La tasa de ahorro en España continúa descendiendo, y se ha situado en el 5,7%, por debajo del 6% que rondaba antes del inicio de la crisis, y muy lejos del 14% que rondó en 2009. Esto quiere decir, por una parte, que los hogares españoles afrontan el futuro con más optimismo (y por eso guardan menos dinero que antes). Pero, por otra parte, implica cierta falta de previsión.
No nos cansaremos de hablar de la importancia del ahorro como base para una economía saneada. Ahorrar nos concede una mayor tranquilidad y nos permite contar con un dinero para poder invertir y conseguir unos ingresos pasivos. Además, nos evita ciertos gastos (en intereses), y nos puede ayudar a acceder a ciertos productos que de otra manera nos estarían vedados o nos resultarían muy costosos. Hay muchos métodos para ahorrar, algunos muy divertidos, pero el hecho es que, en general, es un hábito que nos cuesta. ¿Por qué?
Desempleo y salarios bajos
La falta de empleo o la baja remuneración de éste son dos de las principales razones para no ahorrar. La tasa de desempleo subió en España desde el entorno del 8% que tenía entre 2006 y 2007 hasta alcanzar una cifra superior al 26% en 2013 (de menos de una persona de cada diez en paro, se pasó a una persona de cada 4). Aunque actualmente, ha descendido al entorno del 15% (y parece que la tendencia va a continuar), sigue siendo una tasa muy elevada.
Además, los salarios son bastante reducidos, ya que, aunque la media se sitúa en algo más de 23.000 euros, el salario más frecuente ronda los 16.500, y más de la mitad de los trabajadores ganan menos de 20.000 euros anuales. A esto contribuye también la temporalidad del empleo y la elevada tasa de empleo a tiempo parcial, que pasó de rondar el 10% en 2008 hasta alcanzar un 15% en 2013 (actualmente se sitúa en el 14%).
Como es fácil entender, la capacidad de ahorro aumenta a medida que lo hace nuestra renta disponible. Con niveles de ingresos bajos, resulta complicado apartar parte del dinero, mientras que, si nuestros ingresos son elevados, incluso dedicando más al consumo, es más fácil ahorrar. No obstante, la clásica justificación de “no ahorro porque gano poco dinero”, en la mayoría de las ocasiones, no es más que una excusa.
Optimismo ante el futuro
Como ya se ha apuntado, una de las causas principales para variar la tasa de ahorro es la percepción que tenemos acerca de cómo será el futuro que nos espera. A mayor incertidumbre y/o pesimismo, más ahorraremos, mientras que, si tenemos buenas expectativas, el ahorro será menor.
La recuperación económica ha llegado a nuestro país, y si bien el reparto de la misma ha sido desigual, mucha gente percibe que la continuada bajada del desempleo —que ha hecho que se recuperen las cifras de cotización previas a la crisis, rondando los 110.000 millones de euros anuales— traerá consigo un futuro mejor, y eso repercute en el ahorro que están dispuestos a realizar.
El ahorro como pérdida
Ésta es una cuestión analizada por los economistas conductuales. Muchas personas entienden el ahorro como una pérdida, puesto que supone una reducción en la posibilidad de gastar. Si ganan 1.300 euros y ahorran 100, es como si pasaran a ganar 1.200, en su mente es como si perdieran dinero. La aversión a la pérdida (conocido concepto psicológico, que implica que normalmente preferimos evitar perder antes que ganar) hace el resto.
La realidad, sin embargo, es la contraria. Ahorrar supone la posibilidad de mejorar en el futuro, tener más tranquilidad, obtener un rendimiento por nuestro dinero, evitar gastos superfluos, etcétera. Sin embargo, todavía algunos prefieren gastar hoy todo lo posible, tener la recompensa hoy, que mañana ya se verá.
Los impuestos y la inflación se comen todo el ahorro
Posiblemente la fiscalidad sobre el ahorro no sea la mejor del mundo, y además es un dinero por el que ya hemos pagado cuando lo ingresamos. Pero los impuestos van a ser sobre el rendimiento sobre el ahorro, no sobre el propio capital. En cuanto a la inflación, sí que tiene parte de razón esta manera de pensar. Guardar el dinero en el colchón es la mejor forma de perderlo, lo ideal es obtener alguna rentabilidad por ese dinero ahorrado, a través de la inversión (puedes echar un vistazo a esta sección, por si quieres algunas ideas al respecto).
Ya es tarde para empezar
Ésta es una excusa muy clásica, que sirve para todo: es tarde para empezar a ahorrar, para adelgazar, para aprender inglés… ¿realmente nos lo creemos? Como reza el dicho, nunca es tarde, y el ahorro se realiza paso a paso, tacita a tacita, como decía el anuncio. No dejes para mañana lo que puedes ahorrar hoy.
No nos da la gana
Quizás suene un poco fuerte, pero esta suele ser la verdadera razón. ¿Realmente no podemos, o es que no queremos? En la mayoría de las ocasiones, la respuesta será la segunda, aunque no queramos admitirlo. Ahorrar supone un sacrificio en el presente, y es algo que muchas personas son reacias a hacer.
Entonces, ¿cómo puedo empezar a ahorrar?
Lo primero es gastar menos de lo que se ingresa. Parece una perogrullada, pero implica planificar (para conocer tus gastos), reducir gastos superfluos, o ver maneras de aumentar tus ingresos.
Ten en cuenta la importancia del preahorro. Lo mejor no es ahorrar lo que nos sobre (porque, si no, tenemos tendencia a gastar todo lo que tenemos) si no apartar previamente el dinero que queremos ahorrar. Para ello, podemos automáticamente, cada mes, separarlo a una cuenta ahorro que tengamos libre de todo tipo de gastos y, lógicamente, sin comisiones.
Una vez que consigues comenzar a ahorrar, lo primero será que crees un colchón de emergencia, que te proporcionará tranquilidad y te permitirá gestionar mejor tus finanzas.
Por último, como comentábamos anteriormente, es mejor que el dinero ahorrado no se quede parado, y obtener una rentabilidad por el mismo.