Hemos crecido esperando a que nuestros padres y familiares nos regalasen alguna para comprar golosinas. Las manejamos a diario, siempre tintineando en los bolsillos o el monedero. Han evolucionado y cambiado de cara a lo largo de siglos. Pero ahí están, desafiando al paso del tiempo y a la irrupción de la tecnología, aunque algunos auguran que les queda poco tiempo. Al menos tal y como las conocemos hasta ahora.
Hablamos de las monedas. Un medio de pago que se remonta al siglo VII antes de Cristo, cuando fueron creadas por la civilización griega. Desde entonces, han pasado miles y miles de años y se han mantenido como principal forma de pago. Pero, ¿sabemos realmente qué es una moneda?
Un metal con historia
Una moneda es, en su descripción más objetiva y física, una pieza de un material resistente, normalmente de metal acuñado, con un peso y una forma estable. Lo más común es que tenga forma de disco y tenga grabados los motivos elegidos por la entidad emisora.
Esta pequeña pieza de metal se usa como medida de cambio, es decir, dinero, ya que tiene determinado un valor monetario que es legal e intrínseco. De este modo, las monedas se intercambian por productos, servicios, etc. ya que suponen una forma de pago en sí mismas. Pero además de eso, se llama moneda a la divisa de curso legal de un Estado o conjunto de ellos, como el caso del euro y el dólar.
Su nombre procede del latín y encierra, como casi todo, una curiosa historia. Procede realmente de la palabra “moneta”, ya que la casa donde se acuñaban en Roma estaba próxima al templo de Juno Moneta, la diosa de la memoria. Es por ello también que esta diosa fue la “protectora” de la actividad monetaria.
Su estudio físico ha dado lugar a la ciencia numismática, que analiza y colecciona las diferentes monedas emitidas por un Estado a lo largo de los años. Es una forma de dar testimonio a los cambios económicos de los pueblos, así como de su historia política, geográfica, etc.
Pero…¿qué es?
Con estos antecedentes, podemos establecer que la moneda no es solo una forma de pago. También es un indicador del valor del algo, ya que en función de las monedas que cuesta un producto nos podemos hacer una idea de su valor. Además, también sirve para medir la riqueza y para dar forma a la política monetaria de un Estado.
Podemos así establecer que la moneda es el origen de todo el sistema de consumo y financiero, pues sin una forma de pago legal y aceptada que, además, sirva para dar un valor lo más objetivo posible a las cosas, no se habría producido el desarrollo financiero.
Así, las monedas han sobrevivido a siglos y siglos de historia hasta llegar a la actualidad, donde su supervivencia física se encuentra amenazada por sus homólogas digitales. Hablamos de las criptomonedas, que permiten realizar pagos por Internet de forma anónima a través de una red descentralizada de pagos.
La más famosa es el Bitcoin, cuya cotización ha superado hace poco la barrera de los 16.000 dólares por unidad. La segunda en importancia es el Ethereum, que ya caminan por encima de los 250 dólares cada una y que se diferencian del Bitcoin en que, según los expertos, es más eficiente para realizar transferencias.
¿Las monedas cotizan?
Ante esto algunos se preguntarán si, más allá de las criptomonedas, se pueden comprar monedas y venderlas, al igual que con las acciones. Y la respuesta es sí. El mercado de divisas funciona precisamente para intercambiar monedas de los distintos estados en función de su valor, de modo que también se puede obtener rentabilidad con ello. Y todo regulado en los mercados financieros, que es donde se determina cuánto vale un euro, un dólar o un yen.