual, tendríamos dentro de 30 años cerca de 85.000€.
Esto nos muestra que el ahorro sistemático mes a mes, incluso con cantidades pequeñas, es un método eficaz y cómodo para conseguir nuestros objetivos financieros. Por ello, es fundamental comenzar cuanto antes a ahorrar para la vejez.
Los expertos recomiendan comenzar a hacerlo desde el momento en el que se accede al mercado laboral, incluso si al inicio las personas no pueden destinar grandes cantidades, puesto que como hemos visto lo importante es comenzar a interiorizar el hábito del ahorro.