Una de las particularidades que conlleva el trading y la inversión en bolsa es la posibilidad de perder parte de nuestro capital si las operaciones que tomamos no resultan exitosas.
Efectivamente, la rentabilidad suele ir asociada al riesgo asumido, y es por ello que ser muy ambicioso buscando grandes ganancias puede tener el peaje de asumir pérdidas de vez en cuando, debiendo prestar especial atención cuando se opera con apalancamiento.
Uno de los conceptos más temidos para cualquier inversor que trabaja con apalancamiento es precisamente el del “Margin Call”, que en su traducción literal no es más que la “llamada de margen”.
Básicamente un Margin Call es una alerta de nuestro bróker avisándonos que nos estamos quedando sin margen en nuestra cuenta, es decir, que las garantías que cubren el riesgo de nuestra posición se han agotado. Llegados a este punto el inversor tiene dos opciones:
- Aportar más garantías (efectivo) en nuestra cuenta
- Permitir que el bróker nos cierre parte de la posición, pudiendo por tanto materializar pérdidas latentes
Este aviso del bróker puede deberse a varios motivos. El más habitual es un descenso de nuestra posición fruto de la caída de precio en el instrumento en el que estuviéramos invertidos, normalmente acciones.
Esta advertencia también puede deberse a que se prevea que un evento especial que va a acontecer (ejemplo: referendum Brexit, elecciones EEUU., etc…) pueda provocar una mayor volatilidad, por lo que el bróker prefiere cubrirse las espaldas y solicitar una mayor garantía a su cliente.
¿Por qué se aplica el Margin Call?
El inversor podría pensar que aunque una de sus operaciones esté puntualmente en negativo, la misma puede darse la vuelta y pasar a ser positiva. Pero en el momento en el que se ejecuta un Margin Call, esa operación se cierra y por lo tanto la pérdida se materializa instantáneamente, sin dejar opción a que el movimiento del precio acabe transformando esa operación en ganadora.
Pero entonces, ¿por qué se aplica el Margin Call? Se trata de una actuación de precaución ante la posibilidad de que las pérdidas siguieran aumentando en esa operación hasta llegar al punto en el que el inversor debiera dinero a su bróker, un extremo no deseado por ninguna de las partes.