«Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar». Esta reflexión de Kant no podía ser más clara: no todos los individuos están preparados para aceptar un determinado nivel de riesgo en sus decisiones, sean financieras o de cualquier otro tipo. Siguiendo con la reflexión del filósofo alemán, vamos a profundizar sobre el reto de las decisiones financieras bajo incertidumbre.
Que si la bolsa de China se desplomó, que si las bolsas europeas comienzan la recuperación, que si el crudo no remonta. ¿Es momento de comprar? ¿Es momento de vender?…
Que si ahorramos parte de la paga extra, que si vamos a invertir lo que nos devuelvan del IRPF, que si mejor esperamos a las rebajas para comprar…
En todos los ámbitos el ahorrador se enfrenta a decisiones en las que asume un riesgo y en todas ellas existe incertidumbre sobre si es mejor una alternativa u otra. Podríamos afirmar que decisión equivale a incertidumbre y la sociedad en la que nos integramos toma decisiones constantemente. Tener un 100% de certeza sobre una acción es imposible y pretenderlo puede ser frustrante. La solución, o mejor decisión posible, depende de nuestra aversión al riesgo y para actuar consecuentemente deberíamos cuantificarlo y estudiar el efecto de cada alternativa, o la probabilidad de que suceda. Veámoslo con detalle.
Incertidumbre en todas partes
En cualquier ámbito, independientemente del análisis realizado, hay situaciones en las que el resultado es incierto, y no solo éste, sino que también existen consecuencias paralelas (o secundarias) a una decisión bajo incertidumbre. Es posible aproximar y plantear diversos escenarios, pero el resultado final es desconocido.
¿Es momento de comprar acciones?
¿Cambiamos de casa?
¿Nos compramos un coche nuevo?
¿Nos interesa un plan de pensiones?
¿Adelantamos las compras, ahora que hay rebajas?
¿Merece la pena jugar loterías?
¿Es momento de tener un hijo?
Estas y otras muchas preguntas provocan que nuestro día a día está lleno de incertidumbre. En lo referente a ahorro y finanzas, en el blog de Self Bank, diariamente planteamos el panorama económico actual, con consejos sobre ahorro e inversión y datos macroeconómicos. Información muy valiosa para ayudarnos a tomar decisiones, pero lo que sucederá mañana con el rendimiento de nuestra inversión, al igual que si el IBEX subirá o bajará, no lo podemos garantizar.
Factores de incertidumbre
Para comenzar con la aproximación a la incertidumbre en la toma de decisiones financieras, podríamos considerar dos grupos de factores: externos e internos. Según si la incertidumbre le llega al ahorrador desde el entorno o si, por el contrario, es consecuencia de sus características personales y financieras. Por ejemplo, podríamos diferenciar:
Factores externos: evolución de los mercados, panorama político y económico internacional y nacional, comportamiento de la competencia, precios de las materias primas, sistema financiero internacional, sistema bancario, etc.
Factores internos: preferencias personales, presupuesto, estado financiero, aversión al riesgo, nivel de ahorro, resultado de decisiones financieras previas, etc.
Binomio rentabilidad-riesgo
Centrándonos en la inversión conviene repasar el concepto de rentabilidad-riesgo. No debemos dejar caer en el olvido la primera lección de inversión.
Antes de nada, recordemos que la rentabilidad es la capacidad de una inversión para generar rendimiento. Que la rentabilidad sea mayor o menor, positiva o negativa es la incertidumbre, o riesgo de la inversión.
El propio concepto de inversión lleva asociado un riesgo, pero existen diferentes tipos de inversión con más o menos riesgo y aquí sale a relucir el binomio rentabilidad-riesgo, dos elementos directamente proporcionales:
- una inversión con bajo riesgo permite alcanzar una baja rentabilidad.
- una inversión de alto riesgo permite alcanzar una alta rentabilidad.
En el caso de la incertidumbre en las decisiones financieras, la teoría puede parecer muy simple: ante idénticas condiciones de riesgo deberemos elegir la inversión que nos de mayor rentabilidad. Sin embargo, no siempre el riesgo es perfectamente cuantificable.
Pongamos por caso que tenemos 1.000 euros que queremos invertir y nos planteamos tres opciones de inversión:
- Bolsa.
- Fondo de inversión.
- Depósito bancario.
A primera vista, invertir en bolsa es la opción que presenta más riesgo. A pesar de ello, supongamos que nos hemos decidido a hacerlo, ¿en qué valor invertimos?, ¿cuál implica más riesgo?
Estamos de acuerdo en que hay determinados valores más volátiles que otros, pero situar todos los valores en una tabla de mayor a menor riesgo parece una tarea imposible.
Según la CNMV, conocer nuestro perfil de inversor es imprescindible para enfrentarnos a la incertidumbre inherente a la inversión y para ello deberíamos hacernos cinco preguntas:
¿Cuál es mi punto de partida? O conocer nuestra situación financiera actual.
¿Cuáles son mis metas concretas? O cuánto queremos ganar.
¿De cuánto tiempo dispongo para alcanzar esa meta?
¿Qué nivel de riesgo estoy dispuesto a asumir?
¿Necesitamos asesoramiento?
Análisis de riesgo
Es imprescindible categorizar el riesgo, o dicho de otro modo, evaluar la incertidumbre de cualquier decisión financiera. Planteamos dos métodos posibles:
Análisis cualitativo: se basa en la propia experiencia, en resultados no cuantificables basados en el aprendizaje financiero.
Sin embargo, este modelo solamente es útil cuando la inversión no sea elevada y el análisis de riesgo cuantitativo no justifique el tiempo y coste necesarios. También puede servir como apoyo a un análisis cuantitativo, o cuando sus resultados no sean suficientemente esclarecedores. Para realizar un análisis cualitativo podemos usar Brainstorming, cuestionarios, evaluaciones y entrevistas o valoraciones de asesores externos.
Análisis cuantitativo: se basa en la obtención de valores numéricos con los que identificar el nivel de riesgo de cada alternativa. Un análisis cuantitativo incluye estudios de probabilidad, estudio del efecto de cada decisión y simulaciones estadísticas.
Perfiles de riesgo
La incertidumbre existente ante cualquier decisión financiera, por muy simple que pueda parecer, repercute en diversos ámbitos, tiene diferentes niveles de importancia e incluso sus efectos pueden interactuar entre sí. Por tanto, tener una visión global de toda la afectación de una decisión financiera resulta una tarea extremadamente compleja.
Ante este panorama, un proceso de simplificación se vuelve imprescindible, para separar cada uno de los elementos a considerar y evaluar su riesgo por separado. Entonces recurrimos a los perfiles de riesgo.
El perfil de riesgo es una ficha en la que se agrupa toda la información referente a cómo cada alternativa se ve afectada por la incertidumbre. Una vez obtenido el perfil de riesgo de cada alternativa, es más fácil centrarse en los condicionantes que van a determinar la decisión final, sin perderse en incertidumbres menos relevantes. Un perfil de riesgo:
- Trata de identificar la incertidumbre principal
- Los posibles resultados
- Probabilidad de que ocurra cada resultado
- Consecuencias de cada resultado
- Posibles nuevas incertidumbres asociadas a cada resultado (incertidumbres secundarias)
Para completar el perfil de riesgo tendremos que usar los elementos del análisis cuantitativo y cualitativo antes descritos.
Conclusión
Como conclusión, podemos resumir que la incertidumbre está presente en todas las decisiones del día a día, en todos los ámbitos, también en el financiero. Cada ahorrador tiene un nivel de aversión/aceptación de riesgo diferente. Tomar la decisión financiera más acertada es una tarea compleja. La solución viene de la descomposición del riesgo de cada alternativa mediante los perfiles de riesgo y los análisis cualitativos y/o cuantitativos.