ministerio de consumo

Un Ministerio de Consumo por primera vez en España, ¿qué puede suponer esto?

2020, España ya tiene Gobierno. Ha costado dos elecciones y muchas negociaciones, pero finalmente tenemos el Ejecutivo conformado, el primero además de coalición en nuestro país. Esto ha dado lugar a que se creen nuevas carteras ministeriales, entre las que destaca una que ha sorprendido a muchos: el Ministerio de Consumo.

Por primera vez, España tendrá un ministerio que se ocupará exclusivamente de estas cuestiones y que será conducido por Alberto Garzón, el líder de Izquierda Unida, que formaba parte de las listas de Unidas Podemos. No todos han estado de acuerdo en la necesidad de la creación de esta cartera, ya que hasta ahora el ámbito del consumo había estado tradicionalmente englobado dentro de Sanidad, en el que tenían prioridad, obviamente, las cuestiones sanitarias. En cambio, ahora parece ser el momento de dar su lugar a un aspecto que nos afecta a todos a diario. ¿Qué implicaciones podría tener? ¿Será un impulsor de cambios?

Mayor consumo online, mayor necesidad de un Ministerio de Consumo

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El principal fin de esta cartera  es regular todas las cuestiones relacionadas con el  consumo. Algo que ya se hacía, pero quizá no de forma profunda. Porque, ¿cuántas quejas hacen diariamente muchos consumidores? ¿Cuántas veces nos hemos sentido algo abandonados y sin saber a dónde acudir para reclamar nuestros derechos? Pues es aquí donde entra en juego la labor de este nuevo Ministerio.

La protección del consumidor será el gran objetivo, ya que muchas leyes relativas al consumo y a los derechos de los consumidores son de los años 90 y se han quedado más que obsoletas. Todavía se producen fraudes a diario sin que las personas puedan recuperar su dinero, lo que se traduce en una gran sensación de inseguridad en los consumidores. Esto es algo que el nuevo Ministerio debe regular.

La relación actual entre las empresas de consumo y los ciudadanos es bastante desigual, pues estas tienen potentes estructuras detrás que les permiten imponerse al consumidor. Cada firma tiene sus propias normas, adaptadas a la legislación, de modo que la figura del consumidor, en ocasiones, queda en cierto modo desprotegida.

En ocasiones, cuando consideramos que hemos sido injustamente tratados, lo único que podemos hacer es poner una reclamación e intentar que una organización de protección al consumidor nos ayude. Pero en ocasiones no es suficiente y sería necesaria una normativa más estricta, más clara y con reglas de juego más equitativas, dando a los consumidores las garantías necesarias.

Esto puede ser especialmente relevante en algunos aspectos, como  a la hora de denunciar un fraude, pues muchas personas son engañadas diariamente y no recuperan nunca lo perdido. Y todo esto sucede, especialmente, a partir de la irrupción del consumo online.

Ahora podemos comprar a golpe de click desde cualquier parte, lo que ha hecho el consumo más cómodo, pero también más inseguro si no se cumplen una serie de precauciones. Numerosos fraudes pueblan Internet y son miles los casos de personas que han comprado algún producto que nunca les ha llegado.

¿Cómo se pueden reclamar esas cosas? ¿Quién asiste al consumidor? Ese es otro de los grandes desafíos de este nuevo Ministerio, pues hasta ahora no se ha encontrado la solución definitiva. La red ha traído numerosas ventajas, pero la desprotección de los consumidores ha sido proporcional a ellas. Y no se trata solo de timos propiamente dicho, sino también de la gestión de datos.

El Ministerio de Consumo también tiene que regular el tratamiento que se da a esos datos personales y su uso, para que no acaben siendo vendidos de unas compañías a otras en paquetes sin el debido consentimiento.

En resumidas cuentas, este nuevo organismo debe velar realmente por el consumidor, en favor de unas reglas de juego equitativas y justas para que los fraudes no caigan en saco roto, que las personas puedan reclamar y se les escuche y encuentren solución. Porque los efectos de mejorar la confianza del consumidor repercutirán en toda la economía.

El juego, el gran caballo de batalla

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La gran novedad de esta cartera es que pasará a gestionar las apuestas y el juego, algo que hasta ahora dependía de Hacienda. De este modo, Consumo gestionará el crecimiento que están teniendo las casas de apuestas y su publicidad.

El juego se ha convertido en un gran problema, y algunos ya lo llaman “la droga del siglo XXI”. Algunas personas muestran una alta dependencia del juego  y una de las mayores preocupaciones son los menores. Los jóvenes son a menudo, involuntariamente,  público potencial de estos salones, a los que tienen acceso sin prácticamente control alguno. El Ministerio pretende poner coto a todo esto.

Garzón también se hará cargo de la publicidad sanitaria, como el de las clínicas dentales, donde algunos casos también han saltado a la palestra en los últimos años por ser un fraude masivo.

Contar con un Ministerio de Consumo independiente no es baladí. De hecho, lleva siendo necesario desde hace mucho, pues cuanto más consumista se ha vuelto la sociedad, más expuesta ha estado a sus riesgos. Es momento de modernizar las leyes sobre el consumo en favor de un consumidor más protegido.