En 2020 hemos pasado más tiempo en casa que nunca. La epidemia de COVID-19 nos ha recluido en nuestros hogares para frenar su evolución y nos ha introducido en un estilo de vida al que, desde luego, no estábamos acostumbrados. Estar en casa es la norma, con los pros y los contras que conlleva.
No siempre es sencillo y agradable. Sobre todo, para quienes viven en pisos o apartamentos pequeños sin jardín e incluso sin balcones. Pero es la norma general hasta que lo peor del coronavirus pase y no queda otra que afrontarlo.
Aunque, paradójicamente aquellos que han podido conservar su puesto de trabajo también podrían ver una parte buena: al estar en casa tanto tiempo están ahorrando sin darse cuenta todo lo que no ahorramos en los años anteriores. No tenemos más ocio que la televisión, las plataformas de pago, las redes sociales o los juegos que nos inventemos, lo que no cuesta mucho dinero. Además, tampoco compramos ropa nueva, accesorios, maquillaje ni otros artículos que utilizábamos fuera de casa, ya que no podemos salir; nos limitamos a adquirir productos básicos de alimentación, higiene y otros que nunca hubiésemos imaginado tan necesarios en una cuarentena.
Creemos que podría ser buen momento para organizar los gastos fijos que tenemos mensualmente: revisar todas las facturas, suscripciones, suministros y demás, porque seguro que hay forma de ahorrar un poco más.
Sumérgete en tus gastos y suministros
Vamos a empezar por lo básico: la luz y el agua. Son los suministros básicos de cualquier hogar y casi siempre nos estamos quejando de la cantidad que viene cada mes en la factura. Pues ahora que tienes más tiempo libre, es momento de echar un vistazo y comprobar qué tipo de tarifa y qué potencia tienes contratada.
Cuando contratamos el servicio de suministro eléctrico las compañías nos recomiendan una tarifa tipo de acuerdo a las características objetivas de nuestro hogar. Pero conforme avanzan los meses, sospechamos que podría haber alguna forma de pagar un poco menos. Efectivamente. Cada vivienda tiene sus propias costumbres y rutinas y no tienen porqué coincidir con el cálculo que realiza la eléctrica. Busca la última factura y revisa bien los conceptos que analizamos en este artículo, porque puede ser fundamental para que ahorres unos buenos euros cada mes.
Es probable que tengas una tarifa en la que la electricidad sea más cara cuando estáis en casa que cuando estáis fuera; aprovecha para cambiarla, a una que se ajuste a vuestras necesidades actuales. Las compañías suelen tener tarifas para distintos ritmos de vida. Y, si no es así, quizá sea momento de cambiar a otra que sí te proporcione esa tarifa que buscas y a un mejor precio. Comparar precios es totalmente imprescindible.
Lo mismo sucede con la potencia contratada. Frecuentemente se contrata una potencia —medida en kW— superior a la que de verdad necesitamos, pensando en que vamos a utilizar todos los aparatos eléctricos a la vez. Esto encarece —y mucho— la factura. Dedica un rato a sumar los kW de cada dispositivo encendido (este dato viene manual de cada usuario) y comprueba si el total es inferior a lo que tienes contratado. De ser así, llama a tu compañía y pide que te bajen la potencia. Pero haz bien las cuentas, porque este trámite tiene un coste (que tardarás unos meses en recuperar con el ahorro de la reducción de potencia).
Una vez que has analizado la factura más complicada —la de la luz—, repite el proceso de ahorro en suministros con tu proveedor de fibra, teléfono móvil y con el agua y el de gas.
De forma similar ocurre con los seguros. Encerrados en casa por el coronavirus, es momento de darles una vuelta y comprobar qué cubren, qué no y si hay otros en el mercado que ofrecen igual o mejor cobertura a mejor precio. Además, quizá tienes contratado alguno que tan siquiera usas.
Pasemos al segundo eslabón de esta cadena: los gastos que no son necesarios, pero que nos producen placer o diversión.
El primero es el del gimnasio, quien acuda. Muchos nos apuntamos con una suscripción anual para que salga más barato, pero luego no acudimos ni medio año. Con el panorama actual, no sabemos cuándo podremos volver al gimnasio. Podría ser el momento de cancelarlo: aunque conlleve penalización, porque te lo vas a ahorrar los meses siguientes. Cuando todo vuelva a la normalidad —la ‘nueva normalidad’— puedes apuntarte de nuevo, o iniciarte en deportes outdoor u otras disciplinas.
Las suscripciones de plataformas de vídeo son otro de los gastos susceptibles de eliminarse. ¿Realmente ves todas? Quizá ahora en cuarentena sí estás inmerso en algún maratón de series y películas, pero el resto del año no. Pruébalas a fondo y quédate sólo con la que más utilices. Por muy reducido que sea su precio, a final de mes, lo notarás.
Otro tipo de gastos son clubes o asociaciones, newsletters sobre distintos temas, tiendas y establecimientos, con los que tenemos una cuota fija a cambio de servicios y contenido. Si no les das uso, bórralos. Son gastos que restan dinero a tu cuenta y no te están aportando gran cosa en tu vida. Es hora de priorizar gastos, porque no sabemos con exactitud cuánto tardaremos en ganarle la batalla al coronavirus.
¿Puedo hacer crecer el dinero que me ahorro?
Ahora bien, ¿qué puedes hacer con esos ahorros que estás generando? Muchos pensarán, “guardarlos por si vienen mal dadas”. Una buena opción, desde luego. Pero también puedes hacer que ese dinero crezca, aumentando así esos ahorros.
No pienses solamente en invertir en bolsa, que también podría ser una opción, sino a guardar en una pequeña cartera, que a la larga nos dé rentabilidad. Por ejemplo, un plan de pensiones. Lo llevas tiempo retrasando y, cuanto más tarde, peor. Aprovecha ahora que estás en modo ahorro para dedicar una cantidad —la que tu quieras y puedas— a un plan de pensiones que te puede venir muy bien dentro de unos años. Y otra opción es un fondo de inversión, donde inviertes junto a más partícipes y un gestor profesional que se dedica a mover tu dinero para que dé la mayor rentabilidad posible.
Tienes tiempo. Explora opciones y busca la que mejor se ajuste a tu capacidad inversora, necesidades y preferencias. De las crisis siempre sacamos lecciones y será, sin duda, un aprendizaje que nos acompañará de por vida. Quizá, ésta por fin nos enseñe a ser los ahorradores que siempre hemos soñado.