El mundo de la inversión es apto para todos los ahorradores. Sí, todos podemos y deberíamos invertir. Sin embargo, en función del tiempo disponible, los conocimientos previos y los recursos económicos, hay estrategias más o menos adecuadas para cada inversor. Posicionarnos en un horizonte inversor erróneo puede llevarnos al mayor de los fracasos.
Aunque el término trading no significa exclusivamente operar en mercados financieros a corto plazo, es verdad que suele vincularse con este tipo de operativa cortoplacista. Pero además, dentro del corto plazo existen diferentes modalidades de inversión, según cuánto tiempo mantengamos nuestro dinero invertido. ¿Scalper o swing trader? ¿Cuál es tu horizonte inversor?
Day trader vs. position trader.
De estos dos tipos de trader, uno mantiene la inversión entre una sesión y la siguiente, mientras que el otro no. El position trader mantiene sus posiciones de un día para otro, o durante más días, mientras el que day trader cierra sus posiciones antes de que acabe el día.
- El position trader, o trader de posición intenta detectar el principio de una tendencia para comprar, y el final para vender, antes de que acabe esa tendencia. Lo que no implica que sea una modalidad más fácil, pues la rentabilidad de esa operación debe superar los costes (comisiones, financiación, etc.) de mantener su posición mientras se mantenga la tendencia. Saber detectar esos ciclos requiere gran experiencia y control de los mercados.
- El day trader, al salirse de la inversión antes del cierre diario, evita el riesgo overnight. Se trata de salvar el gap, o posible salto en la cotización que puede haber desde el cierre hasta el inicio de la cotización, lapso en el que el trader no tiene capacidad de maniobra.
Scalper, cada minuto cuenta.
Dentro de las operaciones intradía o day trading, el scalping es la modalidad más agresiva. Es necesaria una atención constante para observar, sin quitar ojo de la pantalla, la evolución de los valores, haciendo uso de velas de 30 o 15 minutos, o incluso de 1 minuto. Por tanto, se requiere un continuo análisis técnico, para detectar los picos de entrada y salida, con indicadores básicos como MACD y RSI, siguiendo figuras determinadas, rupturas de tendencia, con pivot points (soportes y resistencias), etc.
La preparación intelectual del scalper también debe ser elevada, pues aunque la sesión de scalping no se extienda más de dos o tres horas, son jornadas verdaderamente agotadoras. Y no queda en ese tiempo el trabajo del scalper porque, antes y después de las sesiones de trading, tiene que seguir observando los mercados, cotizaciones y dominar la actualidad económica.
El scalper necesita una enorme capacidad de concentración y saber controlar las emociones mejor que ningún otro inversor. Cada decisión, cada stop-loss, puede marcar la diferencia entre una sesión de éxito y una de fracaso.
En el scalping se tienen muchas operaciones abiertas en el mismo día, con rápidos resultados (tanto beneficios como pérdidas) y como el margen de tiempo entre la entrada y salida de una inversión suele ser pequeño, se utiliza un alto apalancamiento. Las decenas, o cientos, de operaciones que se realizan al día, muchas ganadoras y otras perdedoras requieren un temple que no todos los traders son capaces de mantener y vuelven al scalping inadecuado para inversores conservadores, e imposible para aquellos traders que no puedan soportar un alto nivel de estrés. Además, se necesita una lucidez extrema para aplicar la estrategia elegida de forma estricta y ser capaz de responder velozmente ante cualquier cambio de escenario.
Pero no todas las -inversiones son válidas para el scalping, sino que es preciso que exista:
- Alta liquidez. Un volumen de operaciones elevado para que todas las órdenes lanzadas se completen al instante. Se suele utilizar con divisas, en Forex, pero también en NYSE, DAX y los principales valores de las grandes bolsas.
- Alto apalancamiento. El scalper necesita un gran apalancamiento para que la rentabilidad sea suficiente, dado el pequeño margen de beneficio de cada una de las operaciones y las comisiones. Por ello, hay que establecer correctamente los stop-loss de cada operación.
- Volatilidad moderada. Aunque en el scalping se busca el cambio rápido de valor, una alta volatilidad solo complica la vida al scalper, pues dificulta encontrar el momento de entrada y salida y la ejecución de los stop-loss.
- Comisiones ajustadas. Para determinar la capacidad de beneficio de cada orden, el scalper debe conocer a la perfección el coste de su operativa. Sin controlar cuánto se gasta en comisiones, es imposible determinar si una operación resultará en beneficio o en pérdida. Nos referimos al coste del software de trading, comisiones de acceso al mercado, comisiones de gestión, comisiones de mantenimiento y cánones de mercado.
Swing trader, bailando con la tendencia.
El swing trader, a diferencia del scalper, mantiene sus posiciones más de un día, llegando incluso a las dos o tres semanas, sin esperar al cambio de tendencia. En la estrategia del swing trader entra más en juego el conocimiento y confianza en el movimiento del mercado. Lo que le permite mantener la inversión durante más tiempo, apurando más la tendencia, incluso aunque esa espera suponga retrocesos temporales en el precio, siempre dentro de unos márgenes.
El apalancamiento no es tan elevado como en el scalping, al ser las operaciones a mayor plazo, aunque eso conlleva asumir el riesgo overnight. No obstante, aunque el swing trader opera habitualmente en el medio plazo, no es extraño verles también cerrar posiciones en el día, siempre que así lo justifique su estrategia: balancear o combinar posiciones largas y otras más cortas en función de la tendencia del valor.
Los stop-loss y un mercado de alto volumen de transacciones también resultan imprescindibles para la operativa del swing trader, así como estudiar las comisiones: se realizan menos operaciones que en el scalping, pero se mantienen en cartera más tiempo.
Ahora conoces mucho mejor las características de un scalper y un swing trader. Pero tu forma de invertir no tiene que ser ni una ni otra. Mejor que ceñirse a cualquiera de estos dos perfiles, toma las características que mejor casen con tu personalidad, con tu estilo de inversión, con tu comodidad ante el riesgo, con tus aspiraciones y con tu capacidad para ahorrar.
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