En 2013 se aprobaba el Real Decreto que regula la eficiencia energética de edificios mediante el certificado energético. Más allá de verlo como un mero trámite antes de alquilar o vender una vivienda, vamos a analizar ahora qué significa en términos de ahorro tener una casa más o menos eficiente.
Los edificios posteriores a 2007 disponen de certificado energético desde su construcción y, a partir de 2013, todas las viviendas que vayan a ser alquiladas o vendidas deben contar también con él. Esta medida fue implementada en el Real Decreto 235/2013, junto con toda la regulación referente al certificado, para adecuar el marco legislativo español y contribuir al objetivo de la Unión Europea de mejorar un 20% la eficiencia energética antes de 2020.
El grado de eficiencia energética es un concepto al que estamos acostumbrados desde hace más tiempo, pues una escala parecida ya se utilizaba anteriormente para los electrodomésticos. Para las viviendas se usa una escala de la A a la G, de más a menos eficiente, considerando dos conceptos:
- Consumo anual de energía en kWh/m2.
- Emisiones anuales de kgCO2/m2.
Ahorrando a partir del certificado energético
Si vamos a cambiar de casa, ya sea de alquiler o en propiedad, la información que nos ofrece el certificado energético nos permite calcular de forma aproximada cuántos euros gastaremos en energía cada año. Basta con multiplicar los kWh/m2 que aparecen en el certificado por la tarifa que nos aplique la compañía eléctrica y por los metros cuadrados de la vivienda.
Para calificar un edificio, las empresas certificadoras hacen uso del software CE3X del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, teniendo en cuenta variables como el año de construcción, la zona climática, la superficie útil, la fachada, la altura suelo-techo, los huecos o las instalaciones térmicas.
El rango de cada letra varía según las variables anteriores. Así por ejemplo, dos viviendas idénticas con un consumo de 100 kWh/m2 al año, pero ubicadas en comunidades autónomas diferentes, podrían ser B en una y C en otra. Siguiendo con ese ejemplo, si tiene 90 metros cuadrados y se paga el kWh a 0,20 euros, costará energéticamente al cabo del año: 100x90x0,2 = 1.800 euros.
Como aproximación al ahorro según la letra energética de nuestra vivienda, acudimos a los datos ofrecidos por Ecobservatorio: tan solo el 0,03% de las viviendas certificadas en España obtienen la letra A, y casi el 60% son letra E. Este tipo de vivienda tiene un gasto medio en calefacción, refrigeración y agua caliente de 1.010 euros anuales. Un escalón por encima están las tipo D que bajan a 635 euros y, por debajo, las F con 1.414 euros. En cambio, con una tipo B el gasto medio se reduce a 390 euros. Al final de la lista, las tipo G, con un consumo anual medio de 2.087 euros.
Por tanto, con las cifras anteriores queda claro que el ahorro energético alcanza cifras considerables y debería afectar a la decisión final a la hora de cambiar de casa.
Subir en la escala energética como plan de ahorro
Pongámonos ahora en la piel de un ahorrador que se plantea realizar reformas en su hogar y aprovechar la ocasión para reducir el consumo energético. El certificado energético incluye una lista de recomendaciones con los elementos de la vivienda que se pueden cambiar o mejorar para hacerla más eficiente.
Cada ahorrador deberá calcular el coste de las reformas, cuánto ahorro supone al año y cuántos años serán necesarios para amortizar esas reformas. El caso más extremo, pasar de la letra G a la A, representa un 86,4% de ahorro energético que, traducido en euros, para una casa que emplee 2.500 euros al año en energía, pasará a 340 euros tras la reforma. Aunque, con toda probabilidad, la inversión será muy elevada.
Sin ser tan extremos, vamos a separar los elementos a mejorar de nuestro hogar para consumir menos energía. Para ello, volvemos a los datos del Ecobservatorio sobre las recomendaciones dadas en los certificados energéticos:
- En el 41% de los certificados se recomienda mejorar las instalaciones térmicas (como la caldera y otros medios para generar calor en el hogar).
- Le sigue la envolvente del edificio (capa que separa el exterior con el interior), en un 26% de los casos.
- El aislamiento térmico (puertas, ventanas, fachada) es recomendado en el 24% de las viviendas.
- Y para el 9% se propone reducir los puentes térmicos (elementos en la construcción que conducen mejor la temperatura).
Por último, hay que mencionar que el propietario es el responsable de la actualización del certificado tras las reformas, si éste considera que ha podido cambiar su calificación. Y que, en cualquier caso, la ley establece que debe ser renovado cada diez años.
Ahorrando energía dentro de casa desde ya
Algunas de esas mejoras no afectan únicamente a nuestra vivienda, sino que requieren un cambio en elementos comunes del edificio, por lo que tendrán que ser aprobados por la comunidad de vecinos. Entonces, ¿por qué no empezamos a ahorrar desde ya con cambios que requieren una menor inversión?
En cómo luchar contra la factura de la luz, vimos que los aparatos en stand by suponen del 5 al 12% de la factura de la luz, o unos 19 euros al año. ¿Cuánto nos cuesta ese cambio? Nada, tan solo apagar completamente los aparatos eléctricos.
La mayoría de las casas españolas ya ahorran con bombillas de bajo consumo. Además, podemos seguir ahorrando si cambiamos un poco de actitud, con acciones tan simples como ser conscientes de las lámparas que hay encendidas o apagar la luz al salir de la habitación.
La elección de electrodomésticos eficientes también afecta directamente a la factura de la luz. En ese sentido, la etiqueta energética de frigoríficos, lavadoras, secadoras y lavavajillas es clave para el ahorro.
El frigorífico es el aparato que más electricidad consume de la casa. A modo de ejemplo, si renovamos la antigua nevera, que era letra B, por una A+++ estaremos ahorrando unos 50 euros al año:
410 kWh/año (B) – 160kWh/año (A+++) = 250 kWh.
Si el kWh nos cuesta 0,20 euros, 250×0,20 = 50 euros/año.